Las relaciones entre los gobiernos de Estados Unidos y Venezuela avanzaron este año entre momentos de canjes de detenidos, tensiones, la reanudación de negociaciones directas, reuniones confidenciales y compromisos cuyos alcances se van revelando con el paso del tiempo, de acuerdo con analistas consultados.
Los gobiernos de ambas naciones, cuyas relaciones diplomáticas están interrumpidas desde hace 4 años, alcanzaron un punto cumbre en sus acuerdos el pasado miércoles 20 de diciembre, cuando Washington liberó al empresario colombiano Alex Saab, defendido por Caracas como su enviado diplomático, y el chavismo excarceló a 10 estadounidenses detenidos en Venezuela y a al menos 21 opositores en ese país.
El presidente Joe Biden afirmó que estaba “asegurando” que el gobierno venezolano cumpla con sus compromisos sobre la hoja de ruta electoral acordada con la oposición para tener elecciones presidenciales “competitivas» en 2024. En Caracas, mientras, celebraron aquel momento como una «victoria».
Antes de ese hecho, las posturas entre las administraciones de Nicolás Maduro y Joe Biden pasaron por la exigencia de la flexibilización de sanciones económicas y de respeto a la soberanía, desde Caracas, y, en Washington, por la demanda de garantías para elecciones libres, celo por los derechos humanos y la liberación de ciudadanos venezolanos y norteamericanos detenidos “injustamente”.
«[Hubo entre ambos gobiernos en 2023] intervalos de tensión y negociación”, evalúa Carolina Jiménez, analista de asuntos regionales y presidenta del centro de pensamiento Washington Office for Latin America (WOLA). El caso Guyana y los acuerdos en Venezuela no representan un conflicto de intereses para EEUU, según analistas
Las negociaciones también habían alcanzado un punto alto en octubre, antes de la primaria presidencial opositora, cuando el gobierno de Maduro y la Plataforma Unitaria del antichavismo firmaron en Barbados acuerdos políticos y electorales.
Estados Unidos flexibilizó entonces sus sanciones económicas contra el sector petrolero y gasífero de Venezuela durante 6 meses como incentivo de ese pacto, mientras sus voceros advertían de plazos para que Caracas cumpliera con su palabra en asuntos como la liberación de presos políticos y la rehabilitación electoral de candidatos de la oposición.
La administración Biden demandó al poder político venezolano que notificara antes del 30 de noviembre un cronograma de ejecución de ambos compromisos.
El chavismo reveló a finales del mes pasado que las inhabilitaciones de dirigentes opositores, que les impiden ser candidatos ni ejercer cargos públicos, serían revisadas a través de un proceso en el Tribunal Supremo de Justicia.
Entre intereses y avances
Si bien los intereses de las dos naciones permanecieron “muy opuestos” en cuanto a la situación política interna de Venezuela, sí hubo “avances” que permitieron “una relación de mayor comunicación” y acuerdos entre Caracas y Washington durante 2023, apunta la analista de la WOLA.
No siempre esas conversaciones ocurrieron públicamente. Tampoco las discusiones previas a los acuerdos de Barbados se conocieron públicamente sino hasta el momento de su firma con testigos de la comunidad internacional.
Hubo incluso una reunión privada en Qatar a mediados de año entre Jorge Rodríguez, líder parlamentario de Venezuela y delegado jefe del chavismo en las negociaciones, y Juan González, asesor de seguridad nacional de Biden.
También, ambos gobiernos acordaron en el primer semestre del año reanudar vuelos directos de deportación de venezolanos desde Estados Unidos a Caracas.
Según el Departamento de Seguridad Nacional, casi 13.000 venezolanos han sido removidos de territorio estadounidense o regresados a su país desde mayo.
“Todavía hay poca claridad sobre el avance de algunos acuerdos que sabemos que se discutieron entre los dos gobiernos”, señala Jiménez.
Días después de la cita en el Caribe, se conocieron extraoficialmente las liberaciones de 6 opositores detenidos, entre ellos el exdiputado Juan Requesens, antes de la excarcelación de Saab, el grupo de estadounidenses y de presos políticos en Venezuela que se reveló a finales de diciembre.
El tema complejo de un «gran sueño»
Las relaciones con Estados Unidos siguen siendo “uno de los temas más desafiantes y complejos” de la política exterior de los gobiernos del chavismo durante este siglo, opina el experto en relaciones internacionales Félix Arellano.
La estrategia de descalificar a Estados Unidos ha sido “permanente” de parte de algunos voceros venezolanos, a pesar de que el gobierno de Maduro ha cumplido “su gran sueño”, según el analista: conversar sin intermediarios con la Casa Blanca.
Desde 2019, Estados Unidos había optado por negociaciones indirectas y dar respaldo al llamado gobierno interino del líder opositor Juan Guaidó, que cesó hace 1 año por decisión de la mayoría del liderazgo opositor.
“Empezamos a oír sobre conversaciones sin ninguna transparencia, muy típico de Miraflores, sorprendente en el caso de Estados Unidos, donde hay una libertad de expresión y una prensa muy acuciosa”, dijo Arellano.
A pesar de la firma de Barbados, los resultados de las negociaciones han sido intermitentes debido a lo que Arellano denomina “el autoritarismo interno” de Venezuela, un poder que persigue recibir “un cheque en blanco”, sin sanciones, “a cambio de nada”.
“A Miraflores le cuesta entender que en negociaciones hay concesiones de lado y lado. “De nuevo, se usa la figura del preso político como un comodín, un mecanismo de chantaje y con una puerta giratoria: suelto unos hoy, detengo otros mañana”, advierte.
Los servicios de inteligencia de Venezuela detuvieron este mes al presidente de la ONG Súmate, Roberto Abdul, luego de que el fiscal Tarek William Saab anunciara órdenes de aprehensión contra personas a quienes acusó de recibir dinero de la transnacional petrolera ExxonMobil para “fracturar la lucha” por el Esequibo. Abdul estuvo entre los 20 presos políticos venezolanos liberados recientemente.
Jiménez, por su parte, da por sentado que las tensiones entre ambos gobiernos “siguen”. El tema del Esequibo, 159.000 kilómetros cuadrados que Venezuela y Guyana disputan, “aumentó” los roces de Washington y Caracas, indica.
Voceros del gobierno de Biden defendieron el derecho del gobierno guyanés de entregar concesiones energéticas en una zona que el chavismo reivindica como suyo y como parte de un territorio por delimitar.
Negociaciones y controles
Jiménez destaca que, al mismo tiempo, persisten negociaciones “mucho más directas sobre temas de interés para ambos países”, como la migración y el comercio. El experto opina que esto marcará la relación binacional el próximo año.
Arellano, por su lado, recuerda que se prevén elecciones presidenciales tanto en Estados Unidos como en Venezuela.
En el caso estadounidense, anticipa un “control mucho más rígido” del partido republicano sobre Biden y su política exterior, entre otros puntos.
“Cualquier concesión con Venezuela va a tener una mirada muy estricta, muy rigurosa”, bajo el argumento de que Caracas esté incumpliendo “la reciprocidad” de la negociación.
El aumento del número de presos políticos, una hoja de ruta democrática “cada día más obstaculizada” y ataques a posibles observadores electorales, como la Unión Europea, visualizan un 2024 “muy difícil” para la relación de Estados Unidos y Venezuela, concluye Arellano.
El presidente Maduro hizo votos a finales de noviembre para que Washington levantara todas sus sanciones a Venezuela para iniciara «una nueva era de relaciones de respeto y de colaboración al máximo nivel”.
Con información de vozdeamerica.com
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