Venezolanas donan cabelleras antes que las «pirañas» ataquen
CARACAS, (AFP) – Sin poder contener las lágrimas al primer tijeretazo, Vanessa se deja cortar 40 centímetros de su pelo negro azabache. «Mejor darlo a niños con cáncer, que me lo roben las ‘pirañas'», dice esta joven que, como muchas venezolanas, teme a los asaltantes de cabelleras.
La muy loable jornada en favor de los niños con cáncer realizada este domingo contrasta con el pánico que siembran las historias sobre las llamadas «pirañas», una nueva modalidad de bandas que, tijera en mano y en plena vía pública, roban a las mujeres sus melenas para luego venderlas.
«¿Hasta dónde hemos llegado? Que haya quienes roben el cabello es una forma de caos. Cortármelo me pone nostálgica, pero es lindo colaborar para un niño que lo necesita», afirma a la AFP Vanessa Castillo, estudiante de odontología de 26 años.
Las alarmas se prendieron hace un mes en Maracaibo, la segunda ciudad más importante de Venezuela, en el estado Zulia (noroeste), donde surgieron las primeras denuncias de la existencia de bandas de robapelos, integradas por hombres y mujeres.
Se trata de todo un negocio: las trenzas de pelo son vendidas en locales y salones de belleza, para extensiones de cabellos, muy de moda en el mundo de la belleza, por cifras de entre los 3.000 bolívares y 7.000 bolívares (entre 470 y 1.000 dólares al cambio oficial), según el largo, estado y grosor del cabello.
«Uno cosa es darlo por su propia voluntad y otra que te golpeen para quitártelo. Una cola de cabello humano, natural, puede costar hasta 5.000 bolívares (800 dólares)», calculó Milagros Genao, peluquera de 49 años, mientras corta los mechones de Vanessa.
Como Vanessa, cientos de mujeres, y algunos hombres, acudieron al llamado de la Fundación Tu Cabello de Esperanza, que instaló en un salón del centro de Caracas a un grupo de peluqueros, encabezados por Ivo Contreras, estilista del Miss Venezuela y quien elabora gratuitamente las pelucas para los niños con cáncer.
«Las muchachas son sagradas»
En Venezuela, país famoso por su culto a la belleza, la conmoción ha sido tal que el propio gobierno debió tomar cartas en el asunto, luego de que la prensa local ha reproducido testimonios de mujeres que han sido golpeadas en Maracaibo para ser despojadas de sus melenas.
Hace unos días, el presidente Nicolás Maduro, le declaró la guerra a «las pirañas» y ordenó a la policía especializada en criminalística que investigue a «las mafias que le cortan el pelo a las muchachas».
«Ahora hay una campañita, les roban el cabello a algunas muchachas. Vamos a capturar a esa gente ¿Qué agresión es eso contra las muchachas? Las muchachas son sagradas», afirmó el presidente.
Maduro lo atribuyó a una campaña de «guerra psicológica en todo el país», cuya responsabilidad no precisó, pero afirmó que llegó al país desde Colombia y de sectores de la oposición venezolana en Miami.
Aunque se conocen algunos casos y se han habilitado intendencias para promover las denuncias, hasta ahora casi ninguna mujer ha acudido a las autoridades.
Pero, como medida preventiva, la policía vigila plazas y corredores públicos en Maracaibo. La prensa afirma que algunos casos ya se reportan en otras ciudades, como Caracas y Valencia (centro).
«Muchas han venido a donar su cabello por el miedo a ser agredidas en la calle, porque corren peligro. Eso es una nueva agresión contra la mujer, pedimos a las autoridades castigo», aseguró Contreras a la AFP.
Según el estilista, a su local llegó recientemente una mujer con una señal de agresión en la espalda. «Le trataron de robar su pelo y prefirió ir a cortárselo», añadió.
Algunos señalan que se trata de una campaña de desprestigio del país, considerado el más violento de Sudamérica, enmarcada en la polarización política. Lo cierto es que en Maracaibo e incluso en Caracas las mujeres ahora toman sus precauciones.
«He tratado de evitar al máximo ponerme en peligro, porque te toman a la fuerza, te agreden», dijo Ivón Galindo, informática de 27 años, quien con 30 centímetros de cabello castaño aportó su «granito de arena».
Para salir a la calle, Vanessa, Ivón y muchas otras melenudas se atan el pelo en el cuello, lo recogen en moños o lo ocultan con gorras.
«Que te roben el cabello es como si te estuvieran mutilando una parte de tu cuerpo», expresó Ivón.
Muy cerca de ella, Vanessa se pone de pie, mueve su cabeza mientras se mira en un espejo que le dio Milagros. «Algo me falta, pero siento algo lindo en el corazón. Me veo bella con mi nuevo look», sonríe orgullosa.