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Mujeres sin poder

 

El rol de la mujer en la sociedad venezolana siempre ha tenido un rol protagónico, hasta el extremo de ser considerada como una sociedad matriarcal o matriarcado obligado por la tradición machista criolla de la paternidad irresponsable, la cual ha convertido a la mujer venezolana en padre y madre a la vez. La mujer venezolana ha sido digna de los mejores elogios por su valentía y su capacidad de lucha, especialmente en los años recientes cuando las féminas decidieron tomar la iniciativa y liderar las luchas sociales contra los abusos del poder que pretendía tomar en sus manos la formación de sus hijos. Aún recordamos con orgullo aquel efectivo ejemplo de organización ciudadana y su eslogan “Con mis hijos no te metas”, cuya contundencia forzó al régimen a renunciar a sus pretensiones en ese momento de la historia. Sin embargo, la mujer ha sido víctima en este vetusto gobierno de incontables vejaciones y humillaciones que desdice mucho de nuestro país como sociedad de valores para el bien común.

Son cada día más recurrentes los ejemplos que lamentablemente vemos a nuestro alrededor en una Venezuela que no pareciera capaz de albergar sentimientos tan innobles. La falta absoluta de respeto hacia las mujeres en todos los espacios públicos, las agresiones de las fuerzas represivas del régimen a las ciudadanas que ejercen su derecho constitucional a la protesta, la escasez y carestía de productos de primera necesidad, la constante masacre de que son objeto nuestros jóvenes, el desmembramiento de familias a manos del hampa fomentada por el mismo gobierno son algunos de los flagelos que sufren las mujeres en nuestro país. Es ahí, en esas colas interminables para tratar de adquirir algún producto de la cesta básica, en los hospitales y morgues cuando deben someterse al dolor infinito de reconocer el cuerpo de un hijo, donde el resentimiento aflora como un triste antifaz en sus rostros marcados por la amargura y la resignación.

Como consecuencia directa de lo anterior, el comportamiento de la mujer venezolana ha sido objeto de una transformación radical como estrategia de defensa ante las injustas agresiones recibidas, denominadas en el argot jurídico como “violencia de género” aunque no tomadas en consideración por los responsables de la administración de justicia para sancionarlas de la manera debida. Percibimos en la actualidad a una mujer venezolana irascible, en ocasiones violenta, y, lo más grave, cómplice de los irrespetos y malos tratos de los  hombres por necesidad de ubicarse a su mismo nivel. Ello hace que sea común ver a mujeres transportándose en motocicletas con niños pequeños a riesgo de sus vidas, mujeres ejerciendo oficios propios de los hombres para poder sobrevivir, en muchos casos dejando a los niños solos en la casa, o a los hijos adolescentes sin supervisión ni horario.

Si queremos tener en el futuro una sociedad digna, es tiempo de devolver a la mujer el respeto y consideración que merece como pilar fundamental de la familia venezolana y digna luchadora en todos los espacios de la vida nacional, contribuyendo al desarrollo de la nación.

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