Resuelven la misteriosa desaparición de un explorador del Ártico - 800Noticias
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En mayo de 1845, la expedición Franklin partió de Inglaterra con rumbo al Ártico. Su objetivo era explorar el paso Noroeste, una zona entre el Atlántico y el Pacífico a la que no había llegado ningún explorador. Un año después, Inglaterra dejó de recibir comunicaciones de los dos barcos que formaban la misión. Con el tiempo se supo que todos sus integrantes habían muerto, pero no se pudieron conocer las causas. El misterio ha continuado, década tras década, durante más de un siglo hasta que, ahora, un nuevo estudio genético ha sacado a la luz la identidad de uno de los cuerpos hallados y, además, un detalle muy escabroso sobre su muerte.

El cadáver pertenece al capitán James FitzJames, el comandante del HMS Erebus, uno de los dos barcos de la misión. De momento, solo se han logrado identificar dos cuerpos, el suyo y el del ingeniero John Gregory, identificado en 2021. Pero este descubrimiento, que se acaba de revelar en Journal of Archaeological Science: Reports, no es interesante solo por haber puesto nombre y apellidos a otro de los cuerpos encontrados. También porque confirma algo de lo que ya había numerosas sospechas. Los tripulantes de la expedición Franklin cometieron canibalismo. Y no parece que les importase el rango de los cuerpos de los que se alimentaban, pues el de FitzJames fue uno de ellos.

La Europa del siglo XIX condenaba con dureza el canibalismo cometido en otras culturas. Sin embargo, está claro que en este caso el instinto de supervivencia fue más fuerte. Algo así como lo ocurrido en la sociedad de la nieve. Pero con la mala suerte de que en esta ocasión no logró sobrevivir ninguno.

La historia de la expedición Franklin que conmocionó al mundo

Los dos barcos de la expedición Franklin, el HMS Erebus y el HMS Terror, partieron de Reino Unido en primavera para avanzar en su camino lo máximo posible antes de la llegada del invierno.

En julio fueron vistos por un barco ballenero en la bahía de Baffin, ubicada entre los océanos Atlántico y Ártico. Fue la última vez que alguien los vio con vida. Después de eso siguieron emitiendo algunas comunicaciones, pero en 1846 estas dejaron de llegar. Poco a poco, en Reino Unido se fueron temiendo lo peor. En 1848, tras dos años sin saber nada, la esposa de John Franklin, el capitán de la expedición, insistió para que se enviaran expediciones de rescate. En total se enviaron hasta la zona39 misiones de búsqueda, pero no se pudo encontrar a ningún tripulante con vida.

De hecho, hasta 1854 no hubo ninguna noticia sobre ellos. Y la que llegó entonces no fue precisamente una buena nueva.

Con informaicón de Hipertextual

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