Sin última cena ni lavatorio de pies en un inédito Jueves Santo de Jerusalén
EFE
Es uno de los escasos residentes – los peregrinos internacionales desaparecieron de la Ciudad Santa con el cierre de fronteras – que se acerca hasta la Basílica, se santigua y marcha en medio de un silencio inusual entre las piedras de la Ciudad Vieja.
Cancelaciones de último minuto, como la peregrinación al Cenáculo, donde se sitúa la última cena de Jesús y que iba a realizar un pequeño grupo de franciscanos, redujeron al mínimo los limitados actos previstos para hoy.
Creyentes católicos y religiosos en conventos celebraron el comienzo del Triduo Pascual -jueves, viernes y sábado santo- en la intimidad del confinamiento, mientras los lugares que según la tradición recorrió Jesús hace más de dos mil años en la Pasión continúan vacíos.
SEMANA SANTA DE REFLEXIÓN
«Pero quizás, por las celebraciones semiclandestinas de estos días, precisamente sin entradas triunfales y ceremonias solemnes y abarrotadas, hay algo que podemos aprender de nuevo», dijo hoy en la homilía el máximo representante de la Iglesia Católica en Tierra Santa, Pierbattista Pizzaballa.
Aludió a la «reflexión» que permiten estos tiempos durante la misa temprana del Jueves Santo. Para esa misa se abrió brevemente el portalón de la Basílica cerrada desde hace dos semanas, como el resto de santuarios de Jerusalén, para prevenir contagios de coronavirus.
La curiosidad es que la clausura coincide, solo hoy, con parte de los rituales del Jueves Santo, una de las escasas ocasiones en las que el Santo Sepulcro se sella para que oren los peregrinos en su interior y que abre solo dos veces durante la jornada para salidas y entradas. La diferencia es que mañana, Viernes Santo, seguirá cerrado.
Además, este año la liturgia se realizó sin la ceremonia del lavatorio de pies, por orden del Vaticano, para evitar el contacto y las más de diez personas que exige este simbólico acto que conmemora el lavado que hizo Jesús a sus doce discípulos como gesto de humildad e igualdad.
NO SE RECUERDA UNA SEMANA SANTA IGUAL
El franciscano español Enrique Bermejo, superior del convento de la Flagelación, asegura a Efe por teléfono que no recuerda una Semana Santa igual en los más de cuarenta años que lleva residiendo en la Ciudad Santa.
«Tuvimos la guerra del Golfo y las dos intifadas pero entonces, aunque se suspendieron algunos actos oficiales, pudimos realizar eventos a modo privado», explica desde su confinamiento en el convento junto a la Vía Dolorosa.
Hoy, la prohibición de reuniones y la prescripción de mantener distancias entre las personas imposibilitan cualquier intento de ritual por las calles de Jerusalén.
«Somos parte del mundo y tenemos que seguir las indicaciones para evitar el contagio», explica sobre lo que marca esta Semana Santa, cuya pasión de Jesús asimila con el «sufrimiento que hoy pasa la humanidad».
Tampoco hay nadie en el huerto de Getsemaní, en las laderas del Monte de los Olivos, donde Jesús se retiró a orar y meditar antes de ser entregado por Judas. La misa de esta noche, a las 21.00 hora local (19.00 GMT) en la Basílica de la Agonía, se emitirá en directo sin acceso a peregrinos.
Es la Hora Santa, culmen de este día previo al Viernes Santo.
También será limitado el Vía Crucis de mañana por las catorce estaciones de la Vía Dolorosa que va desde el lugar donde Jesús es condenado a muerte hasta el de su crucifixión.
«Esperamos que a la luz de Cristo y su resurrección (que se conmemora el domingo), mantengamos alejada esta epidemia y volvamos a vivir como solíamos hacerlo», pide Haguen en sintonía con una de las plegarias que más resuenan entre los fieles en esta anómala Semana Santa. EFE