Descubridor del Ébola no teme epidemia importante fuera de África
LONDRES, (AFP) – El profesor belga Peter Piot, uno de los descubridores del virus del Ébola, descartó en entrevista con la AFP una epidemia fuera del continente africano, y pidió que las vacunas y los tratamientos experimentales, prometedores en los animales, sean ensayados en los seres humanos.
Aunque una persona portadora del Ébola viaje hasta Europa, Estados Unidos u otra región de África, «no creo que eso pueda causar una epidemia importante», declaró a la AFP este científico que actualmente dirige la prestigiosa Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres.
Peter Piot descubrió el virus del Ébola en 1976, cuando tenía sólo 27 años. Luego fue director del programa ONUSIDA de las Naciones Unidas.
«Yo no estoy muy preocupado ante la idea de que el virus se difunda aquí en la población», añadió.
«No me preocuparía estar sentado en el metro junto a una persona portadora del virus del Ébola mientras no me vomite encima o algo de ese tipo», sostuvo, recordando que se trata de «una infección que requiere un contacto muy cercano».
Descubrir si los tratamientos experimentales funcionan
El profesor Peter Piot recordó que existen varias vacunas y tratamientos experimentales contra el Ébola que dieron resultados prometedores en los animales y propuso ensayarlos en los seres humanos en las zonas afectadas.
«Creo que ha llegado la hora, al menos en las capitales, de ofrecer esos tratamientos para un uso compasivo (una reglamentación que permite hacer legal la utilización de medicamentos no autorizados), pero también para descubrir si son eficaces para estar preparados para la próxima epidemia», afirmó.
Según este experto, la historia reciente de Liberia y de Sierra Leona complica los esfuerzos desplegados para luchar contra el virus que puede ser mortal para 25 a 90% de la población afectada y que ya dejó 729 muertos en África occidental.
«No olvidemos que esos países salen de décadas de guerra civil», dijo.
«Liberia y Sierra Leona tratan ahora de reconstruirse y por lo tanto hay una falta total de confianza en las autoridades que, sumada a la pobreza y a los servicios de salud mediocres, es en mi opinión la causa de esta gran epidemia», sostuvo.
En 1976, este investigador, que trabajaba en un laboratorio en Amberes (Bélgica), contribuyó a aislar un nuevo virus, llamado más tarde Ébola, en una muestra de sangre procedente de una religiosa católica fallecida en Zaire, que luego se convirtió en la República Democrática del Congo.
Luego viajó a Yambuku, una aldea de la provincia ecuatorial del ex Zaire, donde el virus del Ébola mataba a «una persona de cada diez o de cada ocho».
«Yo tenía miedo, pero tenía 27 años, a esa edad crees ser invencible», recordó.
Los investigadores se habían dado cuenta de que la mayoría de las personas infectadas eran mujeres de entre 20 y 30 años que frecuentaban una clínica para consultas prenatales.
Se descubrió que el virus había sido transmitido a través de un puñado de agujas que estaban mal desinfectadas y que eran utilizadas varias veces hacer inyecciones a mujeres embarazadas.
Otra cadena de contaminación estaba vinculada a las prácticas funerarias. «Una persona que murió del Ébola tiene el cuerpo cubierto del virus a causa de los vómitos, la diarrea y la sangre», explicó.
«Está claro que nuevos virus surgen constantemente y que el Ébola regresará, ojalá que no sea con esta magnitud», advirtió.
La actual epidemia se declaró a comienzos de este año en Guinea, antes de extenderse a Liberia y luego a Sierra Leona, tres países vecinos que hasta este jueves totalizaban 1.300 casos, 729 de los cuales mortales, según el último balance de la Organización Mundial de la Salud.