«Tiene que venir el acuerdo de inmediato»: Llamado a consenso de Arias Cárdenas
Con información de BBC Mundo
«No creo que en Venezuela haya un espacio para un golpe de Estado».
Dispara la frase. Agita una minúscula bolsa de azúcar antes de verterla en su café negro, sentado junto a su esposa, Margarita, a la cabeza de una mesa ovalada de 20 puestos.
Francisco Arias Cárdenas sabe de qué habla cuando pronuncia las palabras «golpe de Estado».
Triunfó el 4 de febrero de 1992 donde su excompañero de armas falló: comandó la ocupación de las instituciones clave del Zulia -la región de mayor densidad poblacional y riqueza petrolera de Venezuela- durante el golpe de Estado contra el gobierno de Carlos Andrés Pérez que lideró Hugo Chávez.
Y sólo se rindió cuando la asonada ya había fracasado en otras latitudes, Caracas incluida. Igual fue piedra fundacional del izquierdismo militar: en 1995, tras dos años de cárcel, se convirtió en el primer oficial sublevado que ganó una gobernación mediante votos.
Arias Cárdenas, de 66 años, ya no viste el uniforme militar de sus tiempos de teniente coronel. Ahora es el gobernador del Zulia y luce camisa blanca. Una fotografía de Chávez se impone en el paisaje interior de la residencia oficial en Maracaibo.
El gobernador también es hijo pródigo del socialismo. Cerca del año 2000, militó política y electoralmente contra Chávez. Tardó seis años en congraciarse con su exaliado.
Reconquistó en 2012 su cargo originario de gobernador en un estado donde la plataforma de la oposición reportó en la consulta popular de este domingo la mayor cantidad de participaciones.
Millones de venezolanos rechazaron el domingo la Asamblea Nacional Constituyente, promovieron la renovación de los poderes públicos y dieron el visto bueno a la creación de un «gobierno de unión nacional».
En entrevista con BBC Mundo previa a la consulta popular organizada por la oposición el domingo, Arias Cárdenas renueva su lealtad al presidente Nicolás Maduro y considera que el llamado plebiscito es «un instrumento para la guerra» que solo agravará la confrontación.
Su respeto al chavismo disidente arropa a Luisa Ortega Díaz, la fiscal general, máxima voz de los oficialistas disconformes y su amiga. «Le tengo afecto», admite.
Se arrepiente de haber retado a los opositores a tomar los fusiles para encararse con él, pero su instinto le advierte que es inminente un conflicto mayor. Considera urgente un pacto político entre gobierno y oposición.
«Tiene que venir ese acuerdo». No habla de semanas. Cree que la paz de Venezuela cuenta solo con horas.
¿Considera que la Asamblea Nacional Constituyente es una propuesta excluyente y polarizadora?
La Constituyente surge ante la propuesta de confrontación. Choques de calle, toma de cuarteles, resistencia, paro general y el presidente dice: «Vamos a buscar una solución o una alternativa que nos permita integrarnos, conversar». No quisieron venir. No participaron (la oposición).
Dada la ausencia de la oposición en ese proceso electoral, ¿sigue siendo la Constituyente una salida oportuna a la crisis política?
La salida tiene que ser consensuada, con participación. La solución tiene que ser con participación y respeto de ambas partes. La oposición tiene que desmontar dos premisas. La primera es no apresurar los tiempos, sino respetarlos. Ellos apresuraron todos los tiempos y el primer presidente de la Asamblea Nacional dijo que en seis meses sacaban a Maduro.
No se escoge el poder legislativo para que derribe al Ejecutivo. La otra premisa que tiene que interiorizar la oposición es que todos estamos llamados a vivir en Venezuela. Nosotros no hemos perseguido, no hemos atacado, no hemos destruido.
¿Qué opina de las críticas de la fiscal general Luisa Ortega Díaz en contra del gobierno nacional y de la Constituyente?
Le tengo afecto y respeto. Es su derecho. Se lo hice ver: no puedes estar acompañando y avalando una gestión y de repente contrastarla completamente.
¿Cree que la fiscal general está errada en la postura política que asumió desde abril?
Es conveniente para la fiscal, que es una suerte de bisagra, ver toda la realidad. No puede decir que todo esto que está ocurriendo es culpa del gobierno.
¿Esas voces disidentes del chavismo ameritan una reflexión de parte del gobierno nacional?
Esa es una crítica que pudo hacerse dentro del gobierno, perfectamente. Uno hubiera podido enriquecer el debate. Pero es muy difícil hacer el análisis cuando se hace públicamente. No he tenido la oportunidad de conversar con ellos para analizar sus razones.
Pero nos comenta que ha hablado con la fiscal general.
Sí, esto se lo planteé a ella por afecto y respeto: «Es conveniente que veas lo que se está haciendo aquí. No solo ‘estamos reprimiendo, estamos atacando’. Mira las condiciones en que esta gente está actuando». Le he dicho que revise cuando asaltan los cuarteles, porque en otro país no asaltan cuarteles. En cualquier país tú atacas un cuartel y son ráfagas de ametralladoras. Le he planteado a la fiscal que busque el equilibrio.
