La rebelión prorrusa derriba un avión militar ucraniano y mata a 49 soldados
Los rebeldes prorrusos infligieron ayer a las tropas de Kiev el golpe más duro desde el comienzo de la operación para acabar con la insurrección separatista en el sureste de Ucrania. Un avión de transporte militar que estaba a punto de aterrizar en el aeropuerto de Lugansk fue derribado por al menos dos proyectiles de bazoca lanzados por las fuerzas de la rebelión: murieron, además de los nueve tripulantes, cuarenta soldados de élite de la 25ª Brigada Aerotransportada de Dnepropetrovsk.
Pero, además, cinco soldados de la Guardia Fronteriza ucraniana fallecieron al impactar varios proyectiles de mortero contra la columna de blindados en la que circulaban en Mariupol, ciudad de la vecina región de Donetsk.
El presidente de Ucrania, Petro Poroshenko, prometió que Kiev dará «una respuesta adecuada a los terroristas». «Todos los implicados en un cínico acto terrorista de esta envergadura serán castigados con toda seguridad. Ucrania necesita la paz, pero los terroristas tendrán una respuesta adecuada», advirtió el nuevo presidente ucraniano.
La mayoría de los militares fallecidos por el derribo del avión, 32 de los 49, procedían de Dnepropetrovsk, región industrial del este rusoparlante de Ucrania.
Varios expertos en defensa y hasta un oficial de la Guardia Nacional, el comandante del batallón «Donbass» Semion Semenchenko, cargaron con dureza contra los mandos de las FF AA ucranianas por permitir que el avión aterrizara en una zona rodeada por milicianos armados.
Aunque el propio aeropuerto de Lugansk está bajo el control de la Guardia Nacional, sus alrededores están en manos del Ejército del Sureste, brazo armado de la autoproclamada república popular de Lugansk, que se ha declarado independiente de Ucrania.
El derribo del avión de transporte por los rebeldes prorrusos permite volver a dar crédito a las acusaciones que tanto Kiev como Washington llevan semanas lanzando y según las cuales Rusia está enviando tanques y armas pesadas a los insurrectos.
Este mismo viernes, la portavoz adjunta del Departamento de Estado, Marie Harf, señaló que un convoy de tres tanques T-64, varios BM-21, conocidos como «Grad» (granizo), que es un sistema múltiple de lanzamiento de cohetes soviético y otros vehículos cruzaron en los últimos tres días desde Rusia a Ucrania, cerca de la localidad de Snizhne.
Poroshenko denunció la entrada de los tanques el jueves y elevó su protesta al líder ruso, Vladimir Putin, en una llamada telefónica en la que consideró «inadmisible» la incursión de blindados a través de la frontera común.
Durante una sesión urgente del Consejo de Seguridad Nacional y Defensa de Ucrania convocado por Poroshenko tras el derribo del avión, el ministro de Defensa, Mijail Koval, aseguró que sus fuerzas habían matado a más de 250 rebeldes desde el viernes, muchos de los cuales eran de nacionalidad rusa.
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