Test crucial para gobierno y oposición - 800Noticias
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CARACAS  (AFP) – El presidente venezolano, Nicolás Maduro, afronta este domingo su primer test electoral en un marco de elevada inflación y escasez puntual de productos básicos, siete meses después de haber sido ungido por el voto popular tras la muerte del «Comandante Supremo» Hugo Chávez.

Los comicios para definir autoridades de 337 alcaldías fueron elevadas a la categoría de plebiscito por la oposición, en una apuesta riesgosa que podría volverse contra los partidos aglutinados en la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), liderada por Henrique Capriles, quien perdió las presidenciales de abril por 1,5 puntos.

La «Revolución Bolivariana» de Chávez ha ganado regularmente casi todos los comicios y plebiscitos en los últimos 14 años en el país, que tiene las mayores reservas petroleras del mundo.

El chavismo controla más del 80% de los municipios y los escenarios prelectorales le auguraron que mantendrá al menos dos terceras partes, en especial luego de la «guerra económica» del presidente, quien ordenó rebajas compulsivas de precios y amenazó con encarcelar a especuladores.

Los opositores se atrincheran en ciudades grandes, entre ellas las dos principales aglomeraciones del país, consideradas las «joyas de la corona»: el distrito metropolitano de Caracas y la petrolera Maracaibo, que suman un sexto del padrón electoral.

Sin embargo, la defensa de esos dos trofeos frente al asalto gubernamental no está decidido, en especial en Maracaibo, donde el joven filósofo –doctorado en Italia y Francia– Miguel Pérez Pirela es un serio rival de la alcaldesa Eveling Trejo, esposa del conspicuo antichavista Manuel Rosales, exiliado en Perú.

El sábado, Capriles, desde su cuenta de Twitter, insistió en asignar un carácter de bisagra para el futuro venezolano a las municipales y haciendo, el vínculo con la fiesta católica del 8 de diciembre, pidió «que la Inmaculada Concepción nos ilumine mañana y expresemos ese cambio que queremos con nuestro voto».

En pie de guerra

La jornada electoral este domingo comenzaba para cientos de miles de jóvenes varias horas antes del amanecer, cuando se lanzaban a calles y avenidas de todas ciudades y pueblos venezolanos.

A diferencia de otros fines de semana, los transeúntes no regresaban de discotecas o bares, sino que marchaban a sus puestos en las Unidades de Batalla Bolívar Chávez (UBCH), eje de la formidable maquinaria electoral oficialista, integrada por casi 14.000 grupos.

En un país con 19 millones de votantes inscritos, sufragio optativo e histórica abstención del 50% en comicios locales, las UBCH tienen asignada la tarea de garantizar cinco millones de votos (o sea la mitad de los sufragios válidos teóricos), yendo a buscar a los simpatizantes chavistas allí donde se encuentren.

Las UBCH son la recreación «de viejas tácticas de partidos tradicionales para la organización político electoral, con la diferencia de que tienes además a funcionarios públicos en campaña y muchos recursos», había dicho esta semana a la AFP el jefe de campaña de Chávez en 1998, Antonio Luzardo.

El éxito de la maquinaria chavista se refleja también en los llamados que por tuit improvisaba la oposición el sábado en la cuenta @CaprilesPuntoTV, pidiendo a quienes tuviesen automóviles a inscribirse para movilizar votantes.

El ejército ocupa la escena

Para garantizar la seguridad, el gobierno de Venezuela desplegó 120.000 militares como refuerzo de las policías en todo el territorio, donde fueron instaladas casi 40.000 máquinas de votación.

Las medidas de seguridad incluyen ley seca durante tres días y medidas adicionales a la interdicción de portar armas, en un país cuya tasa de homicidios (54 anuales cada 100.000 habitantes) lo coloca como el tercero más violento de América Latina y por encima de naciones en guerra.

Los centros de votación permanecerán abiertos diez horas a partir de las 06H00 locales (10H30 GMT) y el Consejo Nacional Electoral (CNE) anticipa que los primeros resultados comenzarán a conocerse tres horas después del cierre de mesas a las 18H00 (22H30 GMT).

En Venezuela no hay encuestas de salida y el CNE tiene por costumbre difundir resultados solamente cuando son irreversibles. Y los resultados de los grandes «símbolos» estarán en primera línea de atención.

El contexto económico

Venezuela llegó a las elecciones con una inflación del 54% anual, presiones disparatadas sobre la cotización del dólar en el ilegal mercado paralelo, donde cotiza nueve veces más que en el controlado mercado oficial, y escasez puntual de productos.

Maduro, en picada en los sondeos hasta octubre, salió al contraataque en noviembre y tras definirse como «presidente justiciero», lanzó una ofensiva que forzó la baja de precios de televisores, zapatos o tornillos, censó comerciantes y amenazó con prisión a díscolos.

Encuestas privadas a las que tuvo acceso la AFP detectaron que la panoplia de medidas populistas, que apuntan básicamente a la clase media, habrían frenado la caída de la intención de voto de los candidatos oficiales e incluso revertido la tendencia.

 

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