REPORTAJE | Las transgénero se abren paso en la política mundial
EFE
Las personas transgénero se van abriendo paso en las instituciones de todo el mundo y ya su presencia empieza a hacerse patente en parlamentos y municipios, con la consecuencia de avances en las legislaciones que reconocen su situación, no siempre fácil.
La brasileña Erica Malunguinho da Silva fue elegida el pasado domingo diputada de la Asamblea Legislativa de Sao Paulo, el estado más poblado y rico de Brasil y se convierte en la más reciente «trans» que accede a una institución de representación política.
«Hay que pensar en garantías de acceso y permanencia (de los LGTB) en los espacios públicos y en las instituciones», decía Maluguinho de Silva en un vídeo de su campaña, en el que añadía que «nosotras, las mujeres, tenemos, más que el derecho, la necesidad de presentar un nuevo proyecto de sociedad», frente al tradicional de los hombres.
El recorrido no ha sido fácil para los «trans», que han tenido habitualmente su actividad en el mundo del espectáculo y que sólo en los últimos años han hallado otros nichos, como el de la política.
El año que viene se cumplirán dos décadas de la elección de Georgina Beyer como diputada del Parlamento de Nueva Zelanda
Beyer, nacida hombre en 1957, se convirtió en una pionera cuando accedió a esa asamblea en 1999 y permaneció como parlamentaria ocho años.
En Europa el primer caso fue el de la italiana Wladimir Luxuria, una activista y actriz que ocupó un escaño en el Parlamento italiano entre 2006 y 2008, como independiente vinculada a un partido comunista.
La británica Nikki Sinclair también rompió un molde cuando fue la primera trans en el Parlamento Europeo, donde fue diputada cinco años, desde 2009.
Dos años más tuvo que esperar la polaca Anna Grodzka para ser diputada en el Parlamento de su país, escaño que todavía ostenta.
Todas ellas tuvieron que hacer frente a numerosas críticas de sectores tradicionales y sufrieron episodios de incomprensión social.
En España la primera y hasta ahora única mujer transexual elegida en unos comicios es la socialista Carla Antonelli, que desde 2011 es diputada en la Asamblea de la región de Madrid.
En estos últimos años la presencia de transgénero en las instituciones públicas se ha extendido por diferentes partes del mundo, entre ellas en el continente americano.
Así, la abogada y profesora Tamara Adrián fue elegida a finales de 2015 diputada en Venezuela por la opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD), la primera transexual de ese país suramericano.
Ya entonces Adrián dejó claro que su objetivo era construir la democracia «en las diferencias», acabar con «la hegemonía» y «reactivar el aparato productivo» sin excluir a la comunidad LGBT.
Un año antes, en 2014, la peruana Luisa Revilla Urcia se convirtió en concejala de la provincia de Trujillo y en 2017 la activista Diane Rodríguez fue elegida integrante de la Asamblea Nacional de Ecuador.
Ya empieza a ser frecuente que en cada proceso electoral aparezcan candidatos «trans», mientras avanzan las manifestaciones para el reconocimiento de derechos de toda la comunidad LGTB (lesbianas, gays, transgénero y bisexuales).
A los comicios legislativos de marzo pasado en Colombia se presentaron dos candidatas transgénero, sin éxito, como ha ocurrido también en Costa Rica y Honduras.
En mayo pasado se descubrió que diecisiete hombres candidatos a los comicios de julio en Oaxaca (México) se hicieron pasar por mujeres transgénero para poder participar y beneficiarse de la ley de paridad política del estado y de la cuota de género, pero sus candidaturas fueron canceladas
En las elecciones brasileñas de hace unos días hubo medio centenar de candidatos trans, frente a los 5 de 2014, aunque sólo Erica Malunguinho da Silva ha conseguido su objetivo.
Justamente, Brasil y México son los países en los que se registran más homicidios contra la comunidad LGTB, según la ong Letra S, que defiende la diversidad y el respeto para esas personas.
En el vecino del norte, en EE.UU. Danica Roem obtuvo en 2017 un acta como miembro de la Cámara de Delegados de Virginia.
Y hay expectación por el caso de Christine Hallquist, que en noviembre representará al Partido Demócrata como aspirante a gobernadora de Vermont para, en caso de ganar al republicano Phil Scott, convertirse en la primera transgénero en un cargo de ese nivel.