Sismógrafos detectan sonidos inesperados en el Atlántico
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Las explosiones de un barco que se hunde figuran entre los sonidos inesperados detectados por 50 sismómetros de alta sensibilidad colocados en el fondo del Atlántico para una nueva investigación.
Los sismómetros, que se han recogido tras pasar un año en el fondo del océano, registran los movimientos del suelo terrestre en el fondo del mar y captan así el “pulso” de la Tierra. Muchas de estas grabaciones captan las ondas sísmicas que viajaron a gran profundidad en el interior de la Tierra tras terremotos lejanos, así como las procedentes de muchos pequeños terremotos locales, que se utilizarán para construir imágenes del interior de la Tierra hasta unos 2.800 km de profundidad. Las técnicas utilizadas son similares a las empleadas por los médicos para realizar TAC del cuerpo humano.
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El objetivo del proyecto, denominado Upflow (UPward mantle FLOW from novel seismic observations), es comprender mejor los enormes “afloramientos” de material que empuja hacia arriba desde el manto de la Tierra, poco conocidos y causantes en última instancia de erupciones volcánicas y terremotos.
Pero, además de los movimientos del suelo debidos a los terremotos, los sismómetros también captan vibraciones causadas por una amplia gama de fenómenos, como el paso de barcos, intrusiones de magma en volcanes cercanos que provocan pequeños terremotos locales y el canto de las ballenas.
Algunas señales en los datos se relacionaron con una erupción volcánica masiva al otro lado del planeta. La erupción del Hunga-Tonga Hunga-Ha’apai de enero de 2022 envió ondas de presión a través de la atmósfera terrestre que conectaron con la superficie del mar y fueron detectadas por los sismómetros del fondo marino.
Otras señales se relacionaron con el hundimiento del buque Felicity Ace cerca de las Azores, que transportaba 4.000 carros de lujo el 1 de marzo de 2022. Las señales sugieren que pudo haber explosiones separadas mientras el barco se hundía.
Los sismómetros se instalaron a una profundidad de hasta 5 kilómetros bajo el nivel del mar, en una región que abarca las islas Canarias y los archipiélagos de Azores y Madeira.
Se recogieron a lo largo de cinco semanas durante una expedición en el buque de investigación Mário Ruivo (propiedad de IPMA, el Instituto Portugués del Mar y la Atmósfera, socio del proyecto).
Lea la información completa en El Nuevo Herald.
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