TRAILER | Marianne y Leonard un amor «coheniano» y sin fin
EFE
Intenso, apasionado, espiritual, delicado y eterno, tanto como la obra de Leonard Cohen. Así fue el amor sin igual que unió al cantautor con su musa Marianne Ihlen, una relación que llegó este viernes a los cines de Estados Unidos con un documental del realizador británico Nick Broomfield.
«Marianne & Leonard: Words of Love» es el título de este filme que se estrenó en el pasado Festival de Sundance y que trata de arrojar algo de luz sobre aquella enigmática y ya legendaria mujer noruega que inspiró la canción «So Long, Marianne».
«Tuvieron un tipo de relación muy profundo y muy alternativo, que supongo que era algo sintomático de los años 60», consideró el realizador Nick Broomfield en un coloquio promocional sobre la película celebrado esta semana en Los Ángeles.
«Era una época de gran exploración y de fijarse en la espiritualidad. Creo que tuvieron un amor profundo pero muy heterodoxo», añadió este director que ha firmado otros documentales musicales como «Whitney: Can I Be Me» (2017) o «Kurt & Courtney» (1998).
El romance entre Cohen e Ihlen comenzó en un lugar de lo más propicio para el amor: la paradisíaca isla griega de Hidra.
Ahí cruzaron sus caminos un escritor canadiense, de tendencias depresivas y cuya obra literaria nadaba en la irrelevancia; y una mujer noruega, con un hijo muy pequeño y que estaba atrapada en un matrimonio fracasado.
Su amor brotó entre atardeceres a la orilla del Mediterráneo, paseos por las escarpadas calles de Hidra y veladas bajo la luz de la luna en el bohemio círculo de artistas que habían decidido perderse en este edén griego.
Pero, al margen de convertirse en su pareja, Ihlen fue clave para estimular la creatividad de Cohen y orientar con éxito su carrera de la literatura a la música.
«Su fortaleza consistía en facilitar que otras personas descubrieran sus talentos, educarlos en ese sentido», reflexionó Broomfield, otro de los jóvenes que buscó refugio en aquellos años en Hidra, sobre la capacidad de Ihlen para inspirar a quienes la rodeaban.
Cohen entraría finalmente en contacto con la escena estadounidense de cantautores y debutó con una obra maestra como «Songs of Leonard Cohen» (1967), un disco en el que aparecían «So Long, Marianne» o «Suzanne».
Pero mientras su carrera emprendía el vuelo, su amor se marchitaba.
«Marianne & Leonard: Words of Love» explora cómo el músico cada vez pasaba menos tiempo en Hidra, emprendía largas giras en las que no faltaban las drogas, y vivía aventuras con diferentes mujeres, algunas tan conocidas como Janis Joplin.
Mientras, Ihlen quedó poco a poco en un segundo plano y pasaba mucho tiempo sola en Hidra, pese a que el amor entre ellos, de una u otra manera, pervivió durante décadas.
El documental de Broomfield aprovecha el romance entre Cohen e Ihlen para hacer un retrato biográfico del artista, desde sus inicios en los años 60 a su vuelta a los escenarios como un anciano tras ser estafado y sin olvidar su retiro espiritual en un monasterio.
Esa faceta biográfica visita algunos lugares comunes y no resulta muy estimulante en un documental que alcanza sus mejores momentos cuando se enfoca en Ihlen, la cara menos conocida de este amor.
Por ejemplo, uno de los instantes más conmovedores de «Marianne & Leonard: Words of Love» muestra cómo Ihlen, en primera fila de un concierto en Oslo de un Cohen ya en sus últimos años, entona completamente emocionada el estribillo de «So Long, Marianne».
Aunque el detalle más sobrecogedor, pero también el más ilustrativo sobre un romance que nunca quiso saber nada de rupturas o distancias, es el momento en el que Ihlen, en la cama y muy cerca de la muerte, escucha entre lágrimas el breve mensaje que el músico le envió como despedida.
«Estoy justo detrás de ti, lo suficientemente cerca como para tomar tu mano (…). Nunca he olvidado tu amor y tu belleza. Pero eso ya lo sabes y no tengo que decir nada más. Buen viaje, vieja amiga. Nos vemos al final del camino», escribió en el quizá más certero y romántico de los presagios: Ihlen falleció en julio de 2016 y Cohen murió solo cuatro meses después.