Película Libertador buscará posicionarse en las salas de cine de Latinoamérica
Caracas – No es un Bolívar superhombre o divinidad, ni un Bolívar amurallado, ni embalsamado. El Simón Bolívar que ha pretendido dibujar el cineasta Alberto Arvelo en su película Libertador se quiere alejar de las representaciones creadas por algunas historiografías donde lo retratan como un mito o frío como el mármol.
“Es un intento, desde las herramientas del arte, por bajarlo de las estatuas y por sacarlo de los lienzos”, dijo el director y para ello explicó que el film, cuyo guión es de Timothy Sexton, se inspiró fundamentalmente en la biografía del historiador de origen alemán Gerard Masur y, sin duda, en los cuentos de Bolívar que le narraba su padre el poeta Alberto Arvelo Ramos.
Esta producción, la tercera que se estrena este año sobre el Libertador, fue protagonizada por el actor criollo Edgar Ramírez y musicalizada por el director venezolano Gustavo Dudamel. Además, el rodaje se trabajó como una «película-escuela», con la coordinación del Centro Nacional Autónomo de Cinematografía (CNAC), y se incorporaron a estudiantes de cine del país.
Ahora, luego de su estreno mundial el pasado lunes 9 de septiembre dentro el Festival Internacional de Cine de Toronto (Canadá) la película buscará posicionarse en las salas de cine de América Latina.
– Ahora, más distante de aquel estreno en Canadá ¿Qué impresión le dejó Libertador en el Festival de Toronto?
– Me dejó la alegría de saber que habíamos logrado retratar a un Bolívar que resultara atractivo no sólo para nosotros los latinoamericanos, sino también para otras audiencias, para otros escenarios. Bolívar es un personaje que ha trascendido a América Latina, es una figura de dimensión universal. Esa certeza nos llevó a esforzarnos en buscar que la película pudiera generar fascinación no sólo en la nuestra, sino también en otras audiencias. Toronto fue de alguna feliz manera la confirmación del discurso que buscábamos.
– Su agradecimiento aquella noche se centró en su padre ¿Cómo era ese Bolívar de su infancia? ¿Se parece en algo al Libertador que usted llevó a la pantalla grande?
-Agradecí a mi padre por haberme regalado de niño aquellas historias fascinantes de un hombre a caballo que hablaba de libertad y de igualdad. Mi padre era un conocedor infinito de Bolívar. De él heredé no sólo el afecto por la historia, heredé también las imágenes imborrables de sus relatos. Mi viejo, que era filósofo y escritor, era además uno de los mejores contadores de cuentos que he conocido. Creo que lo que más se parece de la película a los cuentos de mi padre es el Paso de Los Andes… es allí donde pude reflejar mejor el espíritu de aquellos cuentos infantiles. Me temo que él, a su vez, había heredado esa fascinación de su padre, del abuelo Alberto.
– ¿Hubo documentos fundamentales para elaborar el guión? ¿Cuáles autores e historiadores tienen más peso en el Libertador de Arvelo?
-Siento que el libro que más consultamos y que más nos influenció fue el Bolívar, de Gerard Masur, una de las más hermosas biografías escritas sobre el Libertador. Pero también nos influenciaron mucho la biografía de Indalecio Liébano Aguirre, así como los textos de Daniel Florencio O’Leary. Los propios escritos y las propias cartas del Libertador fueron muy inspiradoras durante el proceso de escritura del guión. «El Diario de Bucaramanga», por ejemplo, nos ayudó mucho para develar la personalidad cotidiana de Bolívar.
– ¿Qué elementos fueron claves para describir al Bolívar que está, como usted dice, detrás del mito?
-Creo que lo fundamental fue intentar entender el ser humano, al hombre que se esconde detrás de las estatuas de las plazas y detrás de los lienzos. Al intentar adentrarnos en la vida cotidiana de Bolívar apareció un hombre cada vez más cercano, más real, más fascinante. A veces los detalles más insignificantes son las claves que nos ayudan a entender la esencia de una persona. A mí me resultaba muy difícil hablar de los logros y de las hazañas de alguien sin entender antes las motivaciones de su vida cotidiana. Para mí fue fundamental saber, por ejemplo, que Bolívar viajaba con las partituras de sus canciones favoritas, de modo de poder bailarlas en cada pueblo al que llegaba, o que a Bolívar le gustaba usar agua de colonia varias veces al día. Fuimos coleccionando pequeños detalles cotidianos hasta poder armar a un Bolívar más real y por ende más entendible.
