Reflexión | Los fanáticos y el fanatismo - 800Noticias
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El autor de este relato es el doctor Emanuel Tanay, un conocido y muy respetado psiquiatra.

Un hombre, cuya familia pertenecía a la aristocracia alemana antes de la Segunda Guerra Mundial, fue propietario de una serie de grandes industrias y haciendas.

Cuando se le preguntó: ¿cuántos de los alemanes eran realmente nazis?, contesto lo siguiente:

«Muy pocas personas eran nazis en verdad» – dijo, «pero muchos disfrutaban de la devolución del orgullo alemán, y muchos más estaban demasiado ocupados para preocuparse.»

«Yo era uno de los que sólo pensaba que los nazis eran un montón de tontos. Así, la mayoría simplemente se sentó a dejar que todo sucediera. Luego, antes de que nos diéramos cuenta, los nazis eran dueños de nosotros, se había perdido el control y el fin del mundo había llegado.»

«Mi familia perdió todo. Terminé en un campo de concentración y los bombardeos de los Aliados destruyeron mis fábricas».

Se nos dice una y otra vez que el Islam es la religión de la paz, y que la gran mayoría de los musulmanes sólo quieren vivir en paz. Aunque esta afirmación sea cierta, es totalmente irrelevante y busca disminuir el impacto de los fanáticos que arrasan en todo el mundo en nombre del Islam. El hecho concreto es que los fanáticos dominan el Islam en este momento de la historia.

Son los fanáticos los que marchan. Se trata de los fanáticos los que producen 50 guerras en todo el mundo. Se trata de los fanáticos que sistemáticamente masacran cristianos o grupos tribales en Africa y se van adueñando gradualmente de todo el continente en una ola islámica. Estos fanáticos son los que ponen bombas, decapitan, asesinan. Son los fanáticos los que toman mezquita tras mezquita. Se trata de los fanáticos los que celosamente difunden la lapidación y la horca de las víctimas de violación y los homosexuales. Se trata de los fanáticos que enseñan a sus jóvenes a matar y a convertirse en terroristas suicidas.

El hecho cuantificable y duro es que la mayoría pacífica, la «mayoría silenciosa», es intimidada e imperceptible.

La Rusia comunista estaba compuesta de los rusos, que sólo querían vivir en paz, sin embargo, los comunistas rusos fueron responsables por el asesinato de cerca de 50 millones de personas. La mayoría pacífica era irrelevante.

La enorme población de China era también pacífica, pero los comunistas chinos lograron matar la asombrosa cifra de 70 millones de personas.

El individuo japonés medio antes de la Segunda Guerra Mundial no era un belicista sádico. Sin embargo, Japón asesinó y masacró, en su camino hacia el sur de Asia Oriental, en una orgía de muerte que incluyó el asesinato sistemático, a 12 millones de civiles chinos, la mayoría muertos por espada, pala y bayoneta.

Y, ¿quién puede olvidar Rwanda, que se derrumbó en una carnicería?. ¿Podría decirse que la mayoría de los rwandeses no eran «amantes de la paz»?

Las lecciones de la historia son con frecuencia increíblemente simples y contundentes, sin embargo, para todos nuestros poderes de la razón, muchas veces perdemos el más básico y sencillo de los puntos:

En todos los casos, los ciudadanos amantes de la paz, son mayoritarios, pero se convierten en irrelevantes por su inacción y por su silencio. Cuando se despiertan ya es tarde. Los fanáticos han tomado el control de todo y el fin de su mundo ha comenzado.

En memoria de todos aquellos que han muerto y siguen muriendo en todo el mundo a manos del fanatismo político o religioso, es que tenemos nosotros, los amantes de la paz, estar atentos y evitar que los fanáticos tomen el control de nuestra sociedad y nuestras vidas.

Nosotros, que somos espectadores de los eventos en desarrollo, debemos prestar atención al único grupo que cuenta: los fanáticos que amenazan nuestra forma de vida.

Ojala que miles, millones de personas, en todo el mundo, recapaciten y se den cuenta de las nefastas consecuencias del fanatismo, antes de que los fanáticos tomen el poder y sea demasiado tarde.

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