Pakistán se moviliza contra el «crimen de honor»
«Acción inmediata» ha prometido el primer ministro de Pakistán, ante el asesinato por honor de Farzana Iqbal a manos de sus familiares, a pocos pasos del Tribunal Superior de Lahore. «Es un crimen inaceptable y quiero un informe en mi mesa esta misma noche», le ha exigido Nawaz Sharif al jefe de gobierno de Punyab -su hermano Shahbaz- saltándose el guión que sólo le obliga a condenar atentados terroristas.
Dicho informe reserva un giro aún más morboso: el marido de Farzana, Muhammad Iqbal, también es un asesino. Según confesión propia, hace seis años mató a su primera esposa y madre de sus cinco hijos, aunque lo hizo «por el amor de Farzana». Grupos de derechos humanos protestan ahora contra la posibilidad de que los asesinos de la joven Farzana puedan eludir la cárcel en caso de ser perdonados por Iqbal, como prevé la ley. El propio viudo asesino ya eludió la cárcel gracias al perdón de su hijo mayor, encontrando cobijo en la familia de la que fue su fugaz esposa -cuyo matrimonio había sido apalabrado con un primo-.
Aun así, Sharif no es el único que se pregunta cómo es posible que una mujer sea linchada en la principal avenida de Lahore, ante una de las instituciones mejor custodiadas del país.
«Observaban en silencio», ha declarado el viudo, un campesino de Jaranwala. «Él y los suyos -unos diez- fueron los primeros en ponerse a salvo», han replicado fuentes policiales. Farzana, que estaba embarazada de tres meses, fue linchada por una veintena de parientes, que la esperaban dentro de varios coches cuando iba a prestar declaración. El primer ladrillazo en el cráneo se lo propinó, al parecer, una prima, dijo uno de sus hijastros. «No me matéis, os daremos más dinero», chilló, inútilmente. Sus hermanos y su padre la remataron.
Quince días antes, la jauría de parientes -la mayoría de los cuales están huidos- ya había agredido a la pareja, en su primera citación judicial. La policía los soltó sin cargos. El fatídico martes, Farzana volvía a testificar a favor de su marido, rechazando que hubiera sido secuestrada.
Mientras, en India, ayer salió a la luz la violación de dos primas de 14 y 15 años, a manos de cinco hombres en Katra, norte del país. Sus cuerpos fueron hallados el miércoles, colgados de un árbol de mango. La noche anterior, sus padres habían intentado denunciar su desaparición pero la policía no les tomó la denuncia, como ocurre a menudo cuando los denunciantes son parias. Cientos de paisanos hicieron guardia todo el miércoles, bajo sus cuerpos, impidiendo que fueran descolgados sin justicia. Gracias a los medios se forzó la detención de un violador y dos policías -acusados de encubrimiento por no aceptar la denuncia- mientras otros cuatro atacantes seguían huidos. La autopsia confirmó que habían sido violadas y estranguladas.
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