¿Qué es el techo de cristal y por qué debemos solucionarlo? - 800Noticias
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¿Por qué en una mesa directiva solo hay 2 mujeres y 8 hombres? ¿Por qué cuando tenemos que dejar a un niño al cuidado de un familiar damos por sentado que será la abuela o la tía? ¿Por qué hay más varones que mujeres en ciencia y tecnología? El techo de cristal nos habla de esto.

La respuesta se encuentra en los sesgos de género, que inclinan a las personas a pensar que ciertas habilidades o capacidades son propias de los varones o de las mujeres, como si fueran innatas y no susceptibles de desarrollarse. Dichos sesgos son prejuicios basados en estereotipos y, por lo tanto, discriminadores.

Una de esas formas concretas de discriminación es a través del llamado techo de cristal; un límite invisible (aunque parece bien palpable) presente en las realidades organizacionales y laborales. Veamos de qué se trata.

 

¿Qué es el techo de cristal?

El techo de cristal es una categoría creada para dar cuenta de la situación que viven las mujeres en los ámbitos laborales; es decir, las limitaciones basadas en prejuicios y estereotipos de género a la hora de lograr un ascenso y ocupar puestos de jerarquía, poder o mayor responsabilidad.

Se trata de barreras invisibles que ofrecen mayor resistencia y dificultad. Son difíciles de reconocer y aún más difíciles de cambiar, puesto que están presentes en el imaginario colectivo social; no solo en lo empresarial o laboral.

Estos son algunos de los prejuicios que están en la base de los estereotipos y roles de género:

  • Las mujeres son más sensibles y emocionales que los hombres, por lo tanto, carecen de habilidades para conducir y liderar equipos.
  • Las mujeres no saben hacer negocios, no conocen sobre finanzas.
  • Las mujeres son más idóneas para cuidar a sus hijos e hijas.
Las empresas reproducen modelos sociales que perpetúan la exclusión de la mujer de los puestos de decisión. Se las deja acceder hasta ciertos niveles laborales, pero no pueden avanzar en sus carreras.

¿En qué actuaciones podemos ver el techo de cristal?

Si hablamos de que el techo de cristal se refiere a las barreras u obstáculos invisibles o que operan de manera implícita, entonces debemos apuntar a aquellas prácticas que pasan desapercibidas. Veamos algunos ejemplos:

  • Cuando las novedades, las partidas presupuestarias, el apoyo o la participación en proyectos se deciden en reuniones informales, en actividades en las que una mujer no puede asistir.
  • Cuando se dificulta que una mujer pueda ocuparse de trabajos de cuidado al mismo tiempo que es trabajadora a tiempo completo. Por ejemplo, cuando no acompañamos con políticas de maternidad o con licencias que sean acordes a las realidades familiares, llevando de una manera u otra a que tengan que elegir. ¿Algunas situaciones cotidianas? Cuando una mujer que es madre no cuenta con lactarios en su oficina o con políticas laborales amigables con la crianza o el cuidado. Vale la pena preguntarse si los varones también tienen que elegir. Si la respuesta es que no, están operando prejuicios.
  • Cuando a igual trabajo, los varones reciben una mayor remuneración que las mujeres.
  • El acoso laboral y el hostigamiento también es un freno al crecimiento de las mujeres. Evidente también en comentarios y pensamientos relativos al ascenso, a la relación de cercanía o intimidad que tiene con su superior y chismes malintencionados que ponen en entredicho el talento.
  • También cuando las descripciones de un puesto laboral se condicen con un perfil masculino, de tal manera que siempre los candidatos varones son más idóneos que las mujeres.

¿Por qué es importante acabar con el techo de cristal?

El techo de cristal sostiene la discriminación y, como tal, la injusticia. Bloquea las oportunidades de numerosas mujeres a lo largo y ancho del mundo, limitando al mismo tiempo su potencial y desarrollo.

También es importante poner fin a esta situación porque influye en la autonomía económica de las mujeres, lo que cambia sus condiciones de vida. Las brechas de género a nivel laboral generan que las mujeres se desempeñen en sectores de la economía sumergida; quizás pueden conseguir un empleo, pero con salarios precarios y no formalizados. También que se encuentren en los llamados suelos pegajosos, es decir, con dificultades para despegar.

Por otro lado, el techo de cristal no pasa desapercibido y la enseñanza que transmite es clara: las mujeres no son idóneas para determinados trabajos. Si no hay referentes mujeres en ciertos ámbitos (por ejemplo, en las disciplinas de tecnología e información), entonces debe ser que no es un lugar para ellas.

Esto es algo que las niñas y niños interiorizan a temprana edad. Lo que se vuelve más sólido a partir de los 6 años. A la larga, también influye en sus elecciones de adultos.

 

Hay que tener mucho cuidado con las justificaciones o ideas que circulan en torno a las mujeres, los logros y sus derechos. Es muy frecuente escuchar decir que la situación de las mujeres ha cambiado este último tiempo y que ya vendrán tiempos mejores.

Es cierto que asistimos a una época de cambios, pero la pregunta es por qué deberíamos luchar por ello. ¿Por qué a iguales derechos, no hay iguales posibilidades? Es decir, hoy las mujeres (¡no todas!) se incorporaron al mercado laboral, pero su crecimiento y realización tienen un límite.

Nadie debería poner en duda que las mujeres son capaces de ser líderes, de asumir responsabilidades o de ocupar altos cargos. Las organizaciones deberían ser capaces de promover la diversidad entre su personal, ya que dicha diversidad enriquece, aumenta la creatividad y apuesta por el talento. En definitiva, se trata de promover la igualdad.

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