Denuncias por robo no reflejan lo que pasa en la realidad
Durante los primeros cinco días de agosto de 2014, en las nueve subdelegaciones del Cicpc de Caracas, solo se recibieron 58 denuncias por robos, en 26 de ellas, a las víctimas les quitaron sus teléfonos celulares de última generación.
Para cualquiera que viva en la capital venezolana la cifra de denuncias puede resultar risible, pues la realidad es que este delito ha ganado tanto terreno en la cotidianidad, que ni siquiera estando dentro de sus casas, las personas están exentas de convertirse en víctimas.
«La población asume el robo como un mal menor, frente a toda las situaciones graves que se viven hoy en día. Lo dramático de la sociedad venezolana es el auto consuelo y cuando dice ‘menos mal que no te pasó más nada’. Esto refleja el aplastamiento y la renuncia a reclamar los derechos», expresó el sociólogo Roberto Briceño León, director del Observatorio Venezolano de Violencia.
Entre los casos denunciados durante los primeros días de agosto, una víctima reportó que un grupo de hombres armados ingresó a su casa, en La Tahona, al sureste de Caracas. Después de someterlo se llevaron una pistola, relojes de marca, un iPod y 5 mil bolívares.
El afectado cumplió con su deber de acudir a la subdelegación de Santa Mónica a formular la denuncia, pues solo así los policías saben dónde y cómo actúan los delincuentes.
«La gente no denuncia porque siente que va a perder el tiempo, pero también es culpa de los cuerpos policiales, porque desestiman a la víctima y no la atienden», comentó el comisario Vicente Álamo, ex subdirector del Cicpc
Comida, y hasta una prótesis
A pesar de que son los teléfonos celulares los objetos más buscados por los ladrones en Caracas, entre las denuncias recibidas por el Cicpc, también se reportaron casos en los que los delincuentes le quitaron a las víctimas comida, bolívares, dólares, computadoras, joyas y hasta una prótesis auditiva.
Este último objeto se lo robaron a un hombre que caminaba por el bulevar de Caricuao el pasado 5 de agosto. Un día antes, en Los Magallanes de Catia, un grupo armado se robó 131 kilos de pollo y en la avenida El Atlántico de Catia otros delincuentes se llevaron algunas cajas de queso y jamón.
«La impunidad y la conciencia cultural de que no va a pasar nada, ha propiciado que los delitos sean cometidos por personas que no son realmente delincuentes -aunque suene paradójico-, sino que lo hacen porque se les presenta la oportunidad y no tienen temor del castigo, porque saben que nadie los atrapará», dijo Briceño León.
El 1° de agosto a una víctima le robaron 200 dólares a la salida de la agencia de Banesco de la avenida San Martín. Tres días después a otra persona también le quitaron 500 dólares al salir de la misma agencia.
A partir de estas denuncias, las autoridades policiales deberían estar atentas a una posible complicidad entre personal de esta agencia y delincuentes.
«Los delitos han aumentado, pero con casos de robos y hurtos la gente se abstiene y renuncia a sus derechos. Las causas son múltiples, pero la que más ha incidido en esta situación que vivimos es la desconfianza hacia las instituciones», advirtió el comisario Álamo.
Quieto es quieto
Los expertos consideran que parte del incremento en la comisión de robos también obedece al miedo que sienten las personas de ser agredidos físicamente por los delincuentes. Prefieren perder un bien material, que resistirse y exponerse a ser asesinados.
El pasado 4 de agosto, en el Centro de Caracas y a plena luz del día ocurrieron dos hechos que fueron denunciados. El primero, frente a la iglesia Corazón de Jesús. Delincuentes armados robaron varios bultos de bisutería. Casi simultáneamente, en un comercio adyacente a la Plaza Bolívar otro grupo armado se robó once bultos de pantalones de jeans.
«Cuando el delincuente pide algo, la gente se lo da porque tiene miedo, pánico, de perder la vida, la puedan herir, porque no es algo extraño en la sociedad y todos sabemos que hay gente a la que le pasa. El ladrón ya no consigue resistencia, pero creo que en este momento la sociedad debe reclamar sus derechos ante unas autoridades que no cumplen con las cosas mínimas de su trabajo», sugirió Briceño León.
Información El Universal