TRAGEDIA| Salen a la luz nuevos datos sobre la pareja que murió al caerse de un ascensor - 800Noticias
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Las investigaciones han revelado nuevos datos sobre la muerte de dos adolescentes de 17 años, quienes cayeron por una de las paredes de cristal de un ascensor en Madrid, España, hace pocos días. El suceso causó fuerte conmoción.

Belén Jordana de Pozas tenía 17 años, era de la generación selfie y compartía con sus compañeros del colegio Nuestra Señora del Recuerdo. José Amián, su novio de la misma edad, era la estrella del equipo de baloncesto de su misma escuela. Jugaba de alero y promediaba 15 puntos por partido.

Era martes y la pareja, que se confirmó el pasado mes de abril, acaba de finalizar sus exámenes previos a las pruebas de Selectividad. A los dos les esperaba un futuro prometedor.

Organizaron una fiesta con sus amigos en el ático del edificio de Belén, ubicado en el número 4 de la calle Hermanos Bécquer. Una zona común en el octavo piso donde hay una barra de bar y camas balinesas. Hay música, cervezas y risas. Nadie tiene razones para la tristeza. Belén y José bajaronal sexto piso, donde residía la chica con su padre José Antonio Jordana de Pozas, registrador de la propiedad y su madre, coleccionista de arte, en un exclusivo piso de 300 metros cuadrados.

Se montan en el ascensor principal, pulsan el botón del sexto, se funden en un cariñoso abrazo y se apoyan en la parte posterior de un elevador acristalado instalado 10 años atrás. Son la viva imagen del amor. Segundos después serán la imagen de una tragedia aún inexplicable.

Con el ascensor en pleno descenso, la silicona que unía un gran espejo al cristal posterior cede y éste se desploma. Los jóvenes caen al vacío por un hueco de apenas un metro donde están colocados los contrapesos. Mueren en el acto por politraumatismos.

Unos amigos que esperaban abajo para unirse al jolgorio dan la funesta noticia a los que en la azotea celebraban la penúltima etapa antes de iniciar sus vidas adultas. Pasan del éxtasis preuniversitario al luto. A las lágrimas. Los teléfonos comienzan a arder y la familia entra en estado de shock. Los alrededores del edificio se inundan de unidades móviles y la familia, discreta por naturaleza, se convierte en objetivo de la prensa. Parece una pesadilla, pero es la vida real. La triste vida real.

El padre de la chica maldice el día que quiso quedarse en aquel edificio que heredó de una madre valenciana que hizo fortuna en el sector del acero y se casó con un abogado. Corría el año 2013 y José Antonio y sus cuatro hermanos, con el fallecimiento de su progenitora, deciden convertir el inmueble de oficinas y sede de la consultora de comunicación Llorente & Cuenca en un edificio con viviendas de lujo valorado en 12 millones de euros. Habían constituido la empresa Bécquer de Arrendamientos S.L. y comienzan las obras. Dividen el edificio en una oficina en la planta calle y seis amplios pisos con las mejores calidades. Los venden al mejor postor a un precio de 1,7 millones de euros.

Las investigaciones siguen en marcha, pero se ha deslizado la posibilidad de que la comunidad de vecinos hubiese encargado la colocación de un espejo en el cristal posterior mediante una silicona para tapar los contrapesos. La mala colocación de la misma podría haber provocado la desgracia y segar la vida de dos jóvenes con toda la vida por delante y que disfrutaron de lo lindo el pasado julio en las Jornadas Mundiales de la Juventud celebradas en Polonia.

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