Santa Claus quiere un regalo: convertirse en congresista de EEUU
EFE
Todavía falta mucho para diciembre, pero Santa Claus ya está activo en el Polo Norte. Se trata de un peculiar candidato independiente de larga barba blanca que compite con la polémica Sarah Palin para representar a los ciudadanos de Alaska en el Congreso de EE.UU.
Aunque nació en 1975 como Tom O’Connor, este clérigo adoptó oficialmente el nombre de Santa Claus en 2004 como parte de un proyecto personal para ayudar a los niños más desfavorecidos.
Todo comenzó un día en el que este hombre de larga barba y mejillas redondas estaba rezando en la nieve y meditando sobre cómo ayudar a los menores en estado de marginalidad, cuando alguien le gritó desde un coche: «¡Santa, te amo!».
«Fue una buen respuesta a la oración, así que me lo tomé en serio y pasé todo el proceso legal para cambiar mi nombre», cuenta Santa risueño a Efe, durante una videollamada con un fondo virtual de un salón decorado con un árbol de Navidad.
Para mejorar las condiciones de la infancia ha hecho de todo, desde disfrazarse del afable anciano que reparte regalos en Navidad, hasta recorrer el país para reunirse con autoridades e implicarse de pleno en la política.
De hecho, desde hace algunos años es alcalde, curiosamente, de Polo Norte, una localidad de 2.200 habitantes de Alaska que, a pesar de su nombre, está algo lejos del polo norte geográfico.
Ahora Santa quiere dar un paso más allá y ser el congresista por Alaska, en sustitución del republicano Don Young, fallecido a los 88 años tras casi cinco décadas ocupando el escaño.
Pero Santa no pretende eternizarse en el cargo. Si gana los comicios extraordinarios de agosto solo permanecerá en su escaño hasta noviembre, cuando se renovará el Congreso con motivo de las elecciones de medio mandato, a las que descarta presentarse.
«Creo que quien esté en el cargo debe trabajar para Alaska y para su gente, en lugar de distraerse por recaudar fondos y hacer campaña para los siguientes comicios», justifica.
Precisamente, Santa no acepta financiación de partidos ni de organizaciones, y solo ha puesto 400 dólares de su propio bolsillo para hacer campaña en redes sociales.
«SANTA CONTRA PINOCHO»
Las encuestas están muy lejos de darle la victoria en este estado de tendencia conservadora, pero al menos ha conseguido convertirse en uno de los contendientes más reconocidos, junto a la republicana Sarah Palin, exgobernadora de Alaska y destacada miembro del Tea Party.
Santa conoció a Palin hace años, cuando era gobernadora (2006-2009) y lo recibió para hablar sobre derechos de la infancia.
Reconoce que fue «muy amable» con él, aunque también recuerda que algunos la conocen como «Pinocho» por su habilidad para las mentiras.
«Se podría caracterizar esto como una carrera de Santa contra Pinocho», comenta entre risas el candidato.
Santa Claus se presenta a estas elecciones porque considera que es el único candidato «independiente, progresista y socialista democrático», tal y como se define a sí mismo.
Para conocer más sobre su ideología, invita a los electores consultar el programa del senador Bernie Sanders, miembro del ala más progresista del Partido Demócrata.
El candidato más navideño apoya un sistema sanitario público y universal, defiende mejorar la infraestructura de banda ancha en su estado – el más extenso del país -, y se dice consciente de la «responsabilidad» que tiene Alaska en la seguridad de Estados Unidos por su cercanía con Rusia.
También se opone a los subsidios en la explotación del petróleo, el gas y la minería, pues considera que hay que limitar su impacto en el medioambiente, y se erige como defensor del refugio nacional de Vida Silvestre del Ártico, zona natural protegida desde 1960.
«No defiendo un cambio explosivo, sino un cambio progresivo que beneficie a la salud y el bienestar de nuestro hijos en el largo plazo», detalla.
Acostumbrado ya al frío de Polo Norte, no le da miedo el calor veraniego de Washington. De hecho nació en la capital estadounidense, donde dice que tiene varios amigos y asegura sentirse «cómodo».
Ahora, por primera vez, Santa Claus no es el que reparte los regalos, sino el que pide uno: los votos suficientes para llegar al Capitolio. EFE