Que en paz descansen, por María García de Fleury - 800Noticias
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Un sacerdote es un hombre bautizado que ha recibido el sacramento del orden sagrado. A través de este sacramento el hombre entra en el sacerdocio ministerial y eso le otorga un poder sagrado para servir a todo el pueblo de Dios.

La misión del sacerdote católico es alimentar a la iglesia con la palabra y la gracia de Dios. Por eso, un sacerdote es un mediador, es un constructor de puente entre Dios y la humanidad y lo hace participando en el único sacerdocio de Jesucristo que une a Dios y la humanidad en un mismo ser.

El sacerdote lleva a cabo esta construcción de puente a través de la enseñanza, el culto divino y la dirección del pueblo. Un sacerdote ofrece el ministerio de Jesucristo. Cuando un sacerdote ofrece el santo sacrificio de la misa, es Cristo quien ofrece el sacrificio. Cuando absuelve los pecados en el sacramento de las reconciliación, es Cristo quien perdona.

Cuando participa en la misión de la iglesia de enseñar y evangelizar, es Cristo quien habla a través de él. Cuando ofrece amor, consuelo y apoyo al pueblo de Dios, Cristo está verdaderamente presente con él.

El principal don del sacerdote a su pueblo es la capacidad de estar disponible, de poder pasar tiempo con su pueblo evangelizando, dando los sacramentos, visitando enfermos, ancianos, aconsejando a personas que tienen necesidades o problemas especiales con drogas, problemas entre padres e hijos, problemas de depresión o sencillamente la vida en general.

Un sacerdote es considerado un líder para su pueblo tanto en lo social como en lo espiritual, por eso el fallecimiento de un sacerdote conmueve a la comunidad, así como la de un obispo, pues el obispo ha recibido la plenitud del sacerdocio ministerial por el sacramento del orden sacerdotal y es sucesor de los apóstoles y pastor encargado del gobierno de una diócesis.

Hoy toda la comunidad venezolana está conmovida con la partida de monseñor Castor Oswaldo Azuaje Pérez, obispo de Trujillo. Así como del padre Roberto Arellano y de otros sacerdotes y religiosos que han fallecido producto del Covid. Personas de gran valor para nuestra sociedad, pues han sido compañeros de camino y guías para tantas personas acompañándolo en sus momentos de dolor, así como de alegría, ofreciendo los sacrificios, brindándole paz y sosiego.

elevamos nuestras oraciones a ellos, para ellos y por tantas personas que han fallecido producto de esta terrible plaga que está azotando sin piedad a gran parte de la humanidad. Le pedimos a Dios que los reciba con su misericordia y a la virgen de Coromoto que los acompañe en su trance,  en su camino al cielo, porque quienes tienen fe en Dios saben que les espera la gloria y la felicidad eterna, pues con Dios siempre ganamos.

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