Se entera por Facebook ocho días después que su hermano murió
ABC
La muerte siempre genera aflicción. La de un ser querido, abatimiento. Eso fue lo que sintió Romana cuando se enteró de que su hermano Petr había fallecido en Arona (Tenerife). Aflicción, abatimiento y también indignación por el desinterés hacia la tragedia que había sufrido y por la falta de respuestas desde las fuerzas del orden e instancias judiciales. Todo empezó el 7 de febrero. Una amiga de Romana que vive en la República Checa le mandó un mensaje preguntándole qué le había pasado a Petr –ambos también de nacionalidad checa–. Que la gente estaba poniendo mensajes de condolencia en el muro de Petr en Facebook. «Empecé a telefonear a Petr, pero no me contestaba; en principio pensé que era una broma pesada, pero transcurrieron las horas y empecé a preocuparme», explica Romana. «Me puse en contacto con mi prima de Lérida para que me ayudase en la investigación. Llamó a la Policía de Tenerife, donde vivía últimamente Petr, y le indicaron que un día antes encontraron a un hombre, pero posteriormente le aseguraron que no era Petr. Nos tranquilizamos un poco». El calvario de Romana, sin embargo, no había hecho más que empezar.
Romana, angustiada, fue al día siguiente a la Policía Nacional de Granada. Allí, según Romana, le comentaron que lo más probable es que fuera un bulo. Comprobaron la ficha de Petr «y me dijeron que no les constaba que hubieran encontrado su cadáver». Allí mismo, en comisaría, le llegaron nuevos datos vía Facebook, con información que insistía en que sí, que habían hallado el cuerpo sin vida de Petr en un parque de la población de Los Cristianos, en Tenerife. La Policía le aclaró que ese municipio tenía Guardia Civil y le instaron a que fuera a un cuartel para que comprobasen el registro.
Consultada la Guardia Civil en referencia a las quejas de Romana, fuentes del instituto armado señalan que existe un procedimiento de reclamación, aunque añaden que esta ciudadana «está en su derecho de presentar su queja donde quiera; en este caso ante la prensa».
La Guardia Civil de Arona, al que pertenece Los Cristianos, lo confirmó. Había ocurrido el 31 de enero –ocho días antes–.La prensa había recogido el suceso. Petr llevaba encima toda la documentación y no tuvieron problema con la identificación, un hecho clave que, en teoría, debería haber facilitado cualquier procedimiento. No había dudas. Los guardias de Arona le preguntaron a Romana si Petr tenía tatuaje. Ella le contestó que sí, en el antebrazo. El asunto lo llevaban los tribunales de Arona.
Según Romana, el juzgado, tras preguntarle qué deseaba conocer –ella se interesó por dónde estaba depositado Petr, qué le había ocurrido, qué tenía que hacer…–, le instaron a que le proporcionarían todos los datos cuando el caso estuviese cerrado. Se da la circunstancia, según Romana, que a las dos horas ya había comunicado con ella una funeraria para ofrecerle sus servicios. «Acepté el presupuesto e hice la transferencia». Esto fue el 17 de febrero. Romana también lamenta la demora en la entrega del certificado de defunción. En teoría la incineración se produjo tres días después, el 20, aunque la urna no llegó a Lérida hasta el viernes pasado. De ahí, en próximas fechas, los restos de Petr volarán en compañía de un amigo hasta la República Checa.