«¡Cierren la frontera!», clama ciudad de EEUU que rechazó a indocumentados
MURRIETA, (AFP) – «Guardia Fronteriza, sabemos que están haciendo su trabajo, pero desgraciadamente no ayuda a Estados Unidos. ¡Cierren la frontera!», grita con la ayuda de un altavoz Pete Santily, un activista anti-inmigración apostado este jueves en la ciudad californiana de Murrieta, cerca del límite con México.
Esta tranquila localidad de unos 100.000 habitantes vive revolucionada desde el martes, cuando un centenar de vecinos impidió el acceso a tres autobuses con 140 indocumentados transferidos desde Texas (suroeste) a unas dependencias de la autoridad fronteriza.
Con carteles que clamaban «Basta inmigración ilegal» y «Devuélvanlos», los residentes bloquearon la carretera hasta el punto de que los autobuses tuvieron que dar media vuelta e irse a San Ysidro, cerca de San Diego.
Varios días después, unas pocas personas hacen guardia frente a ese centro, donde en las próximas horas está previsto que llegue un nuevo grupo de sin papeles.
«Yo no quiero enfermedades, ni elementos criminales ni terroristas en mi ciudad», explica a la AFP Burke, un vecino jubilado visiblemente enfadado.
«Siento compasión por ellos. Pero yo no creé el problema en su país y no voy a quedarme sentado viendo cómo crean un problema en el mío», asegura con determinación, bajo un abrasador sol.
Sobrepasado por la masiva afluencia de centroamericanos -sobre todo menores solos- que a diario llegan a Texas y Arizona huyendo de la violencia y pobreza de sus países, el gobierno se ha visto obligado a transferir a cientos de indocumentados a otras instalaciones del país.
Los vecinos de Murrieta se quejan de que, tras pasar los exámenes médicos y completar el proceso legal acorde a su situación, las autoridades los dejarán libres por la ciudad.
«El sistema los convierte en sin techo. Nadie verifica si realmente tienen familiares en las direcciones que dan. Los pocos dólares que les dan para un billete de bus se los gastan en algo de comida, y luego se quedan sin nada», cuenta a la AFP Miles Kaplan, otro habitante de esta ciudad que ha captado la atención de todo el país por su rechazo a recibir a inmigrantes.
«Si yo fuese de Centro América, también quisiera vivir aquí», sigue Kaplan. «No podemos mantenerlos, aquí van a estar tan mal como en sus países».
– «No es discriminación» –
Cientos de organizaciones en defensa de los derechos de los inmigrantes han alzado su voz ante la «intolerancia» de Murrieta, acusándolos de racistas y de discriminación.
La Unión Estadounidense por las Libertades Civiles (ACLU, en inglés) deploró este jueves el comportamiento de los vecinos y reclamó que «los refugiados que huyen de las terribles condiciones de sus países sean recibidos con amabilidad, en lugar de con miedo y xenofobia».
«Me siento herido porque no es discriminación. Pero Estados Unidos no puede seguir asumiendo este problema», justifica Kaplan.
El alcalde Alan Long -casado con una mujer de origen mexicano- se reunió la noche del miércoles con los habitantes de la ciudad para tranquilizarles y reiterarles que éste es un «problema federal» que el presidente Barack Obama debe solucionar.
Obama anunció el lunes que a partir de ahora gobernará por decreto para intentar aliviar la situación, después de reconocer que la reforma migratoria que impulsó ha entrado en punto muerto en la Cámara de Representantes, dominada por los republicanos.
El director de desarrollo económico de Murrieta, Bruce Coleman, señala a la AFP que está situación está «por encima» del poder de acción de la ciudad y que por el momento seguirán llegando indocumentados cada 72 horas.
«Te garantizo que en cuanto lleguen nuevos autobuses puedo hacer que en segundos lleguen entre 50 y 100 personas para bloquear su entrada», advierte Bruke.
«No los queremos aquí y no los vamos a dejar entrar», sentencia.