Qué es un linfedema y cómo se trata - 800Noticias
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Agencias

Una pierna hinchada y la otra no, o un tobillo casi deformado y el otro con su tamaño de siempre… Y así hasta contar decenas de variantes, pero con algunas notas comunes. El linfedema es una patología más habitual en el caso de las mujeres y además suele darse con más frecuencia en los miembros inferiores de forma unilateral (pierna, rodilla, cadera, muslo y tobillo), aunque también puede afectar a las zonas distales (pies y manos).

Es una enfermedad crónica, que tiende a progresar y que se produce por un fallo en el sistema linfático, según explica la Dra. María Álvarez González, especialista en fisioterapia cardiorespiratoria.

Los síntomas más habituales del linfedema son el edema o hinchazón que al principio puede ser más blando y comenzar en las manos y en los pies, si bien con el paso del tiempo se puede convertir en un edema de consistencia más dura.

Eso sí, tal como explica la Dra. Álvarez, el dolor no suele ser habitual y si lo hay debería hacer sospechar que existe algún tipo de infección. Lo que sí notan los afectados es una sensación de pesadez en la extremidad afectada y malestar.

También pueden aparecer otros síntomas como tirantez de la piel o en cambios cutáneos, pues tal como explica el Dr. Alejando Galindo, especialista en Angiología y Cirugía Vascular, el acúmulo crónico de linfa deriva en alteraciones de la piel de modo que esta se engrosa y puede condicionar el desarrollo de la famosa ‘piel de naranja’. «Dentro de las complicaciones de esta patología preocupan especialmente la linfagitis (infección de los vasos linfáticos), las infecciones cutáneas fúngicas y bacterianas (que por su componente inflamatorio pueden empeorar el edema) y la erisipela (infección tanto de los vasos linfáticos como de la piel hasta el estrato subcutáneo)», precisa.

A nivel psicológico, la aparición de estos signos puede provocar un sentimiento de incapacidad y de baja autoestima que en ocasiones deriva en problemas psicológicos.

Causas de su aparición

Dependiendo de su origen podemos hablar de linfedema primario o secundario. En el caso del primario están descritos, tal como revela el Dr. Galindo, diferentes genes que, al manifestarse, incluyen el linfedema por malfunción o por malformación del sistema linfático. Para el secundario se han descrito múltiples causas entre las que tanto la Dra. Álvarez como el Dr. Galindo destacan, por un lado, las relacionadas con infecciones como erisipela o filariasis y, por otro, aquellas que se producen tras un tratamiento de radioterapia, cirugías, extirpación de ganglios, tumores o por causa traumática.

En los países desarrollados la causa principal de su aparición tiene que ver con procesos oncológicos. «El más común se da en los miembros superiores por cáncer de mama, si bien cabe resaltar que aunque sea el más común no es el único y es importante dar visibilidad a aquellos que en muchas ocasiones se sienten desprotegidos, desantendidos y mal informados como en ocasiones sucede a los pacientes con linfedema en las piernas o en la zona pública por cáncer de útero o cáncer de próstata, por ejemplo», explica la Dra. Álvarez.

Los factores de riesgo que aumentan la probabilidad de aparezca un linfedema tras sufrir un cáncer tienen que ver con el número de ganglios extirpados, la radioterapia y la obesidad. Por eso la especialista en fisioterapia cardiovascular insiste en la necesidad de informar a los pacientes previamente de su posible aparición, pues el tratamiento precoz y preventivo es clave.

En este sentido, una correcta alimentación que mejore el estado nutricional, el ejercicio físico que contribuya al drenaje venoso y linfático y evitar hábitos procancerígenos son algunas de las pautas de prevención que destaca el Dr. Galindo.

Tratamientos del linfedema

Desde la fisioterapia, tal como explica la Dra. Álvarez, un tratamiento conservador debería separar en dos fases. Una fase intensiva, en la que el objetivo es normalizar el miembro o intentar reducir al máximo el volumen del mismo, seguido de una segunda fase de mantenimiento.

La terapia indicada se denomina terapia descongestiva compleja o TDC y para aplicarla existen diferentes métodos como el Vodder, el Leduc o el Godoy. Según la experta, actualmente el método Godoy es el que ha obtenido resultados más eficaces en menos tiempo.

A la hora de aplciar el drenaje linfático manual la experta insiste en que, sea el método que sea, el masaje debe ser siempre suave y lento y nunca debe causar dolor. «La dirección respeta la anatomía linfática y se lleva un orden de proximal a distal. Cualquier tratamiento que no siga estas directrices no estaría indicado», precisa.

En cuanto al ejercicio físico, se adaptará a las circunstancias de cada paciente. En este punto la Dra. Álvarez destaca que los ejercicios de fuerza que durante años estuvieron demonizados son totalmente seguros siempre que se realicen de una manera progresiva y supervisada.

La presoterapia es un tratamiento que debería estar asociado al drenaje linfático manual y supervisado por un especialista, pues según explica la especialista, solamente moviliza la parte más hídrica del edema, pudiendo emporar la dureza. «Actualmente se ha demostrado que la movilidad pasiva con la terapia mecánica del método Godoy es efectiva para esta finalidad», añade la Dra. Álvarez.

El Dr. Galindo, por su parte, insiste en que el abordaje del paciente con linfedema debe ser multidisciplinar. «Dependiendo de su extensión o de su incapacitación se puede plantear un manejo conservador, basado en el vendaje de compresión del área afectada (otorgando presión desde fuera al sistema linfático deficiente mediante medias o mangas), así como ejercicios de drenaje linfático en el marco de terapia física combinada.

En cuanto al tratamiento farmacológico se basa principalmente en tratar las complicaciones que puedan darse, con corticoides para las alteraciones de la epidermis (eczema), antimicrobianos (infección cutánea o de los vasos linfáticos) o analgésicos.

Por ABC,es

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