“La corrupción es una razón de la crisis económica”
El cardenal Jorge Urosa Savino, que ayer envió su mensaje navideño, expresó preocupación por la situación del país. “Una de las causas de la crisis económica es el gravísimo pecado de la codicia, el afán desenfrenado de dinero fácil, que lleva a la corrupción, al robo de los recursos de la nación, a la especulación, a exigir precios exorbitantes. Estamos en un ambiente sociomoral de laxitud, de poca conciencia de la maldad de esas acciones”, señaló.
El arzobispo de Caracas añadió que la crisis ocurre cuando hay cuantiosos ingresos provenientes del petróleo. Dijo claramente que las conductas ilícitas contra los recursos del Estado constituyen expresiones de pecado.
“Debemos recordar que todo eso es pecado, que nos separa de Cristo, nos hace vulgares delincuentes, y que Dios lo castiga”, advierte en el mensaje.
Llamó a rechazar la maldad de la codicia, del robo y de la corrupción.
Exhortó a que durante este tiempo de Navidad se reflexione sobre las “plagas” que afectan la situación sociomoral de los venezolanos, se escuchen y acojan en el corazón los mandamientos de Dios, que llaman a “no robar” y “no matar”.
Urosa también rechazó el ambiente de violencia cuando se reacciona de manera desproporcionada ante las ofensas o las contrariedades. Destacó que esas expresiones traen consecuencias, entre ellas el odio, el asesinato, la delincuencia y la destrucción de los demás.
Pidió de manera especial por los presos en las cárceles venezolanas: “Para que los funcionarios del Estado resuelvan los problemas graves que aquejan a nuestras prisiones”.
Reconciliación. El cardenal destacó que la Navidad es un tiempo propicio para acercarse al sacramento de la renconciliación.
“La Iglesia nos invita a todos a prepararnos para una celebración auténtica, feliz y provechosa de la Navidad. La Navidad, queridos hermanos, es mucho más que los festejos, excesos y gastos que acompañan estos días. Es preciso que pidamos a Dios que aumente nuestra fe. Y que, con su ayuda, nos mantengamos firmes en la fe, a pesar de las dificultades de nuestros tiempos. Nuestra fe está amenazada por los embates de la superstición, por la ficción de la nueva era. También está amenazada por la expansión de la santería, que es una religión distinta y contraria al cristianismo, incompatible con la fe en Cristo. Y está amenazada también por nuestra debilidad humana”.
Información El Nacional