Retenida embarcación venezolana que viajaba a Trinidad y Tobago - 800Noticias
800Noticias
Internacionales

Con información de Radio Fe y Alegría

Ángel Locourt se enteró de lo que ocurrió luego de que ya se había consumado una situación que fue catalogada de “secuestro”. A unos diez minutos de donde una embarcación cargada con 28 pasajeros fue retenida, estaba el puerto de Cedros. Al mediodía del 3 de mayo comenzaría “el infierno” para los venezolanos.

La naviera “Ángel del Orinoco” zarpó desde Delta Amacuro, Venezuela, pasadas las 9:00 de la mañana del pasado 3 de mayo. 28 pasajeros viajaban en la embarcación, de los cuales 5 eran ciudadanos trinitarios. Avanzaron con total normalidad arribando a aguas internacionales y luego de tres horas, ya estaban en Trinidad y Tobago. Pero algo no andaba bien pues en pleno mar, el bote comenzó a disminuir su velocidad.

Una fragata de la guardia costera de la vecina isla había ordenado detener la embarcación. Ya era el mediodía y las olas comenzaban a golpear con más fuerza. Pronto haría calor y algunos viajeros comenzarían a gritar.

Un grupo de funcionarios de la guardia costera abordó el catamarán en altamar, en una zona de mayor peligro marítimo, explicaría posteriormente el experimentado capitán de la embarcación venezolana. Los uniformados, portando armas largas, argumentaron haberlos detenido porque afirmaron haber recibido un informe en el que fuentes policiales aseguraban que allí viajaban varias personas con peligrosos antecedentes. Al menos, esa sería la primera referencia.

Pero avanzaban las horas y los trinitarios no permitieron que los criollos arribaran a puerto seguro. Contrariamente, estaban instando al capitán apagar los motores, sin anclar. Esta petición fue rotundamente rechazada por el responsable de timonear, quien argumentó estar en una zona de alto peligro marítimo y que si apagaba las máquinas, el catamarán sucumbiría. Nunca permitió que esto fuera así.

El sol arreciaba y calentaba el techo. Los acalorados pasajeros comenzaban a desesperarse. Esta vez, los guardacostas justificaban la retención con algo más: “estamos aguardando por nuevas instrucciones”, decían los oficiales, mientras hacían escuchar un mensaje en inglés en un teléfono inteligente por todo el bote.

El oleaje enardecía más a tan solo 10 minutos de Cedros. “Ya se veía el puerto”, declaró una pasajera, quien admitió haber perdido el control.

“Me entró la claustrofobia, yo tenía el chaleco salvavidas y quería sacármelo, pero quería estar fuera del bote. Lloré mucho, quería lanzarme al mar. Ya teníamos mucho tiempo en el mar”, contó una viajera de Puerto La Cruz.

El vaivén de las olas recrudecía y todos comenzaron a vomitar. Ellos solo querían llegar a tierra firme y que, una vez allí, les dieran instrucciones de lo que debían hacer pero no en pleno mar.

“Debemos esperar por instrucciones, nosotros los entendemos también”, decían los funcionarios trinitarios.

Con el transcurrir del tiempo, esta vez los guardacostas decidieron poner bajo protección solo a sus conciudadanos. Apenas eran cinco trinitarios, quienes mostraron sus identificaciones y pronto estuvieron en tierra, pero los venezolanos seguían bajo asedio dentro del catamarán.

“Ya era casi de noche y nosotros seguíamos en pleno mar. El olor a gasolina era insoportable, estábamos secuestrados, hasta esos mismos oficiales vomitaron”, afirmó otra pasajera.

A una mujer de 80 años de edad, quien inicialmente había dicho ser trinitaria, la devolvieron al mar luego de que argumentaran que ésta poseía un pasaporte falso: “la sacaron, pero después la devolvieron porque y que tenía un pasaporte falso”.

Llegó la noche, por lo que superaron las 12 horas en el mar. ¿Pasarían la noche entre las olas, la oscuridad, sedientos y con hambre?, se preguntó un viajero de Anaco, estado Anzoátegui.

En medio de la oscuridad, desembarcaron a los pasajeros a través de un pequeño bote inflable porque la fragata no podía acercarse al catamarán, o al menos, eso entendieron. Era peligroso. Fueron horas de desembarco: “eso estuvo de película”, relató un afectado.

“Nos pusieron a dormir en la fragata, pero en el piso. Allí, todos tirados. Mientras dormíamos, nos alumbraban a la cara, mostraban sus armas, como si temían que uno escapara”, declaró un joven de Nueva Esparta.

Ángel Lacourt, propietario de la empresa “Ángel del Orinoco”, se enteró tardíamente de lo acontecido y tan pronto lo hizo, estableció comunicación con su capitán, quien le informó que los funcionarios trinitarios habían impedido desde el inicio realizar llamada alguna.

“Nos trataron como piratas aun cuando somos una empresa registrada legalmente. Esto no debe quedarse así, esto es maltrato, es de todo”, dijo Lacourt, quien afirmó además estar adelantando una protesta diplomática.

Los venezolanos fueron devueltos a su país desde altamar en Trinidad y Tobago. Justo ahora permanecen en Tucupita, aguardando por una segunda oportunidad.

Síguenos por @800noticias