Fortuna del rey de Arabia Saudita era de $ 18 billones
El rey Abdala bin Abdelaziz de Arabia Saudita, que falleció este viernes a los 90 años de edad, tenía una fortuna de aproximadamente 18 billones de dólares.
En 2013 fue considerado por la revista Forbescomo la octava persona más poderosa del mundo. En la actualidad ocupaba el puesto número once.
Abdalá, un cauteloso reformista entre los envejecidos herederos de la dinastía del rey Abdul Aziz, cedió contados derechos a las mujeres y redujo en detalles mínimos el enorme dominio de la policía religiosa sobre la vida cotidiana de sus súbditos.
Consiguió contener las amenazas de la red islamista Al Qaida y mantener al ultraconservador país petrolero al margen de las convulsiones de la Primavera Árabe.
Apoyó inicialmente a los regímenes autocráticos de Túnez y Egipto frente a los levantamientos populares que acabaron por derrocarlos, pero ofreció apoyo material a los rebeldes en Siria y se esforzó en recomponer las vapuleadas relaciones con el nuevo poder egipcio.
Sin embargo, no dudó en enviar tropas para reprimir un movimiento prodemocrático encabezado por chiitas contra la monarquía sunita de Bahréin, un importante aliado de los sauditas en el Golfo Árabe-Pérsico.
Abdalá llegó al trono luego de la muerte de su hermanastro Fahd, en 2005, aunque en realidad manejaba los asuntos cotidianos desde que Fahd sufrió un derrame cerebral en 1995.
En 2001, después de los atentados cometidos el 11 de septiembre en Nueva York y Washington con aviones secuestrados, la alianza histórica del reino con Estados Unidos sufrió un serio golpe al conocerse que 15 de los 19 secuestradores eran saudíes.
Cuando la violencia de los yihadistas creció al punto de amenazar con tragarse al propio reino, Abdalá ordenó una respuesta contundente, expulsando a los grupos afiliados a Al Qaida hasta el sur del empobrecido vecino Yemen.
Los derechos femeninos eran tema espinoso incluso en las relaciones con Estados Unidos desde que mujeres militares estadounidenses desplegadas en el país tras la primera guerra del Golfo en 1991 se habían mostrado al volante de sus vehículos, generando una vehemente condena de los líderes religiosos saudíes.
Abdalá hizo oídos sordos a la petición de autorizar a las mujeres a conducir pero amenizó algunas restricciones y en 2011 garantizó el derecho al voto femenino y las candidaturas de mujeres a las elecciones municipales previstas para 2015.
En 2009 inauguró una nueva universidad científica y por primera vez permitió que hombres y mujeres puedan compartir los mismos espacios. Y envió a más de 170.000 mujeres sauditas a estudiar en el extranjero.
Cuando estalló la Primavera Árabe en Túnez y Egipto, Abdalá ofreció refugio al fugitivo presidente tunecino Zine el Abidine Ben Alí. Sin embargo, Riad fue la primera capital visitada por el nuevo presidente egipcio, el islamista Muhamad Mursi.
El reino cerró brevemente su embajada en El Cairo después que el arresto de un abogado egipcio, acusado de tráfico de drogas, desatara protestas en Egipto.
La situación se normalizó poco después de que una enorme delegación de figuras públicas egipcias realizara una visita de cortesía al rey Abdalá.
El monarca también buscó caracterizar su gestión impulsando el diálogo entre religiones. Para ello, creó que Centro Internacional para el Diálogo Interreligioso e Intercultural que lleva su nombre.
Este centro fue el resultado de reuniones que mantuvo con el papa Benedicto XVI en 2007 y con representantes budistas, hinduistas, cristianos y judíos en España un año más tarde.
Sin embargo, las relaciones de Abdalá con el chiita Irán nunca logró superar las dificultades creadas por la desconfianza del reino ante el programa nuclear de Teherán.
Documentos del Departamento de Estado de Estados Unidos, revelados por WikiLeaks en 2010, describieron a Abdalá pidiendo privadamente que Estados Unidos realice un ataque a instalaciones nucleares de Irán para «cortar la cabeza de la serpiente».
Abdalá tenía reputación de hombre con hábitos modestos, al contrario de otros integrantes de la dinastía Al Saud, y cultivaba el modo de vida tradicional de los beduinos.
Nacido en 1923, era el decimotercer hijo del rey Abdul Aziz, aunque el único que el monarca tuvo con su madre, una integrante de la tribu beduina de los Shamar.
En la década de 1960 recibió la responsabilidad de comandar la Guardia Nacional, un verdadero segundo ejército, y mantuvo ese cargo hasta que lo confió a su hijo Mitaab hace dos años.
Esa función le permitió construir estrechas relaciones con las tribus del reino que forman la Guardia, uno de los pilares de su autoridad.
Fuente: El Nacional