Sóng Cí, el primer CSI de la historia
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La China del siglo XIII era una tierra de contrastes, sus súbditos conocían la imprenta y el papel y cualquiera de ellos, en independencia de su procedencia social, podía llegar a ser ministro si era capaz de aprobar los exámenes. Pero, al mismo tiempo, había criminales que eran fileteados en la “muerte de los mil cortes” (ling chi), una terrible tortura en la que el verdugo producía centenares de heridas en la piel del reo, con la intención de que no amenazaran su vida y de que permaneciera consciente todo el tiempo que fuera posible, reseña Muy Interesante.
También fue en esa época, hacia 1247, cuando Sóng Cí publicó un libro titulado “Recopilación de Casos de Injusticia Rectificada”, un manual que trataba de instruir a los funcionarios comisionados en la investigación de muertes dudosas.
En aquellos momentos este tipo de funcionarios hacían las veces de juez, investigador policial y médico forense, un puesto de enorme responsabilidad, hasta el punto de que ante la más mínima sospecha de haber errado en el juicio podía ser motivo de castigo.
Entre las múltiples recomendaciones que ofrece Sóng Ci a los funcionarios está no alojarse en una casa en la que los dueños estén emparentados con la víctima o con el acusado para no dar sospecha a favoritismo y antes de examinar el cadáver estudiar las posibles circunstancias que envolvieron al crimen, así como la victimología del fallecido a partir de los alegatos de testigos (directos o indirectos).
Era de obligado cumplimiento, según el libro de Sóng Ci, examinar el cadáver fuese cual fuese su estado (fresco, en avanzado estado de descomposición, hinchado o esqueletonizado) y para ello existían diferentes métodos que se describen en el manual.
Se recomendaba estudiar el cadáver, realizando una descripción y medición del contexto en el que se había producido, prestando una especial atención al escenario y a la posición del cuerpo dentro de él.
Se pedía a los funcionarios que estableciesen lo que se conocía como “límite de muerte”, es decir, el periodo máximo de tiempo dentro del cual si una persona herida fallecía se asumía que era una consecuencia directa por las lesiones sufridas. En tal caso la persona que había cometido las lesiones era condenada por homicidio, en caso contrario, únicamente por un delito de lesiones.
En definitiva, se trata de una obra rigurosa, un verdadero manual de CSI, a pesar de que en ella no falten elementos supersticiosos que formaban parte del folklore de la época, como por ejemplo la creencia de que un tigre muerde en la cabeza a comienzos de mes, en el estómago a mediados y en las piernas a finales.
Con información de Muy Interesante.
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