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Presionada por protestas, brasileña Rousseff abriría mercado laboral a extranjeros

SAO PAULO (Reuters) – Puede que las protestas de este mes no transformen Brasil en el país más justo y eficiente que reclaman los manifestantes.

Pero podrían acabar abriendo las puertas de Brasil a miles de profesionales extranjeros que la mayor economía de América Latina necesita desesperadamente para volverse más competitiva.

Intentando aplacar la frustración de más de un millón de manifestantes furiosos por el gasto excesivo en preparativos para la Copa Mundial del 2014 y la mala calidad de servicios públicos como la salud, la presidenta Dilma Rousseff anunció esta semana que contrataría médicos extranjeros para mejorar rápidamente la cobertura.

«Es una acción de emergencia», dijo Rousseff en un discurso transmitido por televisión, «considerando la gran dificultad que estamos enfrentando para encontrar médicos en número suficiente o dispuestos a trabajar en las áreas más remotas del país o las zonas más pobres de nuestras grandes ciudades».

La importación de médicos de países como España, Portugal o Cuba solucionaría problemas como el de Imperatriz, una ciudad de 250.000 habitantes en el empobrecido nordeste de Brasil que no encuentra un pediatra para la unidad de cuidados intensivos de su hospital municipal. El puesto con un salario de 30.000 reales mensuales (13.500 dólares) lleva más de un año abierto.

Pero sobre todo aceleraría dramáticamente los planes de modernizar las anticuadas reglas migratorias de Brasil para facilitar la contratación de mano de obra extranjera en sectores estratégicos como la construcción y la industria del petróleo.

«El país sufre una gran crisis de competitividad y uno de los puntos es la disponibilidad de mano de obra especializada», dijo Thomaz Zanotto, del lobby industrial brasileño FIESP.

«Una de las formas de hacerlo es suplir la falta de mano de obra con profesionales altamente cualificados disponibles en otros países», dijo en un reciente seminario sobre el tema.

El ineficiente sistema de educación brasileño, dicen los expertos, es simplemente incapaz de satisfacer la demanda de mano de obra para sacar a la economía brasileña del estancamiento y retomar el crecimiento promedio de un 4 por ciento de la última década.

En sectores como la ingeniería las universidades forman cada año 20.000 profesionales menos de los que demanda el mercado. Y el Gobierno calcula que el país acumula un déficit de 54.000 médicos en la última década.

Rousseff sabe que su propuesta encontrará resistencia. Tras su anuncio del lunes los médicos brasileños amenazaron con ir a la huelga, una muestra de los desafíos que podría enfrentar cuando decida abrir otros sectores del mercado laboral.

Brasil, una ex colonia portuguesa, se nutrió por siglos de esclavos africanos e inmigrantes llegados de Europa y hasta de Japón. La diversidad racial es tan fuerte que los pasaportes del país son altamente codiciados en el mercado negro, porque cualquiera puede hacerse pasar por brasileño.

Pero hoy los extranjeros representan apenas un 0,3 por ciento de la fuerza laboral de Brasil, contra un promedio internacional de un 3 por ciento, según cifras de Naciones Unidas. En países receptivos a los inmigrantes como Canadá un 21,3 por ciento de los trabajadores son extranjeros y en Estados Unidos un 13,5 por ciento.

RESISTENCIA MEDICA

Apenas un 1,79 por ciento de los médicos de Brasil, por ejemplo, son extranjeros, comparado con un 37 por ciento en Canadá o un 25 por ciento en Estados Unidos.

Y las autoridades dicen que hay mucho espacio para crecer, pues la cobertura es hoy de apenas 1,8 médicos por cada 1.000 habitantes concentrados en los estados más ricos del sur del país.

«Existen estados como Maranhão donde el índice de médicos por cada 1.000 habitantes llega a 0,58, muy por debajo de la media brasileña», dijo Fernando Menezes, secretario adjunto de gestión del trabajo del Ministerio de Salud, en una entrevista. «Y eso no va a ser corregido con una redistribución de los médicos que ya están en el mercado».