– Gustavo Pereira enumera en su libro Simón Bolívar, Escritos Anticolonialistas, entre los varios Bolívar que se han creado al «amurallado por la bruma o la falsía» o al «superhombre o divinidad» o al «yerto, inofensivo, embalsamado» por ser objeto de culto. ¿Prevalecen estas imágenes del Libertador?
– ¡Qué maravilloso el castellano de Gustavo Pereira! Es justo ese Bolívar «amurallado por la bruma o la falsía”, «yerto, inofensivo, embalsamado” al que no queríamos retratar. Buscamos con obsesión dejar de lado al hombre “embalsamado”, para develar a aquel caraqueño enamoradizo, risueño, apasionado, divertido, solitario, complejo, real. El gran peligro del cine histórico es aferrarse a esas imágenes hieráticas que se van creado desde los distintos imaginarios colectivos. Una de los principales retos de este proyecto fue hurgar en la historia para atrapar esos pequeños tesoros que nos podían mostrar el rostro real de Bolívar.
– De los personajes que giran alrededor de este Libertador, alguno que lo haya conmovido personalmente y alguno que considere determinante en la vida de Bolívar.
– Es curioso cómo muchas de las personas que orbitaban en torno a Bolívar dejaron profundas huellas en él, como si cada encuentro o cada afecto hubiera servido para tridimensionalizarlo, desde Simón Rodríguez hasta Fanny Du Villars, desde Francisco de Miranda hasta Hipólita, desde Voltarire hasta Antonio José de Sucre. Siento que todos los grandes hombres de la historia tienen mucho que ver con las personas y con los afectos que los circundan. Bolívar no es una excepción.
– ¿Qué tomó y qué desechó del cine histórico venezolano y qué considera que puede aportar Libertador a esta cinematografía?
– Del cine venezolano he tomado toda la inspiración y todo lo que he hecho hasta ahora. Esta película es un fruto de la madurez del cine venezolano. He repetido con insistencia que el cine venezolano está viviendo un momento estelar. A juzgar como van las cosas 2013 será el año con más afluencia de público al cine nacional en la historia. Todo esto se debe a un esfuerzo colectivo y una visión que involucra a la calidad de las películas que se están haciendo, que involucra al esfuerzo de los gremios en ganar más y mejores espacios, y que involucra a la una muy coherente gestión del CNAC.
– Cada proyecto deja enseñanzas profesionales y personales ¿Qué aprendió de esta película en estos dos planos?
– Desde el punto de vista profesional y personal he aprendido tanto en este proyecto que al verlo ya con alguna distancia sólo puedo agradecer.
– ¿Plantea ir a otros festivales internacionales? ¿Cual será el recorrido de la película antes de estrenarse en Venezuela?
– La película está comenzando su ciclo por los festivales internacionales. Estamos escogiendo con cuidado esos eventos, pues el cine épico tiene espacios muy particulares. Desde el punto de vista de la carrera internacional de la película, de las cosas que me parecen más importantes es consolidar la distribución latinoamericana.
– ¿Qué lectura puede ofrecer de que varias películas sobre Simón Bolívar se estrenen este año? ¿Está más vigente hoy el personaje y su ideal?
– Me parece fundamental. Es una celebración. El cine venezolano tenía una agenda pendiente con nuestro pasado. El cine siempre ha sido una gran herramienta para mirar al pasado; es el caso de lo ocurrido con el cine español y la guerra civil, o con cine norteamericano y la conquista del oeste. La interpretación del arte es fundamental para entender no sólo la realidad sino también el pasado. Volviendo a Gustavo Pereira, creo que era necesario “desembalsamar” a una figura tan vigente como Bolívar. Nada como el cine para lograrlo.
– La idea de “película-escuela” ¿qué aportó al film y al director?
– Fui durante mucho tiempo profesor de la Escuela de Cine de Mérida, y es algo que disfruté inmensamente. En un cine joven como el cine venezolano, en el que todos estamos aprendiendo, creo que enseñar se hace necesario. La “Película Escuela” fue un aporte a esa necesidad. Estoy seguro que muchos de los chicos que estuvieron allí en el rodaje y en las charlas que se dictaron, se llevaron a sus casas al menos dos cosas: motivación e inspiración. A mí, personalmente, me dejó la certeza de que necesito volver al aula de clases, y que necesito compartir los desaciertos y los aciertos que me han hecho como realizador.
Fuente: AVN