Resuelto misterio de las rocas viajeras en el Valle de la Muerte
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Racetrack Playa puede presumir de ser uno de los lugares más extraños del mundo. Se trata de un lago seco ubicado en pleno Valle de la Muerte, en California (EEUU), donde acaba de ser resuelto un misterio de hace siglos: los científicos han conseguido explicar por qué se mueven las rocas de este extraño lugar. Y es que no hablamos de elementos de pequeño tamaño, sino de increíbles piedras que llegan a pesar 500 kilos y que se desplazan durante decenas de metros.
Fue a finales del siglo XIX, en el año 1896, cuando unos habitantes locales se dieron cuenta de algo extraño. En el secarral de Racetrack Playa había multitud de grandes rocas diseminadas por el suelo. Nada extraño si no fuera porque todas ellas habían dejado una marca en el suelo. En todos los casos, la imagen era la misma: todas las piedras habían dejado una estela en el suelo, similar a la que hubieran dejado si hubieran sido arrastradas. Pero, ¿sería posible?
Los ojos menos avezados pronto se darían cuenta de que algo raro estaba pasando: efectivamente, se podría pensar que un grupo de personas podrían haber desplazado varias de aquellas rocas viajeras, dejando aquellas marcas en el suelo, aunque no tuvieran un objetivo concreto. Pero la principal pregunta pronto surgía: ¿por qué no había huellas humanas? Y, ¿por qué sucedía con todas las piedras? No hay acantilados, ni existe una pendiente que justifiquen el movimiento. Entonces, ¿qué ocurre?
Después de más de dos siglos de dudas, un equipo de paleontólogos de la Universidad de Columbia han conseguido resolver el misterio: sí, las rocas se mueven y lo hacen por culpa del hielo. Esa es la conclusión a la que han llegado los expertos, que sostienen que el frío extremo que se produce durante el invierno en la zona es el que da lugar a que estos increíbles pedruscos se vayan moviendo centímetro a centímetro y dejando una huella indeleble en el barro.
Según han podido determinar, este fenómeno se produce en invierno de la siguiente manera: las lluvias del día generan una serie de balsas en la zona que, al llegar la noche, se convierten en una fina capa de hielo gracias a las bajas temperaturas: el deshielo, hace el resto. No hacen falta grandes heladas, sino que con una fina capaz de unos 3 milímetros es suficiente para que un suave viento, consiga que se muevan esas rocas Cuando el barro se endurece, queda el surco para siempre.
Los investigadores confirman que, gracias a este efecto, estas rocas son capaces de moverse unos dos metros por segundo. De hecho, hace unos años se llegó a confirmar que una de estas gigantescas piedras había sido capaz de moverse 224 metros durante el invierno. La evaporación del agua de lluvia y del deshielo posterior es el que provoca que el lodo vuelva a tener más consistencia, quedando grabado en la tierra el recorrido de estas grandes piedras.
Pero no se trata de un fenómeno nuevo. Aunque fue descubierto a finales del siglo XIX, los análisis que se han llevado a cabo de algunas de las rocas han confirmado que se lleva produciendo desde hace unos 200 millones de años. De hecho, en el interior de estas rocas se han llegado a descubrir huellas de dinosaurios y comunidades microbianas de épocas muy anteriores a la nuestra. Así es como se resolvió el misterioso caso de las rocas viajeras.