Siete décadas del fin de la Guerra de Corea - 800Noticias
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EFE

El 70 aniversario del fin de la Guerra de Corea (1950-1953), contienda que dejó unos cinco millones de muertos y que aún hoy se mantiene viva a falta de un tratado de paz, llega en un nuevo repunte de tensiones en la península debido a la aceleración de la escalada armamentística tras el fracaso del diálogo con Pionyang.

Estas son algunas claves para entender un conflicto irresoluto enmarcado en una región que ya de por sí concentra un enorme crecimiento en gastos de defensa.

Sin tratado de paz

La Guerra de Corea no terminó con un tratado de paz sino con un alto el fuego que firmaron los ejércitos estadounidense y norcoreano, el Mando de Naciones Unidades (coalición de dos decenas de países liderada por EE.UU. que acudió en ayuda del Sur tras la invasión por parte del Norte) y el Ejército Popular de Voluntarios chino.

Este último se sumó al conflicto al final de 1950 cuando el contraataque de Washington y sus aliados les llevó a cruzar la frontera y penetrar en territorio norteño.

Durante el lapso de diálogo y acercamiento que tuvo lugar entre 2018 y 2019 afloró la posibilidad de la firma de un tratado de paz, uno de los grandes anhelos del régimen norcoreano, aunque el fracaso de la cumbre de Hanói echó por tierra la oportunidad.

Tras el fiasco de aquella cita, el Gobierno del surcoreano Moon Jae-in propuso pactar una declaración de paz -que no es jurídicamente vinculante, a diferencia de un tratado- como manera de reconducir el diálogo, una idea que se ha devuelto al cajón con la llegada al poder en 2022 del conservador Yoon Suk-yeol.

Perspectivas de diálogo

En la cumbre de Hanói, el expresidente estadounidense Donald Trump decidió no aceptar la oferta norcoreana de desarme, lo que en opinión de muchos expertos dejó una profunda cicatriz en Pionyang, que ha rechazado en los años siguientes cualquier oferta de diálogo y optado por avanzar en su modernización armamentística.

La falta de «confianza mutua» que dejó este desplante se ve exacerbada además por el hecho de que Corea del Norte, que puede ceñirse a sus políticas durante años o décadas apoyada en su régimen monolítico, encara un interlocutor que por contra está sujeto a los vaivenes propios de una democracia, ya sea a nivel legislativo o con cambios de Gobierno.

Corea del Norte ya vio cómo bloqueos en el congreso estadounidense echaron por tierra acuerdos que podrían haber ayudado enormemente a desactivar las tensiones hace dos décadas, pero el desaire de Trump parece escocer aún más en Pionyang por el hecho de haber movilizado al líder Kim Jong-un -con el enorme peso que eso conlleva dentro del régimen- para finalmente no firmar nada de relieve.

Así pues, la reconstrucción de esa confianza mutua es para muchos analistas la clave para tratar de traer de nuevo al hermético país a la mesa de negociación.

Escalada armamentista

En enero de 2021 Corea del Norte aprobó un plan de modernización armamentística que está deparando desde entonces la campaña de pruebas de armas más intensa de la historia del país, donde se han sumado ya importantes avances, desde proyectiles hipersónicos a misiles balísticos intercontinentales (ICBM) capaces de usar combustible sólido, mucho más eficiente que el líquido.

Seúl y Washington han respondido reiniciando los grandes ejercicios militares combinados que habían quedado aparcados merced a la fase de diálogo -y a la pandemia después- y retomando también el despliegue rotatorio de activos estratégicos estadounidenses como parte del mecanismo disuasorio de la alianza.

En este contexto se enmarca la reciente visita al Sur de un submarino con capacidad de ataque nuclear (la primera en 40 años) y el establecimiento de un Grupo de Consulta Nuclear (NCG), mecanismo para coordinar respuestas estadounidenses a posibles ataques del Norte, incluyendo la opción atómica.

A esto hay que sumar el incremento del gasto militar surcoreano tanto por parte del Ejecutivo anterior como del actual liderado por Yoon, que ha aprobado un aumento medio de casi el 7 % anual de aquí a 2028.

Corea del Sur, que ha acrecentado su presupuesto de defensa en casi un 40 % en la última década, se afianza así como décimo país que más invierte en este sector, tanto por volumen como en relación a su PIB.

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