Red hospitalaria del Zulia está en “cuidados intensivos” - 800Noticias
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Con información de Panorama

Ascensores y aires dañados, escasa iluminación, filtraciones en paredes y techos que se vienen abajo. Estos son  algunos de  los  rasgos que evidencian del inevitable decaimiento de las estructuras de salud públicas  que atienden a la población de Maracaibo y San Francisco.

El escenario empeora con la intermitente escasez de insumos, servicios públicos y capital humano. El entorno genera un descontento entre pacientes y familiares, que  es compensado por la calidez del personal de salud, quienes hacen a diario una labor titánica en jornadas que trabajan “con las uñas”.

Uno de los casos más críticos es el Hospital Chiquinquirá. Amplio y céntrico, consiste en una edificación que está tan decaída como en penumbras.

Pisos curtidos  y escaleras desgastadas resguardan los incesantes pasos de pacientes y familiares. El área de la cocina está funcional, aunque su aspecto hace cuestionar la salubridad con que se preparan los alimentos para los pacientes. El servicio del agua es intermitente por lo que “se las ingenian” para rendir el líquido en la edificación.

Como si fuera poco, los elevadores no están operativos y algunos sólo funcionan tras una faena manual. Ni las puertas se salvan del colapso, ya que manillas son reemplazadas por retazos de plástico para poder ser manipuladas.

A finales del año pasado, las áreas aledañas e internas del centro de salud fueron desalojadas, por la contaminación que generó la descomposición de un cadáver al estar tres días a temperatura ambiente, porque la morgue del hospital carece de cavas refrigeradoras para retener cuerpos no reclamados.

Sigue en la lista el Hospital Central de Maracaibo Dr. Urquinaona, que alberga a los pacientes en centenarias paredes llenas de filtraciones y señoriales habitaciones desgastadas y  sin ventilación.

La escasa iluminación en pasillos ya es común y los ascensores trasladan a los pacientes “a su riesgo”. “No te subo, mamita, porque se puede quedar. Los usamos solo para casos muy especiales”, explicó un señor de mantenimiento a una joven que asistía a  consulta.

Agua hay, usualmente. Aunque con la ayuda de pipas suelen distribuir el recurso en el recinto de salud. Aún así, los baños para pacientes están en condiciones deplorables, y muchos cerrados.

En maternidad no hay aire acondicionado, tampoco en  sala de Alto Riesgo Obstétrico, ni en hospitalización.

“Los problemas eléctricos nos ha afectado mucho porque la planta  dejó de funcionar. Hace unos días, se fue la luz y los familiares tuvieron que bombear manualmente el oxígeno a sus pacientes durante la noche”, aseguró una estudiante de Medicina.

La cocina del hospital mantiene los calderos con intenso fuego pero despacha a los pacientes, cuando mucho, una arepa en el desayuno, una “agua” de auyama con arroz en el almuerzo y otra arepa, a veces con trozos mínimos de patilla, en la cena, confesó una paciente con hepatitis, desde   una habitación.

Otro recinto colapsado es el Hospital Universitario de Maracaibo. “Las tuberías no sirven, uno tiene que usar pipotes, da miedo usar el agua porque hay riesgo de que termine contaminada y contagie al paciente”, dijo una enfermera, que lamentó también la falta de aire acondicionado en casi toda la edificación, el decaimiento de la atención médica por escasez de personal y las deplorable condiciones en que se recluyen  pacientes en  hospitalización.

El Hospital General del Sur, Dr. Pedro Iturbe,  atiende entre 7 mil y 10 mil pacientes en sus diversas especialidades y áreas. Sin embargo, eso no impide que  la iluminación esté casi ausente y  no haya suficientes insumos.

Pasillos oscuros hacen un intento por opacar la incomodidad de los pacientes en los espacios donde la luz natural no se filtra. El techo se ha venido abajo en  áreas como la de consulta externa, donde, además, ningún baño está abierto

Lo ascensores no funcionan. “Aquí los pacientes para diálisis suben cargados en brazos de sus familiares y cuando alguna persona fallece tienen que bajarla por las escaleras”, contó una  cursante del quinto año de Medicina.

Aún así, el colapso de las instalaciones queda en segundo plano cuando otras preocupaciones se suman a la lista, dijo una enfermera que desde hace 15 años labora en el hospital. “Cuando llueve no se puede entrar, hay que esperar que los de mantenimiento saquen el agua, pero el piso encharcado no se compara con los medicamentos ausentes en los estantes”, comparó la mujer.

Ante este escenario, la secretaria de Salud, Omaira Prieto, apuntó que continúa un “diagnóstico” de la red de salud regional para dar respuesta. Indicó que en “el Central se está avanzando en la reparación de los ascensores” y expresó que “se han hecho más de 15 despachos de insumos en lo que va de año”. De igual manera, resaltó que está concentrando esfuerzos en atender la infraestructura de los hospitales  del Zulia.

El alcalde de Maracaibo, Willy Casanova, fue designado como “padrino”  del Universitario. Al ser consultado, destacó la necesidad de “priorizar áreas que no tienen climatización como quirófanos,  hospitalización y demás pisos”, para luego  avocarse a  “reparar  y ampliar la planta eléctrica”, hacer trabajos  de   iluminación y  la reactivar  la flota de ambulancias.

Al respecto, Dianela Parra, presidenta del Colegio de Médicos del Zulia, evaluó el estado de la red hospitalaria. “Es todo un mar de calamidades. Ningún hospital local pasa una auditoría de Covenin, o una hecha por cualquier institución que  verifique normas industriales. Estamos aplazados en cualquier prueba que evalúe los indicadores para el desenvolvimiento de una institución de salud”, apuntó Parra.

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