Boko Haram lleva su campaña de terror a las grandes ciudades de Nigeria
Lagos, Nigeria | AFP. A un mes de las elecciones generales, el grupo armado islamista Boko Haram, expulsado de varias localidades del noreste de Nigeria, está multiplicando los atentados y sembrando el miedo en las grandes ciudades del país.
Al menos 86 personas han perdido la vida en estos atentados atribuidos a Boko Haram durante una semana, en estaciones de autobuses abarrotadas, en el norte y el centro de Nigeria.
Inicialmente programadas para el 14 de febrero, las elecciones presidenciales y legislativas fueron aplazadas al 28 de marzo, con el fin de intentar poner coto a Boko Haram y así garantizar la seguridad en el noreste del país.
Las autoridades nigerianas se felicitan de haber reconquistado numerosas localidades de esta región, principalmente gracias a la intervención armada de países vecinos.
Sin embargo, los atentados de este tipo -bombas en equipajes abandonados o atentados suicidas-, difíciles de prever, podrían poner en peligro la seguridad de los electores el día de los comicios.
«Mientras las operaciones contra la insurrección continúen en el noreste, Boko Haram intensificará su campaña de terror en medios urbanos», considera Ryan Cummings, especialista de África para la consultora de seguridad Red24.
El grupo islamista «sabe que le faltan recursos para hacer frente al ejército nigeriano y sus aliados en combates clásicos, así que sus ataques en represalia serán cada vez más ‘asimétricos’, puesto que esto provoca daños movilizando menos recursos», agrega.
Boko Haram, que ha causado más de 13.000 muertos y 1,5 millones de desplazados desde 2009, lleva multiplicando desde hace tiempo los atentados en grandes centros urbanos como Kano, la ciudad más grande del norte, y Maiduguri, su feudo histórico y capital del Estado de Borno (noreste).
Con la instauración del estado de emergencia en tres Estados en el noreste en mayo de 2013, el ejército nigeriano, ayudado por milicias locales, ha conseguido expulsar a los islamistas de las grandes ciudades.
Pero estos se han ido concentrando desde entonces en los medios rurales, arrasando pueblos enteros en los que cientos de civiles han sido ejecutados, y adueñándose de territorios para instaurar en ellos su «califato».
– Las ciudades, amenazadas –
Después del ataque de Baga, a orillas del lago Chad, el 3 de enero, tal vez el más mortífero jamás perpetrado por Boko Haram, con centenares de muertos, una operación militar de gran envergadura fue puesta en marcha con la ayuda de los vecinos Chad, Camerún y Níger.
Esta contraofensiva permitió recuperar un cierto número de ciudades y pueblos del noreste de manos de los islamistas, entre ellos, Baga, el pasado fin de semana.
El presidente Goodluck Jonathan, en plena campaña electoral, afirmó, durante una visita a Baga esta semana, que la guerra contra Boko Haram estaba «casi terminada».
Pero para Mark Schroeder, experto en cuestiones de política y de seguridad en África para la sociedad Statfor, los recientes atentados de Kano y de Jos, en el centro, hacen pensar en nuevos riesgos para la seguridad del país más poblado del continente, «desplazando» la amenaza.
«Impedir que Boko Haram lleve a cabo contraataques contra civiles por todo el país», en el momento en el que los islamistas están siendo expulsados de zonas alejadas del noreste, «podría ser muy difícil», declara Schroeder.
En uno de sus recientes videos de propaganda, publicado por primera vez en una cuenta de Twitter, el jefe de Boko Haram, Abubakar Shekau, prometía que impedirá las elecciones del 28 de marzo.
Los islamistas también han distribuido octavillas a la población apelando a boicotear el escrutinio.
Para Abdullahi Bawa Wase, especialista nigeriano en temas de seguridad, los atentados con bomba de los últimos días son actos de «desesperación» de los islamistas, que han perdido rapidez y recursos.
Con todo, estos ataques «se intensificarán en las próximas semanas», lo que podría provocar un nuevo aplazamiento de las elecciones, añade.