Activistas: Putin es cómplice de «maquinaria de tortura» en prisiones
EFE
El presidente ruso, Vladímir Putin, es cómplice de la «maquinaria de tortura» creada en las cárceles por el Servicio Federal de Seguridad (FSB, antiguo KGB), según comentaron a Efe los activistas exiliados que han divulgado vídeos de violaciones y vejaciones a presos.
«Son crímenes contra la humanidad. Y Putin es uno de los cómplices de esa maquinaria de torturas», comentó a Efe Vladímir Osechkin, director de Gulagu.net, organización que denuncia los abusos en los servicios penitenciarios rusos.
En los vídeos a los que ha tenido acceso Efe los presos son objeto de torturas y abusos sexuales en un hospital adscrito a una cárcel de la región de Sarátov, motivo por el que varios funcionarios de prisiones ya han sido despedidos.
PUTIN, CÓMPLICE DEL FSB
«Las imágenes que ya han horripilado al mundo son sólo una décima parte de lo que está en nuestro poder. Hay de todo, torturas, palizas, abusos e incluso asesinatos», insistió.
Como mínimo, precisó, los abusos recogidos en los vídeos corresponden a prisiones de cuatro regiones rusas, incluido Sarátov, Vladímir y las siberianas Irkutsk y Krasnoyarsk.
Osechkin, exiliado en Francia desde 2015, considera que Putin no puede negar su responsabilidad, ya que fue su «decisión política» el ceder el control sobre el sistema penitenciario al FSB en perjuicio del Ministerio del Interior hace veinte años.
«No sabemos si ha visto los vídeos. Pero Putin es quien ha nombrado a los jefes de los servicios penitenciarios (…), creó un régimen totalitario que permite la arbitrariedad de las fuerzas de seguridad», asegura.
TRIBUNAL INTERNACIONAL
Recientemente, el activista se dirigió a Putin en una carta abierta en la que le llama a poner fin a las torturas e investigar los abusos, y acusa a los generales del FSB de crear una organización criminal.
«Le mostraremos cómo los funcionarios de prisiones empujaron por la ventana a presos asesinados y escenificaron su suicidio. Esos horrores le pondrán los pelos de punta incluso a usted», señaló y le prometió que continuará publicando vídeos sobre «crímenes masivos».
El activista se muestra convencido de que ha recabado «todas las pruebas» que se necesitan para que un tribunal internacional juzgue las torturas. «Lo que no sé es si lo veré en vida», admite.
Antes, los vídeos serán enviados a la ONU con el fin de que se nombre un relator especial sobre las torturas en el sistema penitenciario ruso, como ocurre en el caso de los abusos cometidos por el régimen bielorruso.
«Estamos ante el mismo Archipiélago GULAG del que hablaba (el premio Nobel de literatura) Alexandr Solzhenitsin, solo que más sutil, más cruel (…) y con tecnología del siglo XXI», explica.
DE PRESO A INFORMANTE
Osechkin, que ha sido declarado en busca y captura, conocía desde hace años la existencia de esa «trituradora de carne», pero necesitaba prueba documental irrebatible.
Se la entregó Serguéi Savieliev, un bielorruso que cumplió cinco años de condena en Sarátov.
«Para ellos los presos somos como cucarachas (…), lo que es seguro es que no somos personas. A los animales los tratarían mejor», comentó a Efe desde Francia, adonde llegó a mediados de octubre tras ser «amenazado de muerte» por el FSB.
Después de ser detenido y condenado en 2013 por un caso de posesión de drogas, Savieliev, programador de profesión, fue trasladado al hospital penitenciario OTB-1 como asistente del jefe de seguridad.
«Tenía acceso a documentos, grabaciones y al contenido de las cámaras de seguridad. Durante los últimos dos años recopilé el material y lo almacené en lugar seguro. Fue muy duro, pero no podía actuar de otra forma. Tenía que encontrar la forma de vivir con ello. No se puede vivir siempre con miedo. Los abusos eran sistemáticos», explicó.
RIESGO DE MUERTE
Admite que muchos vídeos «nunca» debieron haber permanecido en la institución penitenciaria, pero él hizo «todo lo posible para conservar una copia».
«Era consciente del gran riesgo que corría. Por eso tomé toda clase de precauciones. Guardé copias encriptadas en el ordenador o en discos externos. Todo para que no me pillaran», señaló.
Savieliev explica que en Rusia «hay muchos motivos para torturar a alguien».
«Puede ser extorsión, forzar a alguien a admitir su culpa o prestar falso testimonio contra otra persona. Así se fabrican muchísimos casos penales de gente inocente. Y también es un método de reclutamiento de informantes y agentes», señala.
Dicha táctica «afecta también a la gente que se considera libre en Rusia», lo que permite que las fuerzas de seguridad «extiendan su influencia a todas las esferas de la sociedad», resalta.
«Son pruebas irrefutables. Es la primera vez que esa información es de acceso público en todo el mundo. Ahora, ya no podrán decir que son casos aislados. Todas esas torturas ocurrieron en realidad de manera regular y eran supervisadas por un gran número de funcionarios de prisiones», afirmó.
Savieliev también fue declarado hace unos días en busca y captura, lo que él considera «un reconocimiento de culpa» por parte de las autoridades rusas.