El secreto de la felicidad. Waldiger dijo que tras 75 años de investigación se llegó a la conclusión de que «las buenas relaciones nos mantienen más felices, más saludables y punto». Además, indicó, «se aprendieron tres cosas sobre las relaciones»:
1. Las conexiones sociales son muy beneficiosas para nosotros y la soledad nos mata. «Las personas más conectadas socialmente con sus familias, con amigos o con la comunidad son más felices, físicamente más saludables y viven más tiempo que aquellos que están menos conectados». Además experimentar la soledad deteriora la salud a más temprana edad. «El funcionamiento de sus cerebros se deteriora antes y vive menos tiempo que la gente que no está sola».
2. Lo importante no es el número de amigos que se tengan, tampoco si uno está o no en una relación estable. Sino que lo importante es la calidad de las relaciones estrechas. Por ejemplo, la gente que estuvo más satisfecha en sus relaciones a los 50 años, resultó ser la más saludable a los 80. «Las buenas relaciones parecen protegernos de las dificultades de la vejez».
3. Las buenas relaciones no solo protegen el cuerpo sino el cerebro. Las personas que pasados los 80 años tienen relaciones en las que sienten que pueden contar con la otra persona «poseen una memoria afilada por más tiempo». “Esas relaciones buenas no tienen que ser fáciles todo el tiempo. Algunas de nuestras parejas que están en los ochenta pueden estar peleando todo el día. Pero siempre que sintieran que en verdad podían confiar en el otro cuando las cosas se ponían difíciles, esas discusiones no causaban estragos en su memoria”.
Hacia el final de su charla, Robert Waldinger, dijo que el secreto de las buenas relaciones es parte de «una sabiduria tan antigua como el mundo». Sin embargo, pese a lo simple, nos cuesta llevar este tipo de vida a la práctica.
“Las posibilidades son infinitas. Algo tan sencillo como remplazar el tiempo que pasamos ante una pantalla con tiempo de convivencia, o revivir una relación aburrida con una actividad en común, como ir a caminar o salir juntos. Ponte en contacto con aquel familiar con el que casi no hablas, porque esas disputas familiares que son tan comunes suelen afectar más a los que están resentidos”, recomendó el científico.