¿Qué pasa cuando se aplica la famosa ley del hielo?
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La famosa ley del hielo tan común entre las relaciones de niños y adolescentes, es una mala costumbre que se sigue practicando.
Esta pauta de actuación que provoca que una persona ante un conflicto deje de hablar a otra y de prestarle atención, también puede generar aislamiento emocional y físico.
Aunque muchas veces se toma como una niñería, esta acción que ha pasado de generación en generación puede causar daños psicológicos no solo en la persona ignorada, sino hasta en quienes aplican la supuesta ley.
Es una conducta o un conjunto de comportamientos que persiguen el fin de ignorar al otro, como forma de castigo por lo que se supone ha hecho mal y esperar que pida disculpas o enmiende su error.
Este es un recurso en el que ignorar a una persona a manera de castigo resulta ser satisfactorio.
Cabe acotar que en ocasiones este tipo de acciones se puede presentar de manera inconsciente, pero en otras oportunidades es usado con conocimiento para dañar a los demás.
Este recurso que incluso se emplea en las discusiones como forma de castigo de una persona a otra se asocia en la mayoría de los casos a las relaciones de pareja, pero puede ocurrir en cualquier vínculo.
Lo que busca
Aplicar la ley del hielo tiene como objetivo castigar a alguien desde la acción de ignorarlo, invisibilizar a alguien y anularlo.
Quienes deciden optar por este tipo de comportamiento dejan de hablarle a una persona sin tener en cuenta lo que dice, piensa o siente, y hasta finge que no se le escucha y evita su compañía.
Consecuencias
Quienes practican la ley del hielo, o a quienes se la han aplicado, saben que esto no es una buena forma para gestionar un conflicto.
Además, sus beneficios a corto plazo no son duraderos y pueden generar muchas tensiones y rencores entre las personas.
De interés
Independientemente de los motivos que llevaron a la persona a aplicar la ley del hielo, especialistas en psicología señalan que este no es un comportamiento sano; lo correcto es dejar reposar un conflicto para luego afrontarlo.
Esto con el objeto de no enfrentar una discusión en la cual se dejen llevar por las emociones y se digan cosas de las cuales luego se van a arrepentir.
Ignorar al otro y no permitirle que se explique le ocasionará dolor. Es decir, quien lo practica estará empleando un mecanismo nocivo para todas las partes implicadas.
Sin duda, este comportamiento lejos de ayudar solo generará más tensión posponiendo el momento inevitable de hacerle frente al problema si se quiere solucionar.