Testimonio de un turista | Texas no estaba preparado para temporal de invierno - 800Noticias
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EFE

Lo que parecía una idílica escapada turística de cinco días a Texas se ha convertido en una experiencia rocambolesca para el español Hermes de la Torre y su pareja, atrapados como muchos otros viajeros por el temporal de invierno que azota a este y otros estados de EE.UU., sin electricidad, comida ni agua corriente.

«Al final te las apañas, hoy hemos cogido nieve para echarla al baño y derretirla, estamos en plan Robinson (Crusoe) total», bromea De la Torre en una llamada telefónica con Efe desde Austin, la capital de Texas.

Simplemente intentar hablar con De la Torre es una odisea, ya que en su hotel está cortada la corriente eléctrica por el temporal y resulta toda una hazaña recargar el teléfono móvil, al estar todo cerrado en la calle.

Por fortuna, gracias a otra huésped de ese mismo establecimiento a la que vieron el primer día trayendo comida de fuera, han descubierto otro hotel en la parte de atrás del suyo, con electricidad y alimentos, quizás porque en él está alojado un destacamento militar.

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UNA ODISEA QUE COMENZÓ EL DOMINGO

El periplo surrealista de este español, de 53 años, que reside en Nueva York desde septiembre de 2019, comenzó el domingo pasado cuando se disponía a tomar el avión de vuelta a casa a primera hora de la tarde desde el aeropuerto de Austin.

«Llegamos al aeropuerto y estaban casi todos los vuelos cancelados, pero pensamos ‘qué suerte’ porque el nuestro no lo estaba. Tardamos mucho en embarcar, pero no nos dijeron nada. Luego estuvimos dos horas sentados en el avión», rememora.

La tripulación les pedía paciencia, pero pasadas esas dos horas les dijeron que los pasajeros que desearan salir a estirar las piernas podían hacerlo, dado que se había congelado el combustible y el aparato no podía despegar.

Tras pasar algo más de un hora deambulando por el aeropuerto, De la Torre se enteró por megafonía de que su vuelo se cancelaba y que la compañía, JetBlue, no se hacía responsable de nada.

«Nos dieron un número para que llamáramos para acomodarnos en otros vuelo, pero nos dijeron que lo más pronto que podría ser era el jueves», explica este granadino, a quien le resultó imposible encontrar otra alternativa para volar.

En ese momento, se vieron ante la perspectiva de quedarse en el aeropuerto por la falta de medios de transporte para regresar a la ciudad de Austin: «Miramos en la aplicación de Uber, y taxis, y no había nada de nada porque estaba todo congelado, no estaba nevando mucho pero empezó a bajar la temperatura hasta -3 y -4 grados» centígrados.

Finalmente, se hicieron con un Uber y se dirigieron a Austin, sin tener alojamiento reservado y con la mayor parte de los hoteles repletos, aunque encontraron por internet un motel donde quedarse.

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SIN LUZ NI CALEFACCIÓN EN MITAD DE LA NOCHE

Llegaron poco después de las 21.00 horas del domingo y se metieron en la cama hasta que sobre las 02.00 se despertaron «con un frío tremendo».

«Fui a encender la luz y no había, y pensamos ‘qué cosa más rara’, y pensé ‘se habrán saltado los plomos de la habitación», dice De la Torre, quien optó por volver a intentar quedarse dormido pese al frío.

A la mañana siguiente amanecieron tiritando y decidieron intentar trasladarse de Austin, donde seguían todos los vuelos cancelados, a Dallas, donde vieron que todavía un 35 % de los vuelos continuaba saliendo.

«Necesitábamos un plan porque qué hacías -indica-, en aquel sitio no nos podíamos quedar porque estábamos congelados, podía hacer como -3 grados».

«Así que dije ‘pues vámonos a la estación de autobuses de Greyhound y a ver si pillamos un autobús que vaya a Dallas, porque otro medio de transporte no había, pero también teníamos el problema de que no había ni taxi ni Uber, estaba todo totalmente cubierto» de nieve, detalla De la Torre.

En consecuencia, recorrieron los seis kilómetros que les separaban de la estación de autobuses a pie, caminando a campo a través sobre la nieve durante dos horas, sin conocer Austin y guiándose por Google Maps, y pertrechados únicamente con una sudadera, un «anorak finito» y unos guantes.

La penosa caminata se hizo aun más dura en el último tramo cuando se quedaron sin internet en el móvil, aunque lograron orientarse preguntando a un mendigo que estaba en la calle.

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UN ESCENARIO DISTÓPICO

Y es que, al encontrarse en un motel en las afueras, tuvieron que atravesar zonas de la ciudad cuyas calles estaban desérticas, donde había campamentos de personas «sintecho». «Era todo como distópico».

Eventualmente, llegaron a la estación de autobuses, pero estaba cerrada a cal y canto.

Como resultaba imposible ir al centro de la ciudad, se quedaron en un nuevo hotel que vieron a unos quince minutos de la estación de autobuses.

En ese establecimiento, «era surrealista, habíamos hecho la facturación y había colas de gente que llegaba, que se había quedado en tierra como nosotros preguntando si había electricidad, trasladándose de otros hoteles».

Aparte de un lugar caliente donde dormir por fin pudieron llevarse algo a la boca tras más de 24 horas sin comer, gracias a que descubrieron el otro hotel donde se encuentra el destacamento militar.

Sin embargo, la noche del martes al miércoles, a las 02.00 horas, la luz volvió a cortarse en su nuevo alojamiento, con la consiguiente interrupción de la calefacción y del suministro de agua.

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UNA VENTANA DE OPORTUNIDAD ESTE JUEVES

Han intentado trasladarse al hotel que está detrás del suyo pero sus habitaciones están reservadas para el resto de la semana.

«Luego hemos visto que de la estación sale un autobús y nos hemos arriesgado a comprar un billete para salir a Dallas mañana por la tarde (jueves). Desde allí hay bastantes vuelos ahora», apunta.

Más de tres millones de personas llevan desde hace días sin electricidad en Texas por el temporal, que asuela varias partes de EE.UU. y que ha causado al menos 26 muertos.

A De la Torre lo que más le ha impactado es la falta de previsión en una potencia mundial como EE.UU. y el hecho de haber vivido un apagón durante tan largo tiempo, sin agua ni luz, y sin poder cubrir necesidades básicas, como lavarse los dientes.

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