Provea: «Las FAES siguen imponiendo terror y muerte» - 800Noticias
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El Programa Venezolano de Educación Acción en Derechos Humanos (Provea) sostiene que las Fuerzas de Acciones Especiales (FAES), cuerpo de seguridad adscrito a la Policía Nacional Bolivariana (PNB), continúa imponiendo el terror en las zonas mas pobres del país por lo que insiste en la necesidad de que sea disuelto.

A través de Twitter la ONG publicó este martes 8 de diciembre que la cadena de mando de la PNB/FAES debe ser investigada por la presunta responsabilidad en crímenes de lesa humanidad y sostiene que este cuerpo opera como una fábrica de ejecuciones en zonas populares.

Provea replica un informe emitido el año pasado según el cual «en apenas un año las ejecuciones extrajudiciales representaron 89% de los casos de violación al derecho a la vida en Venezuela. La PNB es responsable de al menos 30% de las muertes, lo que se vincula directamente con el protagonismo que tomó la división FAES. La Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, registró los abusos y en su informe 2019 exige al Estado disolver este cuerpo armado e investigar sus desmanes»

La historia de Luis Alfredo

Provea relata la historia de Luis Alfredo, un joven que solo tuvo tiempo de ponerse un pantalón y una franela mientras seis funcionarios -una mujer y cinco hombres uniformados de negro- lo sacaban del cuarto y lo hacían arrodillarse en la pequeña sala de la casa. Su pareja, Giorgelis Campos, gritaba desde el cuarto “¿a dónde se lo llevan, por qué se lo llevan?” y apenas alcanzó a ver cuando le pusieron una funda en la cabeza.

“La femenina se quedó en el cuarto y me trancaba el paso. Mi hija estaba llorando en la cama y yo le gritaba a mi mamá que estaba en el piso de abajo porque no me dejaban salir. La mujer me decía ‘cállate, no empeores las cosas, a ese lo traen ahorita, nada más lo van a radiar’”, narra Campos sobre este hecho ocurrido en Las Adjuntas, parroquia Macarao al suroeste de Caracas.

A los ocho minutos sonó un disparo. Giorgelis lo recuerda claramente porque vio la hora en un reloj que tenía al frente. Luego sonó otro tiro. A pocos metros, en una vereda estrecha quedó tirado el cuerpo de Luis Alfredo, que agonizó durante unos minutos. Un sobrino de 11 años de Giorgelis se había asomado por la ventana y vio al muchacho tirado en el piso sosteniéndose el pecho, sin poder distinguirlo. Era alguien tirado en la vereda que apenas podía respirar, emitiendo bufidos y tratando de aguantar el chorro de sangre que le brotaba desde el tórax.

Esos dos tiros los escuchó a lo lejos Miriam Gamarra, la mamá de Luis Alfredo, mientras bajaba de su casa para irse a trabajar. Vio la comisión, las camionetas y el rebullicio de los funcionarios rondando desde la madrugada, pero siguió de largo. Una vez en el autobús, llamaba y llamaba al teléfono de su hijo y su nuera. Nadie atendió. Se enteró de lo que estaba pasando casi a las 7 de la mañana, cuando por fin los funcionarios dejaron salir a Giorgelis de la casa. La sangre ya se enfriaba.

“No dejaban pasar a nadie al lugar donde estaba mi hijo y se lo llevaron sin que llegara el Cicpc. Lo dejaron tirado en el (hospital) Pérez Carreño y ya estaba muerto”, cuenta Gamarra. La versión oficial que apareció en la minuta policial fue que el joven se había enfrentado a la comisión.

“Un disparo no es enfrentamiento Eso fue un ajusticiamiento. Los funcionarios de las FAES pusieron una pistola y una gorra allí donde mataron a mi hijo, por supuesto que lo sembraron”, sostiene Miriam.

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