Salen a la venta fotos, pinturas y ropa de Donna Summer
EFE
La cantante Donna Summer se erigió en reina de la música disco en la década de los setenta, una revolución en la que jugaron un importante papel su amor por la moda, que floreció a partir de su estancia de juventud en Alemania, y su afición a la pintura, a la que recurrió como vía de escape.
Así lo sugieren los cerca de 150 objetos de la colección personal de la diva negra que muestra la casa de subastas Christie’s a partir de este viernes, y entre los que brillan decenas de vestidos de gala y zapatos de diseñador que llevó en conciertos y ocasiones especiales, y que la convirtieron en un icono de estilo.
Summer (nacida como Donna Gaines) comenzó su carrera en el teatro, ya que se trasladó a Múnich a los 20 años para actuar en el musical «Hair» -de donde saldría su primer sencillo, la versión alemana del éxito «Aquarius»- y en aquella época formativa desarrolló un avispado ojo para la espectacularidad con el que miró en adelante todos sus conjuntos y accesorios.
Eso se aprecia en vestidos tan dispares e impactantes como uno de corpiño y falda de tul con franjas de colores de Victor Costa, que llevó en una energética actuación cerca de 1990, y otro de color crema con pedrería y escote con una cinta roja que lució en la toma de posesión del presidente Ronald Reagan en 1985.
El armario de la cantante incluye nombres desde Valentino hasta Manolo Blahnik y está plagado de siluetas asimétricas, telas embellecidas con lentejuelas y formas voluptuosas, y también sobresalen su colección de sombreros, gafas de sol, bolsos, joyas y hasta toallas de playa con las que no quería pasar desapercibida.
Pero Peter Klarnet, especialista de Christie’s en manuscritos, libros y artículos de «americana», señaló a EFE que la colección de Summer, abierta a subasta hasta el 29 de junio por internet, muestra sobre todo «el arco de su carrera, su vida y su creatividad» más allá de su fama como la reina de la música disco.
Pinturas, garabatos y «polaroids»
Pasan a primer plano, en ese sentido, la decena de coloridos óleos que la cantante pintó «de manera terapéutica» en sus momentos tranquilos, algunos con escenas abstractas, otros con bodegones y varios con retratos de mujeres, entre los que destaca una de aire regio a la que llama «presidenta de la junta».
Pese a ser una pintora aficionada, son sus obras de arte las que tienen más valor en la colección, con precios estimados de hasta 30.000 dólares, aunque todos los objetos parten con el mismo precio: 100 dólares.
También abundan sus documentos, con letras de canciones escritas a mano; anotaciones en papel de seda o plástico transparente sobre fotografías y portadas de álbum, y una serie de bocetos para sus estilismos y los de su equipo, con apuntes alrededor, como si se tratara de una diseñadora de vestuario teatral.
O numerosas fotos, en las que posa profesionalmente con artistas de la talla de Barbra Streisand y Quincy Jones, pero también se aprecia la candidez de una estrella joven entre bastidores con «polaroids» en las que se hace «selfis», retrata su nombre en un cartel de Las Vegas o se divierte comiendo con sus bailarinas.
Klarnet describió a Summer como una figura «atemporal» que tuvo impacto en varias generaciones y señaló que a partir de su canción «I feel love» se convirtió en «la madre de la música de baile electrónica (EDM)», pero mantuvo la celebridad fuera del hogar para que sus hijos «tuvieran una vida normal».
«No tenía sus discos de oro colgados en la pared», comentó el experto, quien ha trabajado durante años con su familia para reunir los objetos en un proceso que «también supuso un descubrimiento» para ellos, y cuya recaudación irá destinada a causas benéficas que le importaban a la estrella, entre ellas la lucha contra el sida.
Foto referencial
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