Fito Páez puso arder Caracas
Caía la noche del sábado cuando Aditus apareció en la tarima del anfiteatro del Sambil.
La banda, con cuarenta años de fundada, reclamó para sí aplausos y coros de los asistentes durante su presentación, compuesta por una decena de canciones, incluyendo las afamadas No te vayas ahora -cantada a capela por el público-, No te pueden apagar y Cada minuto, cada hora.
La conexión entre los músicos y los caraqueños fue tal que la agrupación parecía ser la protagonista de la noche. Una vez finalizado su show, su presencia con un rezo colectivo por «otra» canción más. «Algo eléctrico» que sirvió para encender la chispa que desencadenaría en el espectáculo de Fito Páez.
Como un inglés, el astro del rock latinoamericano se plantó en el escenario a las 8 en punto de la noche, luego de escuchar los vítores de «¡Oeeeh, oeeeh, oeeeh. Fitooo, Fitooo!» y de que su guitarrista y su baterista calentaran a la masa.
Vestido como el fuego, con colores rojos y blanco, el cantante argentino dio inicio a su espectáculo con la fuerza de su Rock and roll revolution, tema que le da nombre a su vigésimosexto álbum y a la gira que lo trajo de vuelta a la capital venezolana, un año después de su última visita.
Aunque prometió cantar sus canciones nuevas, apenas presentó un par de ellas. El repertorio apostó por lo seguro: sus éxitos más sonados.
Sobre el piano, al lado de una mesa con seis vasos con agua llenos hasta la mitad, y luego de interpretar un par de temas, elogió a la luna que adornaba el cielo del sábado y recordó la época en la que vino a Venezuela a producir el disco El amor ya no existe (1987) de Sentimiento Muerto, el disco más vendido de la historia del rock nacional hasta 2006. «Al final, tengo la suerte de que mi vida esté ligada a esta ciudad. Siempre es emocionante venir a cantar mis canciones», dijo antes de interpretar Rueda mágica.
Fito, intranquilo como se le conoce, recorrió la tarima dando pequeños saltos y palmadas al aire mientras cantaba, aupando a sus espectadores a que disfrutaran el momento tanto como él parecía hacerlo. Entre canción y canción, se paraba al borde del escenario para incentivar a sus fans a que le acompañaran en su interpretación. Con los dedos como batutas, infundía al público la llama que necesitaba para encenderse completamente.
Aprovechó un momento de euforia de los presentes para darle vida a uno de sus más recientes temas, titulado Arde, el cual comienza con la frase «Arde Caracas, arde tu corazón», pero pocos se la sabían. «No a la guerra con amor /No a la muerte y al dolor», seguía con la canción. «Ya sé que nadie sale vivo de aquí», cantaba.
El cantautor, original de la ciudad argentina de Rosario, agarró su guitarra para interpretar La mejor solución y otros temas como Yo vengo a ofrecer mi razón.
Para cuando tocó el turno del tema Naturaleza sangre, el músico salió a escena con una vestimenta mayormente negra, lo que dio paso a una etapa más rocanrolera del show que comprendió entre otros, el himno Al lado del camino.
Con Mariposa technicolor, dos horas y 19 temas después (sin fallas técnicas),se despidió del público venezolano. «Gracias por dejarme vivir tantos años en sus corazones», expresó.
Fuente: El Universal