Reinaldo Lourenço embarca en un viaje en el tiempo en la Semana de la Moda
EFE
La «matemática única e híbrida» de Reinaldo Lourenço fue el punto de partida de su colección inspirada en los años 1960, 1970 y 1990 y con la que abrió este martes la tercera jornada de la 46ª edición de la Semana de la Moda de Sao Paulo.
Con la colección «Road of Love» (Carretera del Amor), el diseñador proporcionó un verdadero viaje en el tiempo, cuya musa inspiradora fue «la chica de la motocicleta».
En los estilos de las modelos no faltaron referencias a los elementos típicos de viajeros, como las piezas en cuero y los tradicionales cascos y chaquetas de motociclistas acostumbrados con la carretera.
Al principio, las modelos lucían osados conjuntos confeccionados en cuero en una variada paleta de colores, que iba desde el blanco absoluto hasta el rojo sangre, pasando por el azul real, el fucsia y las estampas.
El toque moderno, casi futurista, de los primeros conjuntos pronto dieron paso a vestidos largos, coloridos y llenos de movimiento, evidenciando la inspiración de los años 1960 y 1970 y la filosofía hippie de aquel momento.
Pero no podía faltar el espacio dedicado a la elegancia y la distinción, marcas registradas del estilista.
Con la propuesta de vestir a «una mujer que en su día a día construye el futuro», el estilista trajo a la pasarela pantalones de cuero, vestidos asimétricos, escotes entrelazados, faldas y transparencias.
Los zapatos coloridos -azules, rojos, amarillos, blancos, negros y morados- pusieron el broche de oro en lo que fue un auténtico túnel del tiempo.
Lourenço, veterano de las pasarelas de la Semana de la Moda de Sao Paulo, compartió la jornada con dos debutantes en la principal cita del sector en Brasil, ambos participantes del Proyecto Estufa.
La modista Ana Luisa Fernandes, de la marca Aluf, presentó una colección dominada por los colores «del cielo pintado por la puesta de sol».
Con estilos en los que predominaron los tonos de amarillo, dorado y naranja opacos, la diseñadora quiso «tratar la pieza como objeto escultura», una propuesta que se completó con los peinados y las pinturas en los cuerpos de las modelos.
Los accesorios exagerados, la pintura corporal y el toque de misticismo proporcionado por la banda sonora complementaron los diseños exhibidos, entre los que sobresalieron los vestidos, faldas y piezas anchas.
Igualmente destacó en la pasarela de Aluf la diversidad entre las modelos, ya que entre las chicas que desfilaron figuraron rubias, negras, indígenas y asiáticas.
Pero si Aluf llamó la atención por la inclusión en la pasarela, el segundo debutante del día, Lucas Leao, rompió moldes y dejó una platea atónita al final de la presentación de su primera colección en la también conocida como Sao Paulo Fashion Week.
Con su colección «Pendular», el modista causó inquietud al exprimir «los embates de la dicotomía entre libertad y la privación de ella».
En un desfile desconcertante, donde no había lugar para piezas femeninas o masculinas, así como para la imagen de qué es ser hombre o mujer, «Pendular» causó confusión y entumecimiento en los espectadores al presentar varones en tacones, maquillados y con accesorios típicamente asociados a siluetas femeninas.
Las combinaciones entres distintos matices de rojos, amarillos, grises y anaranjados daban a las confecciones la impresión de que se trataba de acuarelas recién pintadas.
Piezas «ostentosas» que parecían estar en «descomposición», según el propio estilista, coronaron un desfile que logró su objetivo de «romper con las tradiciones».
Tras el impacto causado por los debutantes, la Semana de la Moda de Sao Paulo recobró el aliento y disfrutó el frescor de la marca PatBo, otro conocido rostro de las pasarelas paulistas.
Sin abandonar el aire juvenil característico de la marca, PatBo capturó también la esencia de una mujer independiente, a través de piezas osadas, en las que predominaron los colores fuertes y las estampas.
Entre bañadores, bikinis, vestidos, pantalones y túnicas que mezclaban colores terrosos con tonalidades vivas, la marca apostó por tejidos leves que trasladaron los asistentes al frescor y calmaría de un típico día de verano a la orilla del mar.