Sistema mundial de alerta de tsunamis avanza a paso firme
Miami, Estados Unidos | AFP | El tsunami que devastó las costas del Océano Índico en 2004 trajo mejoras en la cooperación internacional y en las técnicas para detectar olas capaces de impactar costas lejanas, aunque los científicos todavía no pueden predecir cuándo golpeará un terremoto.
Hace una década, los científicos no contaban con un sistema de alerta de tsunamis que funcionara en el Océano Índico, ya que esa zona no había registrado este tipo de fenómenos en su historia reciente.
El principal órgano de control a nivel mundial, el Centro de Alertas de Tsunamis del Pacífico (con sede en Hawái), se enfocaba en áreas volátiles susceptibles de experimentar terremotos a lo largo del Cinturón de Fuego del Pacífico, incluyendo Japón y Sudamérica.
«No estábamos en una buena posición para responder rápidamente a un evento de esa magnitud», dijo a la AFP Mike Angove, director de una de las áreas del programa de tsunamis de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA, en inglés).
Luego del desastre, los expertos en tsunamis comenzaron a monitorizar el Océano Índico, mientras la comunidad internacional establecía un nuevo sistema que finalmente fue implementado en 2013.
Australia, Indonesia e India son ahora los encargados del órgano de control, conocido como el Sistema de Alerta de Tsunamis del Océano Índico.
Estados Unidos ha prácticamente duplicado su personal en el Centro de Alertas de Tsunamis del Pacífico de 8 a 15 personas, y sus sedes en Hawái y Alaska siguen trabajando 24 horas por día, siete días a la semana.
También se han redoblado los esfuerzos internacionales para establecer un centro de alerta de tsunamis en el Mediterráneo.
«La comunidad científica de expertos en tsunamis ha explotado desde 2004», señaló Eddie Bernard, científico emérito de la NOAA, durante una reunión de la Unión Geofísica estadounidense en San Francisco esta semana.
«Había probablemente unos 100 científicos en 2004, ahora hay por lo menos 1.000», apuntó. Actualmente «hay toda una generación de expertos dedicados a este problema».
Aunque los científicos aún no pueden predecir cuándo ocurrirá un terremoto que desate un tsunami, para advertir a la población costera y que pueda huir, ahora es capaz de predecir mejor las olas que se expanden hacia costas lejanas, señaló Angove.
«Hemos hecho un progreso increíble respecto a ese asunto, porque podemos identificar las olas mientras se mueven a través del océano profundo, modelarlo y obtener pronósticos significativos para las costas lejanas, y eso podría estar tan cerca como una hora de distancia», explica.
Estas olas se pueden detectar con la ayuda de las boyas DART (Deep-ocean Assessment and Reporting of Tsunamis). Cada unidad tiene un medidor de presión ubicado en el fondo del mar que detecta la actividad tsunámica y envía información a la boya en la superficie mediante un transmisor acústico.
A partir de allí, la boya transmite los datos por satélite a los centros de alerta de tsunami de Estados Unidos en Hawái y Alaska, desde donde se difunde por Internet.
«En 2004 había sólo seis boyas» y «en 2014 hay 60», precisó Bernard, destacando además que ahora unos nueve países participan del sistema DART.
El control internacional también ha mejorado.
En 2011, tras el terremoto de 9 grados de magnitud que golpeó Japón, «hubo tres boyas DART que detectaron el tsunami primero. Dos boyas estadounidenses y una rusa», explicó Bernard.
«Los rusos compartieron su información con nosotros y la usamos para nuestro pronóstico», relató.
Angove dijo que en 2011 los científicos lograron «modelar muy precisamente» la ola que venía desde Japón y brindar una alerta localizada dirigida a personas en áreas específicas de la costa oeste de Estados Unidos antes de que llegara.
«Creo que es posible argumentar que se perdieron menos vidas y propiedades gracias a que tuvimos esa capacidad», afirmó.
En 2013, la NOAA -que invierte unos 25 millones de dólares anuales en operaciones relacionadas con tsunamis- implementó un nuevo sistema para predecir las inundaciones, que permite proyectar cómo será el comportamiento del agua cuando llegue el tsunami y cuán probable es una inundación.
Muchos creen que la tecnología será cada vez mejor.
«Si el mismo tsunami ocurriera hoy en el Océano Índico, creo que igual se perderían muchas vidas, pero serían en el orden de decenas de miles, y no 240.000», afirmó Vasily Titov, director del Centro de Investigación de Tsunami de la NOAA en Seattle.
«Ya hemos desarrollado tres generaciones de boyas de alerta y estamos trabajando en la cuarta generación», indicó.
Titov agregó que ubicar las boyas más cerca de las fallas geológicas permitiría ahorrar valiosos minutos en el tiempo que lleva emitir una alerta.