¿Sabe porqué está en venta un pueblo minero en España?
El Mundo de España
No hay ningún cartel en mayúsculas que lo advierta, pero Ciñera de Gordón, en León, es un pueblo en venta: 128 viviendas unifamiliares, 12 pisos, el campo de fútbol, la piscina, el supermercado, el cine, el único restaurante, el centro médico… y dos minas de la cuenca leonesa con miles de toneladas de carbón todavía por explotar.
Si quiere un pueblo minero y tiene 122 millones de euros, ya lo ha encontrado. Entre sus propiedades, contará con los que fueron los hogares de las viudas del carbón, mujeres que trabajaron codo con codo con los guerreros del pico y la pala de esta localidad de 819 habitantes.
Miradas suspicaces evidencian inquietud. «Tenemos más de 80 años, llevamos toda la vida viviendo aquí y recibimos una pensión muy baja. No podemos pagar el precio que nos piden por nuestras casas y no tenemos dónde ir», comienzan. Los abuelos, padres, maridos e hijos de Ángela, Paca y Ángeles han estado calentando España durante décadas. Eran y son mineros, de almas limpias y manos sucias. Trabajaban para la Hullera Vasco Leonesa, que llegó a ser la mayor compañía minera privada de España. Hace 50 años, Franco expropió algunos terrenos de la cuenca que va desde Matallana hasta Ciñera y se los cedió a la empresa para que pudiera dar cobijo a las familias de sus trabajadores.
Hasta la llegada del euro, los inquilinos pagaban 130 pesetas simbólicas al mes por el alquiler de las viviendas.Pero La Vasco quebró hace poco más de un año por una deuda de 51 millones de euros. Está en liquidación, 800 trabajadores se quedaron en la calle y la administración concursal sacó en junio a subasta sus casas por 18.000 euros. «Tenemos miedo. Si se vende todo lo que dicen, el pueblo está muerto», afirma la zamorana Ángela, de 81 años. La incertidumbre envuelve las manos y los rostros castigados de los mineros jubilados que se reúnen para echar la partida después de comer.
Algunos aseguran que no van a pagar por sus casas y que no tienen donde ir. Otros ven lógico que, en esta situación, se les exija poner algo de dinero para mantener sus viviendas. La Junta de Castilla y León decidió este verano intervenir y adquirió algunas casas por 1,1 millones de euros. Ahora, dará la opción de comprarlas a los inquilinos por la mitad de su valor.
«Es un lugar muy jugoso»
La plaza de Ciñera está recién reformada. Nuevo suelo. Nuevas farolas. «Dan subvenciones para mejorar el aspecto de un pueblo que puede desaparecer en vez de gastarlo en crear una actividad económica para sobrevivir», protestan los vecinos de la localidad leonesa. Cada calle tiene el nombre de una Comunidad Autónoma. Cada esquina guarda algún recuerdo de cuando, hace años, cientos de personas hacían cola en la plaza esperando que les dieran un puesto en la rica mina. Ahora sólo queda un silencio molesto, desconcertante. El de aquellas personas que se resignan a perder su pueblo.
Tienen claro que la industria de la minería en España se desvanece. Su situación es tan negra como la roca sedimentaria con la que han trabajado toda su vida. Y la consecuencia más directa es la imparable despoblación que afecta a los pueblos de la cuenca minera. Se calcula que en esta comarca leonesa vive un 40% menos de gente que hace 15 años. «Sin mina, se acaba el principal y único sustento económico de la zona y la gente se marcha a buscar trabajo a las ciudades», explica Héctor, presidente de la junta vecinal de Ciñera. A su lado, el minero jubilado José, está indignado. «Lo peor es que nos enteramos que nuestro pueblo estaba en venta por Internet, cuando salió el auto de liquidación del juez», protesta.
Echando la vista hacia arriba se ve la montaña central leonesa donde está el Faedo de Ciñera, uno de los bosques de hayedo más bonitos de España. «Es un sitio muy turístico y muy jugoso para que venga una inmobiliaria y compre todo. Y en cuanto a la mina cerrada, vinieron unos chinos que querían comprar la producción», cuenta Carlos, que le despidieron con el ERE que hizo La Vasco el año pasado y está pensando en irse a Canarias en busca de trabajo.
A media tarde, aparece un hombre curtido en las entrañas de la tierra. Simpático y con mucho carácter, Manuel Moure se ha pasado 35 años trabajando en la mina de Santa Lucía. La misma donde su hijo falleció hace tres años, junto con otros cinco compañeros, en el accidente más grave de la minería española en las últimas dos décadas. A 694 metros de profundidad, fueron sorprendidos por un escape de grisú, un gas que devora el oxígeno.»Fue una negligencia de seguridad de la empresa. Todavía estoy esperando a que me llamen pidiéndome perdón, y encima les tengo que pagar ahora por la casa donde llevo 50 años viviendo», explica el hombre de manos fuertes y arrugadas.