Por eso las autoridades quieren reforzar la salud pública -de la que depende al menos un 75 por ciento de los 194 millones de brasileños- con profesionales de España y Portugal, países con más del doble de médicos per cápita de Brasil donde la crisis disparó el desempleo a niveles estratosféricos.

Pero Roberto D’Avila, el presidente del Consejo Federal de Medicina que reúne a los 400.000 profesionales del país, dice que el Gobierno está en realidad tratando de esconder la baja inversión e incompetencia administrativa.

«Portugueses y españoles no vendrán debido a las condiciones de trabajo», dijo en una entrevista. «Todo esto está siendo armado para justificar la venida de cubanos, sin la exigencia de un examen de reválida».

Las autoridades flotaron a comienzos de este año la idea de traer hasta 6.000 médicos de Cuba, un país que desarrolló una fuerte industria de exportación de servicios médicos pero cuya calidad ha sido cuestionada por el Consejo Federal de Medicina brasileño. D’Avila dice que en algunos casos tienen la formación de «una enfermera nuestra».

La solución no convence siquiera a Alison Soto, el director del hospital municipal de Imperatriz, la ciudad de Maranhão sin el especialista pediátrico desde hace un año.

«Traer médicos de fuera agravará el sistema de salud», dijo en una entrevista telefónica desde la ciudad agrícola a 2.300 kilómetros al norte de Sao Paulo. «Es una visión distorsionada del Gobierno».

CAMBIO DE MENTALIDAD

Pero independientemente de lo que ocurra con los médicos, las proyecciones sobre la apertura del mercado laboral brasileño dan vértigo. Para alcanzar el promedio internacional de un 3 por ciento de la fuerza laboral extranjera, Brasil tendría que importar 6 millones de profesionales.

Las autoridades reconocen que Brasil ni siquiera tiene aeropuertos capaces recibir esa cantidad de inmigrantes, pero mecanismos para agilizar los trámites se están discutiendo a pasos de la oficina de Rousseff.

«Brasil debe tener un flujo migratorio 10, 15, 20 veces mayor del que tiene ahora. Y para siempre», dijo a Reuters el secretario de Asuntos Estratégicos de la presidencia, Ricardo Paes de Barros. «Tenemos que crear un sistema que oxigene la sociedad y la economía brasileña».

Y en los últimos seis meses Brasil ya dio algunos pasos en esa dirección, facilitando la obtención de visas temporales de trabajo por hasta tres meses y permitiendo que trabajen los cónyuges de los profesionales extranjeros.

Paes de Barros, un economista de la Universidad de Yale, quiere simplificar al máximo la contratación de profesionales extranjeros, crear visas especiales para la prospección de empleo y ofrecer permisos de trabajo a los extranjeros que estudien en Brasil.

«La estrategia brasileña es atraer el máximo posible», dijo. «Si en Brasil entraran 250.000 personas por año como en Canadá, demoraríamos más de 25 años para llegar a la media mundial».

Pero no alcanza con cambiar la legislación. Brasil tiene que volverse un país atractivo para los extranjeros. Y según datos exhibidos por Paes de Barros en una reciente conferencia en Sao Paulo, Brasil ocupa el 27º lugar en un ranking de interés para profesionales extranjeros liderado por Suiza, Singapur y Estados Unidos.

Pese a la fuerte demanda, los profesionales extranjeros suelen quejarse del astronómico costo de vida en las grandes ciudades de Brasil, la violencia y el tránsito infernal. Además, con un crecimiento económico de apenas un 0,9 por ciento en el 2012, el horizonte del gigante sudamericano tampoco pinta tan optimista como hace un par de años.

«Podemos tener la legislación más amigable del mundo, pero nadie queriendo venir», dijo Paes de Barros. «No solo tenemos que entregar las invitaciones, sino garantizar que la fiesta será buena».

Fuente: Reuters

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