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EFE

Silvia Congost, es psicóloga y autora del libro `A solas´ (Ed. Zenith), en el que propone descubrir el placer de estar con nosotros mismos de manera sana.

“En muchos casos empezamos a enfrentarnos a la soledad en pareja, porque estamos con alguien con quien no compartimos lo que consideramos importante, que vive sin pensar en la pareja y solo se preocupa de sí mismo, o sentimos que esa relación ya está muerta”, señala.

La profunda sensación de vacío y soledad, estando acompañado, que obliga a afrontar esta situación hablándola con nuestra pareja, es lo que denomina como “soledad en compañía”. Pero no es la única.

Esta experta en autoestima y dependencia emocional también indica que existe la denominada “soledad no elegida”, que llega a raíz de una ruptura amorosa o una pérdida inesperada de alguien a quien amamos, produciendo una sensación de abandono. Indica que este tipo de soledad conviene afrontarla “desde la aceptación”.

El tercer tipo de soledad la identifica como la “elegida”, que “es tal vez la más llevadera”, indica.

Se produce cuando una persona “da el paso de romper una relación de pareja, generalmente porque ya no funciona, o cuando decide que quiere estar sola, haya tenido o no una pareja, porque es lo que necesita o desea”, explica psicóloga.

Por último apunta la “soledad inesperada” que, según Congost, “es la de quienes llevan años sin pareja estable, teniendo amigos y vida social, ocupando su tiempo y disfrutando a solas, hasta que, de repente, algo cambia en su interior o su entorno y comienzan a temer la soledad, por lo que deben reconducir ese nuevo miedo”.

Los nuevos solitarios

Consultada por Efe-Reportajes, Congost habla de que existe “un quinto tipo de soledad que está emergiendo: la denominada “soledad de las pantallas”, fomentada por el uso inadecuado o excesivo de internet a través de distintos dispositivos”.

Según indica, la experimentan aquellas personas que canalizan sus relaciones a través de las redes sociales, el chat, el videochat y otros canales electrónicos, “relegando cada vez más el contacto personal directo, rehuyéndolo e incluso cayendo al aislamiento y el malestar psicológico”.

“Son personas que están en contacto virtual con infinidad de personas pero que, paradójicamente, se sienten solas”, incide la experta.

“A través del mundo virtual podemos inventar, tunear, maquillar y mostrar la realidad que más nos guste o apetezca, aunque no encaje con lo que estamos viviendo realmente”, señala Congost.

Explica que “hoy en día hay una tendencia a buscar el reconocimiento de los demás a través de imágenes, fotos y textos que, en muchos casos, no se corresponden con lo que de verdad sentimos o nos ocurre”.

“Al sentir la admiración de aquellos que nos leen o nos siguen, nos sentimos más importantes y valiosos y eso alimenta nuestra necesidad de amor y conexión. Pero no es la vida real“, matiza la especialista.

Asimismo, acentúa que “cuando salimos a la calle y nos enfrentamos a nuestra verdad, es cuando corremos el peligro de decepcionarnos a nosotros mismos o a sentir miedo de decepcionar a los demás y que puedan descubrir que nuestra realidad no se corresponde con lo que les vendimos a través de Internet”.

“Y eso nos puede llevar a encerrarnos cada vez más en el mundo virtual y conducir a que, esa falsa sensación de valía, se vuelva débil y dependiente de los demás”, indica esta psicóloga.

Llevarnos bien con la soledad y saber estar solos es una asignatura muy importante, según la psicóloga Congost.

Para evitar que ocurra esto, Congost aconseja utilizar las redes sociales tratando de ser nosotros mismos en todo momento, siendo honestos.

Debemos “preguntarnos porqué tenemos nuestras cuentas, qué es lo que queremos compartir en ellas, quiénes son nuestros seguidores y qué parte de nuestra vida queremos contar”, apunta.

“A nadie le va a gustar subir una foto en la que sale mal, pero debemos tener claro la razón por la que subimos la foto que elegimos. Puede que lo hagamos para que nuestros familiares y amigos sepan lo que hacemos y para estar en contacto con ellos o puede que solo sea para dar de comer a nuestro ansioso ego”, recalca y diferencia.

“También podemos utilizarlas para expresar nuestros puntos de vista sobre determinados temas o compartir cosas. Todo está bien, siempre que tengamos clara la razón por la que subimos cierto contenido”, recomienda.

Estando a gusto con nosotros mismos

Para Congost “llevarnos bien con la soledad y saber estar solos es una asignatura muy importante. La realidad es que, pese a ser seres sociales que creamos vínculos con nuestras relaciones y necesitamos a los demás, estamos solos”.

Pero aclara que “estar solos es relacionarnos con nosotros mismos. Nos hablamos y tratamos de una forma determinada con nuestros comentarios hacia nosotros mismos, nuestras conductas y elecciones. Esto no deja de ser un tipo de relación”.

La psicóloga aconseja aprender a estar solos si sentimos que no sabemos estarlo. “Se trata de tener espacios de introspección, de conexión con uno mismo y con nuestro mundo interior, nuestro silencio, con el vacío que habita en todo”, destaca.

Aclara que, al hablar de soledad, se refiere a “mejorar la relación con nosotros mismos, ayudarnos a entender los beneficios de aprender a conectar con nuestros espacios de soledad, muy sanadores y necesarios. Es una conexión con nuestro interior a modo de manantial de paz, claridad y bienestar”.

Para concluir, Silvia Congost apunta que no se refiere en absoluto al aislamiento social prolongado. “Este, a veces, va de la mano de una soledad forzada o que no llega en buen momento y acaba comportando problemas y teniendo consecuencias negativas, como el que sufren los personas mayores o quienes se han traumatizado y no se atreven a cruzarse con los demás por vergüenza o miedo”, precisa.

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