¿Qué le ocurre a un avión cuando le alcanza un rayo?
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Si alguna vez has viajado en avión en mitad de una tormenta eléctrica, no hace falta que te contemos que no es la mejor de las experiencias. Sin embargo, los aviones están diseñados para soportar todo tipo de impactos, incluso el de la energía generada por un rayo.
El impacto de rayos en los aviones es un fenómeno que ocurre con una frecuencia relativamente elevada; y es que se calcula que de media un avión comercial será alcanzado por un rayo cada mil horas de vuelo. Sabiendo que en el año 2019 se superaron los 37 millones de vuelos en el mundo, según datos de la Organización de Aviación Civil Internacional, se puede estimar que alrededor de 300 aviones reciben el impacto de un rayo cada día.
Es por ello que uno de los requisitos que se tiene en cuenta a la hora del diseño de las aeronaves es la necesidad de soportar el impacto de un rayo. Pero ¿cómo consiguen los fabricantes aeronáuticos hacer a los aviones resistentes frente a estos eventos meteorológicos?.
Explicación física
El principio que hace a los aviones resistentes ante los impactos de rayos es el conocido como jaula de Faraday. Michael Faraday fue un físico y químico del siglo XIX y cuyos avances en electricidad y magnetismo han permitido importantes logros en la ciencia.
Este científico construyó la primera jaula de Faraday en el año 1836. La jaula consistía en una caja metálica que se colocaba ante la presencia de un campo eléctrico exterior y en el que se demostraba que el campo eléctrico resultante en el interior de la caja era nulo. Dado que en el interior de la jaula no hay campo eléctrico, cualquier objeto o dispositivo situado en el interior no se verá afectado.
Aplicando este mismo principio a las aeronaves, el revestimiento exterior de las mismas se va a comportar como una jaula de Faraday de manera que el interior de la cabina, los tanques de combustible y los equipos electrónicos van a estar protegidos. Para ello, es necesario que la superficie exterior del avión sea muy buena conductora, como ocurre con las superficies de aluminio tradicionalmente utilizadas en los aviones. En el caso del uso de material compuesto, cada vez más empleado en aeronáutica, es necesario añadir mallas de metal (normalmente de cobre o aluminio) que se agregan a las superficies de estos materiales con el fin de mejorar la conducción eléctrica. Finalmente, unos disipadores de electricidad se colocan en el extremo de las alas permitiendo evacuar la energía recibida.
Es por todo lo anteriormente explicado que los pasajeros muy probablemente no se darán cuenta de que un rayo ha caído en el avión en el que viajan o, como mucho, percibirán un rápido fogonazo. Desde el punto de vista de la operativa del avión, ninguno de los sistemas de vuelo debería verse afectado y, si se produce algún daño, seráde poca importancia. Los protocolos de operativa aeronáutica establecen que cuando se produce el impacto de un rayo se debe hacer una revisión de control en tierra para confirmar que el avión está en condiciones de seguir volando.
Otros ejemplos de jaulas de Faraday
Este principio físico utilizado en los aviones también se usa en otros muchos dispositivos de nuestra vida cotidiana. Así, los microondas también se comportan como jaulas de Faraday. En este caso, lo que interesa es protegernos de las ondas de radio de alta frecuencia que se utilizan para calentar la comida. Las paredes del microondas, de material metálico, van a contener el campo generado en el interior e impedirán que se produzca la exposición de dicho campo en el exterior del electrodoméstico.
Los ascensores son otro ejemplo cotidiano que funciona bajo el mismo principio. Estos están habitualmente fabricados en metal formando una caja que sella el interior de las ondas electromagnéticas exteriores, fenómeno que explica que en muchas ocasiones no podamos hablar por teléfono en el interior.
Finalmente podemos hablar del ejemplo de los coches y, más concretamente, en el chasis metálico. Cuando cae un rayo en un coche, la energía eléctrica circulará por la superficie al igual que ocurre con los aviones, de manera que, si nos encontramos en el interior con las ventanillas subidas, no nos ocurrirá nada.
Con información de Muy Interesante