Santo Tomás, el valiente y el incrédulo, por María García de Fleury - 800Noticias
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Religión

María García de Fleury

Se cree que a quien conocemos como el apóstol Tomás nació en Galilea, en una familia judía humilde, pero no hay indicios de que fuera pescador, tampoco se sabe cómo llegó a ser apóstol de Cristo. Tomás aparece en todos los evangelios, pero en el evangelio de Juan desempeña un papel distintivo, porque es condenado por su falta de fe, por eso se le llama Tomás el incrédulo. Es recordado por su escepticismo inicial frente a la resurrección de Jesús.
El evangelio de San Juan, en el capítulo 20, relata cómo después de la aparición de Cristo a los apóstoles, Tomás no estaba allí y dijo que él no creería hasta que pudiera ver y tocar las heridas del Señor. Jesús, en su infinita misericordia, se presentó nuevamente ante Tomás y le permitió comprobar la realidad de su resurrección.
Tomás apóstol enseña que la duda no es obstáculo insuperable en nuestra vida de fe. La duda es una invitación a buscar un encuentro personal con Cristo. Tomás fue capaz de reconocer sus limitaciones, de expresar su incredulidad de manera sincera, lo cual le permitió abrirse a la experiencia transformadora de encontrarse con el resucitado. A través de su encuentro con Jesús, Tomás pudo proclamar con convicción, Señor mío y Dios mío. Esta es la declaración más clara de la divinidad de Jesús que existe en las sagradas escrituras.
Santo Tomás apóstol es un ejemplo de búsqueda sincera de la verdad. Muestra la importancia de vivir una fe fundamentada en la experiencia personal con Cristo. Desafía a cultivar una fe viva basada en la relación personal con Jesús y abierta a la acción del Espíritu Santo en nuestras vidas. Al mismo tiempo, Tomás fue valiente y estuvo dispuesto a apoyar a Jesús en tiempos peligrosos. Por ejemplo, cuando Jesús anunció su intención de visitar al recién fallecido Lázaro en Judea, a unos pocos kilómetros de Jerusalén, donde sabía que habían muchos que se le oponían, los discípulos quisieron impedirlo por temor a que lo apedrearan. Tomás les dijo, vayamos también nosotros para morir con él. Y eso está en el capítulo 11 de San Juan. Los invitaba para que permanecieran junto a su maestro, pasara lo que pasara.
Antes de la última cena, Tomás planteó una objeción cuando Jesús dijo que en la casa de su padre había muchas moradas y que él les iba a preparar una y volvería para que estuvieran donde él estaba. Entonces Tomás le dijo; pero señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo sabemos el camino? Y esta pregunta de Tomás le brindó a Jesús la oportunidad de enseñar una de las verdades más profundas y difíciles de su ministerio. Jesús le dijo a Tomás, «yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie viene al padre sino por mí».
Después de la ascensión de Jesús al cielo, Tomás viajó a la India a predicar el evangelio. Su viaje misionero dejó un impacto duradero en la región. Se le considera el fundador de la comunidad cristiana en la India. Murió mártir, pues mientras rezaba le lanzaron una flecha en la gran colina cerca de Madrás.
Pidámosle a santo Tomás su inspiración para profundizar en nuestra relación con Cristo, para experimentar el amor de Dios en Cristo de una manera tangible y concreta, a buscar respuestas con valentía y humildad y a crecer en una fe auténtica y transformadora, porque hemos aprendido que con Dios ¡siempre ganamos!
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