Ha habido militares involucrados en muertes de manifestantes. ¿Qué reflexión hace de esos excesos y crímenes que nacen de las Fuerzas Armadas?
Puede ser que cometamos algún error durante el control de manifestaciones, pero la manifestación no ha sido precisamente pacífica. Los investigamos y sancionamos. Fue un error garrafal lo que ocurrió con el muchacho de La Carlota (un policía naval disparó una escopeta de perdigones a quemarropa contra un joven de 22 años, matándolo en el acto). Cuando alguien falla, tiene su sanción y sabe a qué atenerse.
¿La Fuerza Armada Nacional es completamente leal al presidente Nicolás Maduro? Se ha reportado la detención de oficiales y militares por planes de rebelión.
Hay lealtad absoluta a la Constitución y al presidente. Hay una situación dura que viven los militares, como la vivimos el resto de los venezolanos. Los efectos de la guerra económica sobre el militar y sus familias son iguales como ocurre en el mundo civil. A pesar de eso, hay una conciencia, que es la que permite que se mantenga integrada la Fuerza Armada. Sí siento que hay unidad.
Usted, Chávez y los militares del 4-F de 1992 justificaron aquel golpe de Estado. Hoy condenan la idea de una sublevación. ¿Cuándo un alzamiento en armas es bueno o malo?
Es difícil calificar el golpe de Estado como bueno o malo. No está en la Constitución. No es un camino. Nosotros lo tomamos en un momento de desesperación, de cierre de las vías, pero siento que se abrieron las vías. Nosotros llegamos aquí no por un golpe de Estado. Llegamos electoralmente a los cargos públicos. Tenemos que salir electoramente de los cargos y no por un golpe de Estado.
Los últimos golpes de Estado que se han intentado en Venezuela han fracasado, incluido el nuestro. No creo que haya espacio para un golpe. Creo que el espacio está en el diálogo y la discusión. El acuerdo parte del respeto al otro y luego respetando los lapsos constitucionales.
La oposición argumenta que el Consejo Nacional Electoral (CNE), el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) y el gobierno han cerrado las vías. Se postergaron el revocatorio presidencial, las elecciones regionales, se bloqueó al Parlamento.
Las vías están abiertas. No pueden estar cerradas cuando ganan de una manera contundente la Asamblea Nacional. No supieron usar la fuerza que tiene la Asamblea Nacional. Ellos prefirieron entrar en conflicto y apartarse del orden.
El parlamento quiere nombrar nuevos magistrados. Se espera la destitución de la fiscal. Tendríamos diferentes funcionarios en los mismos cargos. ¿Hay la inminencia de un Estado paralelo?
Es un contrasentido total dividir el Estado. Si tú tienes un inquilino y necesitas habitar tu casa, tienes que buscar la manera de que te devuelvan tu casa. Lo que no puedes hacer es quemar la casa. Esto lo que quiere producir es una gran confrontación. Lo que genera la ingobernabilidad es el apresuramiento de la oposición.
Usted retó a la oposición violenta. «Agarren los fusiles y vamos a enfrentarnos», dijo. Es lo más cercano a un llamamiento a una guerra civil.
Digo a la oposición que sinceren su propuesta. Si la propuesta es la confrontación y la guerra, bueno, vayan a la guerra, pero exponiéndose ellos (los dirigentes). Saben la respuesta que van a tener, pero no metan en una guerra a gente inocente. Lo que dije fue: «Corran el riesgo ustedes. Ustedes dicen que están alzados y rebeldes, bueno, agarren sus armas». Lo dije en un momento de molestia e incomodidad.
¿Refrenda esa declaración o se arrepiente de ella?
Debe haber entendimiento, negociación y protesta pacífica. Ante la hipocresía uno se molesta y dice las cosas. Están ejerciendo esa guerra de hecho, que destruye. Pero el llamado es a conversar.
¿Usted cree que Venezuela corre el riesgo de dirimir su conflicto político en una guerra civil?
Yo no quiero la guerra civil. Quiero la negociación, el acuerdo y la paz. Hay quien está provocándola y no tengo por qué decir que el planteamiento que hice fue el mejor, sino al contrario. No quisiera el planteamiento de una confrontación armada. Quiero que se bajen las presiones, que se respeten los lapsos y que podamos llegar a un acuerdo de convivencia.
¿Hacia dónde va Venezuela? La Asamblea Constituyente no satisface a la oposición, que dice ser mayoría. El gobierno tampoco reconoce la consulta del 16 de julio. ¿Cuál será el desenlace?
Tienen que venir el diálogo y el acuerdo. Eso tendría que hacerse de inmediato, en cuestión de horas o días. Si se prolongan ese encuentro y ese acuerdo, lo vamos a tener que hacer más adelante, pero con mucho dolor y con muchas pérdidas. Creo que vale la pena hacerlo ahora.