El cultivo de cannabis en auge en Europa
PARÍS, (AFP) – La reciente incautación de 4.000 plantas de marihuana en Bélgica puso en evidencia la evolución del mercado europeo, donde crece el cultivo de cannabis por particulares pero también por grupos criminales.
De un valor de 600.000 euros, la marihuana decomisada en ocho plantaciones en Bélgica estaba destinada a abastecer al norte de Francia, y se produjo tras otros realizados desde hace dos años en los dos países.
Siete millones de plantas fueron incautadas en Europa en 2012, una cantidad que se triplicó en los últimos 5 años, según reveló el observatorio europeo de las drogas y las toxicomanías (OEDT) en su informe anual presentado en mayo.
El cannabis se cultiva en todas partes fácilmente: tradicionalmente en el exterior, en un campo o en un balcón, este cultivo se desarrolla cada vez más en interiores, en el armario de un apartamento o en un galpón.
Se descubrieron plantaciones en unos treinta países europeos, precisa Laurent Laniel, del OEDT.
Los países donde se detectó una mayor cantidad de lugares de cultivo fueron Holanda y Gran Bretaña, delante de Bélgica y Polonia. En Francia se arrancaron 141.000 plantas de cannabis en 2013 en un total de 50 sitios, contra 55.000 en 2010.
El autocultivo en interior, discreto y facilitado por técnicas que se difunden por internet, permite obtener entre cuatro y seis cosechas por año, contra una o dos cuando se produce en exteriores, explica Laniel. Aunque subsiste el cultivo en exteriores en los países del sur y el este de Europa, «el cultivo de interior es actualmente la producción más importantes en Europa», agrega.
La oferta se fue adaptando a la demanda. Actualmente, el consumo de hierba de cannabis sustituyó al de la resina o hachís, el «chocolate» importado principalmente de Marruecos. Sobre 2.050 toneladas de cannabis consumidas en Europa en 2012, un 60% (1.280 toneladas) eran hierba.
El mito de la droga «bio»
Hay varias razones que explican este auge: el «mito del producto bio», una mejor calidad de la resina, y una concentración más importante de THC (el principio activo del cannabis), explica Michel Gandilhon, responsable del observatorio antidrogas de Francia, OFDT.
En pocos años, los efectos de la marihuana se potencializaron –un 13% en promedio– gracias a modificaciones genéticas del cáñamo, según Matthieu Pittaco, jefe de la división de inteligencia y estrategia del organismo de represión de estupefacientes Ocrtis.
Inicialmente los pequeños productores cultivaban en el ropero, para consumo propio y el de sus amigos, y evitar así tener que lidiar con redes criminales, la policía o un producto adulterado. En 2010 había en Francia entre 80.000 y 100.000.
Pero a esos aficionados se sumaron otros con aspiraciones netamente comerciales. Porque se trata de un negocio lucrativo: «por metro cuadrado se cultivan 5 plantas que pueden rendir unos 5.000 euros por año», destaca Gandilhon.
Desde hace tres años, «algunos particulares se lanzaron en los cultivos para ganar dinero», explica. Recientemente, una jubilada francesa fue interpelada por tener unas treinta plantas que cultivaba en una pieza de su casa para complementar sus modestos ingresos.
El crimen organizado también se interesó por la fuente de recursos que representan estas «cannabis factory» o fábricas de marihuana implantadas en Inglaterra, Holanda, Bélgica e Italia. En Europa el sector está controlado por grupos criminales asiáticos, especialmente vietnamitas, que recurren a redes de inmigración clandestina, según Ocrtis. A cambio de poder entrar a Europa el inmigrante debe trabajar en las plantaciones ilícitas.
Se trata de una tendencia difícil de contrarrestar por las fuerzas del orden, que por lo general descubren las plantaciones a través de un incendio o de las emanaciones de cáñamo percibidas por vecinos, dijo Pittaco.
Sin embargo, la proliferación de este tipo de cultivos también acarrea una lucha por el control del mercado entre grupos criminales que a veces atacan a los pequeños productores.