Seúl y Washington escenifican el mayor simulacro de desembarco
EFE
Corea del Sur y EE.UU. exhibieron hoy, por primera vez en cinco años, un gran operativo de desembarco anfibio enmarcado en Ssangyong, una maniobras militares cuya escala se ha incrementado como advertencia a Pionyang, que ha mostrado su enojo con nuevos test de armas.
Al avanzar por la playa se escuchan consignas a través de un megáfono; es un grupo de surcoreanos animando a las tropas de ambos países y congratulándose de que estos ejercicios vuelvan a celebrarse por primera vez desde 2018.
Ssangyong (en coreano, «Doble dragón») dejó de ejecutarse entonces para favorecer el diálogo (hoy en vía muerta) con Pionyang, y aunque el régimen empezó a elevar el tono progresivamente desde 2019, la pandemia evitó después la celebración del simulacro.
Tras un 2022 en el que el régimen de Kim Jong-un realizó un número récord de lanzamientos de misiles y cuando los aliados volvieron a ejecutar ejercicios a gran escala, Seúl y Washington han optado este año por acrecentar aún más los despliegues dentro de sus grandes maniobras de primavera.
Eso implica retomar Ssangyong a lo grande, tal y como mostraron hoy a los medios los cuerpos de Marines de ambos países en la playa de Hwanjin, en la ciudad de Pohang (260 kilómetros al sureste de Seúl).
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— Arirang News (@arirangtvnews) March 29, 2023
Primero fue el turno de los cazas furtivos F-35 que, en un pestañeo, simularon realizar un bombardeo sobre la costa.
Después, los vehículos anfibios surcoreanos KAAV, desplegados desde el buque de asalto anfibio Dokdo (14.300 toneladas), arribaron a la orilla en tres oleadas y de ellos desembarcaron decenas de marines.
Algunos de ellos se toparon con la otra cara de la moneda; surcoreanos protestando por la presencia de tropas estadounidenses en el país, a las que consideran responsables de elevar la tensión en la península.
Se escuchó entonces el zumbido de los helicópteros Apache o las aeronaves de despegue vertical y aterrizaje Osprey, que partieron desde el USS Makin Island, navío de la Armada de los Estados Unidos de 40.000 toneladas apostado a escasos kilómetros de la costa, para dar apoyo aéreo a las operaciones de desembarco.
Del Makin Island partieron también los LCAC, aerodeslizador de rugido ensordecedor que transportó hasta la playa al último contingente de tropas y a un grupo de carros acorazados ACV (del inglés Vehículo de Combate Anfibio).
El capitán del Cuerpo de Marines estadounidense Kevin Buss quiso recordar hoy a EFE que Ssangyong es un ejercicio bianual que es «pura rutina», puesto que no ha variado en lo esencial en la última década.
Sin embargo, cabe destacar que los ejercicios, que durarán hasta el próximo 3 de abril y que implican en total 30 navíos, 70 aeronaves y unos 50 vehículos de asalto anfibio, han aumentado su escala en lo que respecta a las unidades participantes, pasando este año de brigadas a divisiones enteras (dos o tres veces más numerosas que las anteriores).
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Tratándose de una simulación en la que los marines desembarcan en territorio enemigo, resulta lógica la inquietud que puede despertar en Pionyang este año.
«Los imperialistas estadounidenses y sus títeres iniciaron un peligroso simulacro a gran escala», clamaron los medios del régimen tras el inicio de Ssangyong el pasado 20 de marzo. También calificaron a las maniobras de ensayo «real» para ocupar Corea del Norte, «desafiando las severas y reiteradas advertencias del gobierno, el ejército y el pueblo».
Pionyang tiene además otros motivos de peso para protestar, puesto que el portaaviones estadounidense de propulsión nuclear USS Nimitz va a estar toda esta semana realizando en ejercicios en aguas surcoreanas.
De ahí que el régimen haya realizado ya casi una decena de pruebas de armas (incluyendo las de un dron sumbarino atómico que asegura que es capaz de provocar tsunamis radiactivos) desde que se inició en el sur de la península la temporada de maniobras de primavera el pasado 13 de marzo.
Y así, el ciclo de provocación-respuesta entre ambas partes continúa perpetuándose sin final a la vista mientras el peligro de que se produzca un error de cálculo que tenga consecuencias fatales en la región va paralelamente en aumento.
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