El cigarrillo electrónico avanza en EEUU favorecido por vacío legal
WASHINGTON, (AFP) – «Me encanta la vida de soltera, pero no me gustan los besos con sabor a cenicero», asegura una ex modelo de Playboy, con pose seductora en un bar, mientras promociona una marca de cigarrillo electrónico.
Sexo y libertad: el ingenioso spot publicitario de los «e-cigs» de Lorillard, protagonizado por la presentadora de televisión Jenny McCarthy, muestra cómo las grandes tabacaleras se vuelcan a este nuevo producto, no regulado hasta ahora en Estados Unidos como los cigarrillos tradicionales.
En los últimos meses, los gigantes de la industria (British American Tobacco, Lorillard, Reynolds American, Altria) han lanzado sus cigarrillos electrónicos, con el mensaje de que pueden fumarse o «aspirarse» en todas partes, incluso en lugares donde fumar está prohibido o mal visto.
Al ser aspirado, el cigarrillo electrónico (o e-cigarrillo), que funciona a pila, dispersa vapor de nicotina en los pulmones.
«Vemos un potencial muy grande para este mercado a nivel nacional y en todo el mundo», asegura Richard Smith, portavoz de Reynolds American, casa madre de RJ Reynolds, quien recientemente lanzó su e-cigarrillo Vuse en Colorado (oeste) a modo de prueba.
«Los consumidores de tabaco claramente queremos productos fáciles de usar en una variedad de lugares y cuando uno lo desee», dice.
La batalla entre los gigantes de la industria y empresas emergentes, como NJOY de California, ya comenzó en Estados Unidos para disputarse un mercado por el momento menos desarrollado que en Europa, pero muy prometedor.
Las ventas de cigarrillos electrónicos en Estados Unidos podrían reportar este año unos 2.000 millones de dólares -esto es, un 2% del mercado del tabaco en el país- y se quintuplicarse para 2017, según analistas de Wells Fargo.
«El consumo de cigarrillos electrónicos podría superar el de los cigarrillos tradicionales durante la próxima década», estima el especialista del sector en Wells Fargo, Bonnie Herzog.
Barreras para el crecimiento
Sólo algunos modelos lanzados por los fabricantes encontrarán su lugar en un mercado todavía reducido, aseguran los expertos. «La innovación será un elemento clave del éxito», afirma Jim Raporte, presidente del fabricante de cigarrillos electrónicos Blu.
Pero algunas barreras pueden dificultar la expansión del mercado.
En las próximas semanas, la ATF, la agencia federal que regula el tabaco en Estados Unidos, podría proponer alinear la legislación sobre el cigarrillo electrónico con la de los cigarrillos tradicionales, muy restrictiva.
Eso implica que la distribución, venta y promoción de estos nuevos productos podría limitarse, llenando el vacío legal del que actualmente se benefician los e-cigs.
La publicidad de tabaco en televisión, por ejemplo, está prohibida desde 1971, pero los anuncios de cigarrillos electrónicos todavía están permitidos.
En febrero, la compañía NJOY emitió un spot publicitario para su «aspirador de nicotina» durante el Super Bowl, la gran final del Campeonato de football americano, uno de los eventos televisados más vistos en Estados Unidos.
Si estos nuevos productos se sometieran a una reglamentación estricta, se podría obstaculizar enormemente el desarrollo del mercado, comenta Des Naughton, presidente de Nicoventures, una filial de British American Tobacco (BAT).
Su competidor Reynolds American espera que la regulación se haga sobre «bases científicas sólidas».
El verdadero apetito de los fumadores por este nuevo producto también está en debate. Según las empresas del sector, muchos fumadores en Estados Unidos saben que los cigarrillos electrónicos existen pero pocos han dado el paso para cambiar sus hábitos.
«La sensación es muy diferente a la de un cigarrillo», opina Naughton, cuya compañía lanzó su propio modelo, llamado Vype. «Obviamente, muchas personas lo probaron y dijeron que no era para ellos», añade.
Los fabricantes en Estados Unidos diversificaron por lo tanto su oferta: los cigarrillos electrónicos son desechables o recargables, su diseño es retro o futurista y su sabor puede fluctuar desde la «piña colada» a la cereza.
Pero, advierte Naughton, aún se debe informar y seducir a los fumadores para convencerlos de «probarlo».