Sudáfrica vuelve a sufrir apagones programados por las deficiencias de la red
EFE
Los apagones programados comenzaron el miércoles y continúan hoy por segundo día consecutivo, con graves inconvenientes para los ciudadanos y los comercios, que durante los cortes no pueden funcionar con normalidad a menos que cuenten con generadores de emergencia.
Estos apagones van rotando por las distintas zonas del país en periodos de unas 3 a 4 horas desde las 9 de la mañana hora local (7 horas GMT) hasta las 11 de la noche hora local, precisó Eskom en un comunicado.
Esta medida ha sido adoptada, según informó la propia compañía estatal, por la «falta de capacidad» de producción debido a las «averías» de varias «unidades de generación».
De no producirse los cortes programados, la totalidad de la red podría caerse por la incapacidad de dar abasto a la demanda.
Se desconoce cuándo Eskom va a volver a estar totalmente operativa, por lo que no se descarta que los apagones continúen los próximos días.
Durante el miércoles, la falta de energía dejó tiendas cerradas, exámenes cancelados y graves problemas de tráfico en las grandes urbes, como Johannesburgo o Ciudad del Cabo.
Los cortes programados, sin embargo, no son una sorpresa para los sudafricanos, que los vienen padeciendo desde hace años.
Ya a comienzos de este 2019, la nación más industrializada de África encadenó varias semanas de apagones que dañaron severamente la economía y la confianza en el Gobierno de Cyril Ramaphosa, cuyas promesas de regeneración del país no acaban de despegar pese a ser reelegido en las elecciones del pasado mayo.
Desde entonces, el fenómeno conocido como «load shedding» (quitarse carga) no se había vuelto a repetir, incluso a pesar de la precaria situación financiera de Eskom, que mantiene una deuda de unos 30.000 millones de dólares y sobrevive gracias a inyecciones millonarias de rescate del Gobierno.
La compañía estatal, que tiene casi un siglo de trayectoria y es una de las empresas eléctricas más grandes del mundo, controla alrededor de un 90 % de la red.
Su incapacidad de garantizar el suministro -dependiente principalmente de la capacidad de generar electricidad mediante carbón- es, por tanto, un severo lastre y una fuente de gran incertidumbre para el futuro de la debilitada economía sudafricana.
Años de mala gestión, el aumento progresivo de la demanda, los problemas para el cobro efectivo del servicio y las pobres infraestructuras son algunos de los factores que explican la crisis de Eskom.
Además, la compañía tampoco ha estado exenta de los escándalos de corrupción que salpicaron transversalmente a las entidades públicas durante el mandato del expresidente Jacob Zuma (2009-2018), hasta que fue obligado a dimitir por su propio partido.
En febrero pasado, al presentar el presupuesto anual, Ramaphosa anunció que, como solución para Eskom, el Gobierno estudiaría dividir la compañía en tres entidades más pequeñas.
Ese plan, sin embargo, no se ha concretado y se opone a la corriente de opinión que defiende que la única salida para Eskom es su privatización, algo a lo que en principio se opone el partido gobernante, el Congreso Nacional Africano (CNA).