Rafael Ramírez
Rafael Ramírez, quien puso la industria petrolera al servicio de la política chavista y manejó la mayor bonanza proveniente del crudo en la historia de Venezuela, fue el gran sacrificado en los cambios del Gabinete Ejecutivo que anunció el presidente Nicolás Maduro.
Después de ser juramentado en julio de 2002 como ministro de Energía y Minas,-actualmente Ministerio del Poder Popular de Petróleo y Minería-, y de ejercer la Presidencia de Petróleos de Venezuela desde el 20 de noviembre de 2004, uno de los hombres más cercanos del fallecido mandatario Hugo Chávez ahora asumirá funciones en el Ministerio de Relaciones Exteriores.
Fue sustituido en el despacho de Petróleo y Minería por Asdrúbal Chávez, hermano de Hugo Chávez, y en la Presidencia de Pdvsa por el ingeniero geofísico Eulogio Del Pino.
Pero además, como parte del llamado “Sacudón” del Gobierno, Ramírez también fue destituido de la Vicepresidencia Económica, cargo que ejercía desde 2013. El puesto lo asumió Rodolfo Marco Torres, que fue ratificado como ministro para la Economía, Finanzas y Banca Pública.
El conocido como “El flaco”, nacido en el estado Trujillo, inició su actividad profesional en Intevep, filial de investigación y desarrollo de Pdvsa, donde fue asignado al manejo de crudos extrapesados en la Faja Petrolífera del Orinoco. Además, fue presidente fundador del Ente Nacional del Gas (Enagas), organismo encargado de la estructuración del Plan Nacional del Gas y responsable del diseño, desarrollo y promoción de la política del Estado para este sector.
Durante más de 12 años, Ramírez manifestó su lealtad al chavismo y su misión de politizar la empresa petrolera. Fue el autor de la expresión “rojo rojito”, cuando le exigió al personal de Pdvsa, en una conferencia privada en noviembre de 2006, manifestar su lealtad incondicional a la “revolución”.
Ingeniero mecánico de 51 años de edad, graduado en la Universidad de Los Andes en 1989 y con maestría en Estudios Energéticos de la Universidad Central de Venezuela, fue incluido en 2013 en la lista de las 500 personas más poderosas del mundo, según la revista Foreign Policy, por su condición de presidente de Pdvsa y el poder económico que ello conlleva.
Logró mantenerse al frente del sector petrolero -que provee 96% de las divisas de la economía nacional y financia el gasto público y los programas sociales del Gobierno-, a pesar de las adversidades, como la explosión el 25 de agosto de 2012 en la refinería de Amuay, la mayor de Venezuela y unas de las cuatro más grandes del mundo. El accidente, que causó la muerte de al menos 42 personas, generó una lluvia de críticas a su gestión y peticiones de renuncia por parte de la oposición.
Durante su mandato, se inició un proceso de expropiaciones a empresas como Exxon, ConocoPhillips, Shell, Eni, Chevron o CNPC. Con ConocoPhillips y Exxon hay disputas millonarias en tribunales de arbitraje internacionales que todavía no se han resuelto.
Es uno de los responsables del control de cambios vigente desde 2003 y quien anunció la nueva estructura del sistema cambiario. Dejó por resolver el incremento del precio de la gasolina, que se suma a la alta inflación y el desabastecimiento que enfrenta el país. En diciembre de 2013 propuso un debate nacional sobre el aumento del combustible, porque ─argumentó─ el subsidio de la gasolina provoca pérdidas de más de 12 millardos de dólares al Ejecutivo. En junio de 2014, dijo que su ajuste “está en discusión”.
Ahora su papel estará más enfocado en la política, tanto exterior ─desde la Cancillería─, como en interior ─como vicepresidente de la Soberanía Política─. Un nombramiento que, para muchos, sería un ascenso, pero para el hombre que manejó los hilos ─y las finanzas─ del petróleo nacional podría no ser tanto.
Información El Nacional